tag:blogger.com,1999:blog-192690792024-03-07T08:38:17.159+01:00SOLIPSISTAS DEL MUNDOJosedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.comBlogger535125tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-58657356265875686012015-01-18T11:34:00.002+01:002015-02-08T10:16:28.646+01:00"VACACIONES", CAPÍTULO UNO<div style="text-align: justify;">
ESTE VERANO EN ALBANIA (EDITORA REGIONAL DE MURCIA, 1990)<br />
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Mi nombre es un dato que esta narración no va a necesitar. Tampoco es que quiera ocultarlo ni hacer con él autoficción ni nada parecido. Soy alguien bastante conocido en un sector muy concreto de la industria editorial española: unas ciento cincuenta o doscientas personas me identificarían con solo leer esta página. Un grupo más amplio de unas cuatrocientas o quinientas lo haría tal vez más tarde.</div>
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Bah, dejémonos de pendejadas: soy Pepe García Lax, o Pepe Ge Lax, o Pepe Glax, el no-tan-mítico escritor de libros de viajes postmodernos. El director de la editorial especializada Peripatas. Desde que me la compró el grupo Planeta y me pusieron al lado a un director comercial, ya no pinto tanto en la industria española de las letras. ¿Me gustaba ser alguien? Seguramente sí. Pero también me gusta no tener hipoteca.</div>
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Mi tercer libro, el primero que me tradujeron y me pagaron y el que me abrió las puertas que me han traído hasta aquí, arranca con el siguiente enunciado: <i>Si no sientes la necesidad de confesarte al zarpar, es que no es un verdadero viaje</i>. Una patraña, obviamente. Como el resto del libro, claro está. Pero me viene a la cabeza estos días, una y otra vez. Porque estoy a punto de emprender un viaje más, uno no sé si <i>verdadero</i> pero sí, digamos, <i>interesante</i>. Y porque me han entrado unas ganas irreprimibles de confesarme.</div>
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Ave María Purísima: soy un fraude.</div>
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Viajar no me gusta especialmente.</div>
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¿Esos lugares peligrosísimos que le dan emoción a mis relatos? No he entrado de verdad. Me daría miedo tan solo pensarlo. Los he descrito utilizando fuentes secundarias: cooperantes, soldados, mendigos, etcétera.</div>
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¿El supuesto "humanismo irónico" de mis libros? ¿El sucesor socarrón de Ryszard Kapuściński? ¿La soterrada pero sostenida denuncia del totalitarismo del mercado? Fuentes secundarias, también, amigos.</div>
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Copias y pegas.</div>
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Anécdotas que le saqué a gente, a cambio de tres whiskies, en el bar de algún hotel. O de tres chocolatinas.</div>
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Tomemos mi primer libro: <i>Este verano en Albania</i>. Lo escribí en 1988, nada más terminar la carrera. El visado me lo consiguió el profesor que me iba a dirigir la tesis, sobre la industrialización comunista de los Balcanes. Y en efecto se suponía que iba a redactar una introducción laudatoria sobre las reformas aperturistas del nuevo presidente o alguna chorrada similar. Pero yo -ya he dicho que soy un maldito fraude- tenía otro plan en mente. En concreto, joder a mi madre. Contaba para ello con la inestimable ayuda económica de mi padre, que fue quien sufragó el viaje. Y bueno, entre los dos lo conseguimos. A mi regreso, a mediados de septiembre, el reciente divorcio y mi ausencia sin llamadas le habían quitado dieciséis kilos de encima. Había vuelto a fumar, y, cuando daba una calada a su <i>Sombra</i>, la succión creaba en sus delgadas mejillas unas hendiduras <i>que se tocaban por dentro de la boca.</i></div>
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<i><br /></i></div>
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Yo tenía veintidós años, estaba rabioso, mi madre tenía la culpa de todo y el nuevo y rutilante catedrático antifranquista de mi facultad creía en mí y me abría las puertas del telón de acero. ¿Pero quién era yo? ¿Una joven promesa de la historiografía neomarxista? ¿Un fan fumeta de los Smiths? ¿Un <i>loser </i>tardoadolescente -<i>y, además, murciano</i>- recién abandonado por su madre y por su novia? ¿Un lector tardío de la generación Beat? ¿O, más bien, un poco de todo eso y mucho de, digamos, <i>nada</i>?</div>
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Entré en el país a través de la frontera con Yugoslavia, como me habían recomendado. Me estaba esperando una delegación de <i>guías</i> y funcionarios encargados de <i>darme la bienvenida</i>, de entre los cuales destacaba la <i>traductora</i>, una <i>estudiante de lenguas románicas</i> llamada Tereza. Todos treintañeros, cuarentones, algo bajitos (excepto Tereza), morenos, vestidos de forma moderadamente marcial. Cada uno disponía de una copia de mi plan de viaje: las etapas, las explotaciones agrícolas, las factorías a visitar, los hoteles en que me hospedaría, en Tirana y en Dürres, y hasta las fechas de mis visitas a los parques naturales del país. Solo tardé diez minutos en darme cuenta de que, por el motivo que fuera, mis nuevos amigos no habían sido informados de los nombres de las personas (catedráticos, investigadores, <i>sindicalistas</i>, etc.) con quienes debía reunirme para desarrollar mi investigación. Decidí perder -comerme, concretamente- ese papel, y, con él, la idea de la tesis.</div>
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<br /></div>
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¿Qué hice, entonces, en Albania durante todo el largo verano del 88? Pasar calor. Jugar con Tereza, a quien admiraba y deseaba pero también temía, al juego del gato y del ratón. Tratar de detectar si los desconocidos de mi entorno inmediato eran informantes o no mediante la sencilla técnica de acercarme levemente a ellos y examinar rastros de ansiedad en sus caras. Practicar mi albanés, probablemente la lengua más extraña de Europa, tanto, que su simple uso parece alejarte de ese continente, en el espacio y el tiempo. Bañarme en todos los ríos que veía, para desesperación e impaciencia de Tereza. Preguntar cosas absurdas o cosas que ya sabía (ey, Tere, ¿por qué se mete toda esa gente en ese túnel, en pleno domingo? ¿es algo religioso vuestro?), jamás lo que quería saber. Escribir cartas a mi querida novia, recién perdida. Fingir que redactaba <i>cosas importantes</i> con una letra deliberadamente indescifrable, pero que no eran sino poemas en prosa, un poco automáticos, a los que di en llamar <i>tarator</i>, como la sopa albanesa de pepino que nos daban en todas partes. A mediados de agosto detecté que el interés de mi querida faro y guía por mi cuaderno (y por mi persona, y por mi misión, y por todo lo que tuviera que ver conmigo) había descendido hasta el mero desdén, y empecé a componer las notas sueltas que después se convertirían en <i>Este verano en Albania</i>. La primera de todas trataba sobre la fascinación y repulsión simultáneas de Tere por mi walkman y su contenido: el <i>Meat Is Murder </i>de los Smiths. La voz de Morrissey entre los bosques neolíticos del valle del Ishëm, Tere dudando de su decisión, tras haberme permitido usarlo en nuestro solitario paseo dominical, Tere probando ella misma, después de insistirle varias veces, la cara de cosmonauta de Tere al ser atravesada un momento por los sonidos de los genios mancunianos y, finalmente, la trayectoria giratoria del aparato (la elevación y descenso del negro walkman, acompañado como un satélite por los finos auriculares) al atravesar el aire primigenio y soleado, rico en insectos del cretácico, en dirección al fondo del río Ishëm. La leve risa de mi querida traductora, entonces, al comprobar mi expresión de incredulidad ante lo que acababa de ocurrir. Su mano por mi pelo un momento, consolándome como se consuela a un niño gilipollas: <i>pronto iremos a teatro. Orquesta nacional. Ningún problema. No debes ser triste ahora.</i><br />
<i><br /></i>
Gustó mucho, <i>Este verano en Albania</i>. No a mi profesor, claro. A ése no lo engañé. Al saber que no había podido reunirme con ninguno de sus contactos arrugó la nariz, y a la tercera página de mi texto me dijo, con la voz temblándole de ira, que tenía mucho trabajo y que no podía atenderme en ese momento. Ya no volví a hablar con él más.<br />
<br />
El resto de lectores creyeron ver en mi libro lo que querían encontrar: ese joven murciano hiperestésico e idiota, súbitamente transplantado a lo más profundo del bloque comunista, demostraba la maldad del régimen a quien ya creía en ella, la humanidad del régimen a quien se sentía inclinado a pensar así, la conveniencia del milenarismo a quien apostaba previamente por esa opción y la importancia de descargar de ideología nuestra pesada óptica a la mayor parte de mi generación, que en esa época se entregaba casi sin excepción a una forma u otra de hedonismo. La denuncia de los espantosos abusos del régimen de Ramiz Alia se solapaba de alguna manera con episodios costumbristas donde aparecían albaneses disfrutando de un ritmo de vida plácido y paleolítico, la rigidez con la curiosidad, el cemento barato con los bellísimos sauces balcánicos, el <i>tarator</i> con el <i>Rakı </i>y, por debajo de todo eso, como un afluente de un afluente de uno de los ríos menores de Pangea, el amor platónico, edípico, de Tereza, proyección de la madre en conflicto. Esto último no es una broma: apareció tal cual en la reseña del libro que sacó La Verdad, aunque el recorte lo he perdido. Firmaba el crítico de siempre, pero el texto era insólito. Lisérgico, incluso. Como leer a Lacan con cuarenta de fiebre. Albania era el útero del Eterno Femenino y yo un espermatozoide de dos colas <i>expulsado</i> del bloque occidental. El puto walkman era el imperativo capitalista y el río Ishëm la Diosa Blanca de una Europa femenina y unificada, preapolínea. Tere, por llamarse así y por ser albanesa, era la Madre Teresa de Calcuta, y al mismo tiempo mi propia madre. Cosas así. Un tiempo después, mi jefe leyó, socarrón, la nota y sentenció:<br />
<br />
<blockquote class="tr_bq">
- Eso te pasa por contar en el libro todas y cada una de las pajas que te hiciste ese verano, mangurrián.</blockquote>
<br />
Luego volví con mi chica, me reconcilié con mi madre, me peleé con mi padre y encontré trabajo en un bar del centro, el Latino (regentado por un <i>rocker</i> ilustrado, profuso en frases como la que acabo de transcribir). Pero ya conocía mi don. Ya sabía quién era. El fraude y un impostor, respectivamente. La maleta que me había prestado mi padre para mi <i>Grand Tour</i> pajillero por el Imperio del Mal era de un tipo de plástico que imitaba el cuero pero que se decoloraba al menor roce, adquiriendo efectos psicodélicos. Era posible desfazer estos entuertos estéticos aplicando un poco de Kanfort azul oscuro sobre la zona desvaída, motivo por el cual un bote de este producto acompañaba siempre a la maleta, en un compartimento interior. Y supongo que yo ahora debería cerrar este primer capítulo de mis <i>confesiones <strike>de un artista de mierda</strike> de un escritor de libros de viajes</i> con un broche irónico-sentimentaloide de ese tipo: añadir que me quedé con aquella maleta y seguí usándola hasta el día de hoy (menuda gilipollez), o que a partir de entonces siempre viajo con un bote de Kanfort azul en honor a mi padre y a mi vocación de estafador narrativo. Algún chiste así, aunque fuera mentira. Llevo cerrando mis capítulos de ese modo desde hace casi treinta años, con esas guindas bienintencionadas que en realidad no son comestibles pero que ayudan a fijar ese tono desenfadado marca de la casa que tan buenos resultados me ha dado. Pero estoy harto de esos trucos, y no voy a publicar este texto. O igual sí, todo depende. De si consigo volver.</div>
Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-72834450208345355292014-01-10T23:40:00.001+01:002014-01-10T23:40:24.331+01:00UN AÑO CHECO, 5X10<div style="text-align: justify;">
SATURNALIA</div>
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A principios de mes empezamos a recibir noticias de Camp Joy: las Miralles habían decidido celebrar la festividad pagana de la Saturnalia, el solsticio de invierno, y toda la comunidad se hallaba inmersa en los preparativos. Los preparativos, parecía, eran muy Miralles: ayuno colectivo, vigilia, purificación con infusiones de hierbas, etc.</div>
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<br /></div>
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A Olga le llamaron la atención ciertos matices eróticos de los ritos, como el afeitado mutuo integral o la aplicación de unos a otros, al calor de abundantes estufas, de aceites hidratantes. A Jesús también.</div>
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<br /></div>
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Supimos que, en efecto, las Miralles estaban hablando todo el rato de sexo. De sexo en grupo, para ser más concretos. Organizamos una visita. Encontramos a todo el mundo afeitado, sin un pelo en la cabeza, ni siquiera en las cejas o las pestañas. Alguien se nos acercó y nos dijo hola en voz baja.</div>
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- ¿Paulo?</div>
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<br /></div>
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Hacía meses que no lo veíamos. Tenía una pinta muy rara, pero sonreía. Llevaba una especie de hábito de monje, grueso y áspero. Como a los demás, la piel le brillaba por los aceites hidratantes. Lo besamos. Emanaba un olor agradable, pero perturbador.</div>
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<br /></div>
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- ¿Y las rubias?</div>
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<br /></div>
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- En el pabellón.</div>
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<br /></div>
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En la plaza central habían instalado una inmensa carpa circular, parecida a un circo, pero hecha de plástico de invernadero. Dentro había lámparas, que proyectaban sombras de gente moviéndose contra las paredes semitranslúcidas, y unas cuantas estufas, a juzgar por las chimeneas que arrojaban humo de leña al cielo de San Joy.</div>
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<br /></div>
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- Vamos.</div>
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<br /></div>
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- Al pabellón no se puede entrar con pelo ni con ropa.</div>
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<br /></div>
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- No me jodas.</div>
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<br /></div>
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Paulo señaló una cabaña.</div>
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<br /></div>
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- Tienes que encontrar a alguien para que te afeite el cuerpo. Está prohibido hacértelo tú mismo.</div>
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<br /></div>
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- ¿Y cómo se van a enterar?</div>
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<br /></div>
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- Se lo tenemos que decir nosotros. Nadie puede quedarse solo, sin que nadie lo vea.</div>
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<br /></div>
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- ¿Estás de coña? ¿Y para cagar?</div>
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- A las letrinas se va de tres en tres.</div>
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- ¿Y por qué no de dos en dos?</div>
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- Creo que es para evitar tentaciones sexuales. No estoy seguro, pero me parece que las infusiones y los aceites que tenemos que usar ahora llevan algún tipo de afrodisíaco natural.</div>
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<br /></div>
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- ¿Está prohibido follar?</div>
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<br /></div>
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- Está prohibido masturbarse o tener relaciones sexuales hasta el día de la fiesta, sí.</div>
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<br /></div>
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- ¿Y ese día ya se puede?</div>
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<br /></div>
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- Ese día ya se puede.</div>
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<br /></div>
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- Madre del amor hermoso, Paulo.</div>
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<br /></div>
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- Ya.</div>
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<br /></div>
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Nos tumbamos en el suelo y metimos la cabeza bajo el plástico del pabellón, por el lado menos visible. Junto a una de las estufas había un corro de gente desnuda y oleaginosa, mirando algo. Ese algo parecía ser un hombre que gritaba y/o lloraba. Entrevimos a unas calvas Miralles, arrodilladas ante él. Tardamos un rato en darnos cuenta de que el tipo estaba atado de manos a la estufa que tenía a la espalda, y que una de nuestras compañeras estaba introduciéndole una sonda por la uretra, con bastante esfuerzo. Cuando acabó, la otra le ató la bolsa de la orina a la pierna con cinta aislante, y a continuación le envolvió los genitales con el mismo material, dando varias vueltas por la espalda y en torno a los muslos.</div>
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<br /></div>
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- Hostia puta. ¿Y eso qué es, Paulo?</div>
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<br /></div>
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- Es su castigo por haber infringido lo de la castidad. Él solo o con alguien. Creo que ha sido con ése de la derecha que llora, porque hace un rato no llevaba la sonda.</div>
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<br /></div>
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- Estamos bien jodidos, Paulo. Los seis. Bueno, a ellas igual les da lo mismo ir a la cárcel. Nosotros cuatro estamos jodidos.</div>
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<br /></div>
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- Ya lo sé.</div>
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<br /></div>
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- No sé qué hacer. ¿Se os ocurre algo?</div>
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<br /></div>
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- (...)</div>
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<br /></div>
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- Mierda. Vamos a ver. ¿Aquí la gente lleva el móvil encima?</div>
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<br /></div>
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- No. Se lo das a las Miralles nada más llegar, y nadie sabe dónde se guardan.</div>
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<br /></div>
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- ¿Y qué le impide a ésos del taparrabos coger e irse ahora mismo?</div>
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<br /></div>
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- No quieren. No se va nadie.</div>
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<br /></div>
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- ¿Nadie?</div>
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<br /></div>
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- No se ha ido nadie desde hace por lo menos un mes. Y siguen llegando a pesar de la pinta que tenemos ahora y lo raro que es todo. Estamos a reventar de gente.</div>
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- ¿Esto de la Saturnalia cuándo va a ser?</div>
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- Empieza el martes 17.</div>
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<br /></div>
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- ¿Empieza? ¿Hasta cuándo dura?</div>
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<br /></div>
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- Hasta el día 24.</div>
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- Me cago en dios.</div>
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<br /></div>
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- Pues ya, Olga, y yo qué quieres que te diga.</div>
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<br /></div>
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- Que pienses, quiero, joder.</div>
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<br /></div>
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No pudimos concentrarnos mucho, sin embargo, porque justo en ese momento llegaba otro tipo a la estufa y se dejaba atar por las Miralles. Era el lector de Praga. Sonriendo mientras lo sondaban.</div>
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- ¿Qué hace éste ahí en la estufa?</div>
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- Lleva una semana en estado de erección continua. Lo habrán denunciado por hacerse una paja, o por frotarse contra algo. Ya os he dicho que está prohibido eyacular, que el semen debe reservarse para la fiesta.</div>
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<br /></div>
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- ¿Y cuándo llegó?</div>
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- Hace una semana.</div>
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<br /></div>
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Nos reímos con ganas. Las Miralles también se estaban riendo de algo en ese momento, arrodilladas ante el lector. Era posible apartar el miedo y ver todo el asunto como un asunto de granja, de anécdotas que ocurren con el ganado. Pero solo un momento. Detrás de nuestro viejo conocido venía una chica mucho menos complacida ante el castigo. Miraba hacia abajo y temblaba de miedo mientras la ataban. Le ordenaron abrir las piernas y empezó a gritar. No. Me quiero ir. Soltadme. Por favor. Me duele. Me quiero ir a mi casa. Las rubias recuperaron su expresión autoritaria. El pañal de cinta aislante que le adhirieron no tenía abertura para defecar.</div>
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<br /></div>
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- Hay que hacer guardia en el camino. Si ésta quiere irse, hay que hacer un trato con ella para que se calle.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- No se va a ir.</div>
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<br /></div>
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- ¿Cómo lo sabes?</div>
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<br /></div>
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- Porque lo sé. Apuéstate lo que quieras.</div>
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<br /></div>
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- ¿Por qué lo sabes?</div>
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<br /></div>
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- Porque sí, joder. Hazme caso.</div>
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<br /></div>
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- ¡Explícate, coño!</div>
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<br /></div>
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- Bueno, vale. Sé que no se va a ir porque sé que esas cosas las ha dicho por miedo, pero no las piensa en realidad. Y sé que las ha dicho por miedo porque yo dije cosas peores ayer.</div>
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<br /></div>
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Se abrió el hábito y nos enseñó su envoltorio de cinta aislante y el tubito de su sonda.</div>
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<br /></div>
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- Dios, Paulo.</div>
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<br /></div>
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- ¿Qué? ¿"Dios, Paulo", qué? Imbéciles. Vamos a cerrar la puta boca mientras pensamos en soluciones. O me meto en el pabellón, me sirvo un té y me olvido de vuestra existencia.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- (...)</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Vale. De todas formas sigo pensando que hay que hacer guardia en el camino y cortar las llegadas. Ya tenemos aquí cuatrocientos problemas en potencia, no necesitamos más.</div>
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<br /></div>
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- Las Miralles os quieren aquí a todos para la fiesta. Piensan cerrar el pabellón esos días..</div>
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<br /></div>
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- ¿La carpa ésa de plástico? ¿Cerrarla cómo?</div>
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<br /></div>
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- Con silicona.</div>
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<br /></div>
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- Por un lado me alegro de que no pueda haber fugas, pase lo que pase.</div>
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<br /></div>
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- Y yo.</div>
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<br /></div>
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Ejecutados los castigos del día, la gente se aplicaba ahora en otras cosas, instalando unos extraños aparatos de gimnasia o de tortura, tinajas para abluciones, una bañera gigante, cosas así. También había, dentro del pabellón, objetos más ortodoxos, como largas mesas rodeadas de sillas, cientos de futones enrrollados o una marmita para el té. Los miembros de la comunidad se paseaban de un lado a otro en pequeños grupos, con actitud de alegría tensa. Muchos se impregnaban mutuamente de aceite. Abundaban las erecciones y los pezones endurecidos, y cierta expresión en la mayoría de los rostros que nos transmitía una especie de <i>sí, bueno, me estoy comportando como una puta cabra por unos días, pero la barra libre de sexo de la semana que viene va a merecer toda la pena de sobra</i>. Como ejemplo, Paulo, que daba por bueno hasta pasarse ocho días sondado. Sin embargo, no podíamos dejar de pensar en lo explosivo de la situación, en la posibilidad de que alguno de los muchos y poco convencionales actos sexuales que estaban a punto de realizarse culminase en un no consentimiento, una exposición pública de lo sucedido, una denuncia.</div>
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<br /></div>
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¿Queríamos participar? Claro que sí. Nos decíamos que <i>teníamos que estar</i>, pero en el fondo la idea nos provocaba algo de taquicardia, pulsaciones en los esfínteres, mariposas en el estómago y cosquilleo en la próstata. Había muchos cuerpos apetecibles entre los habitantes de Camp Joy Division, según la denominación recién inventada por el puto, puto loco de Jesús. Y esos cuerpos eran nuestros.</div>
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<br /></div>
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Afeité a Olga en presencia de Paulo y Jesús. Nunca la había visto desnuda, pero conseguimos hacerlo sin que resultase demasiado embarazoso. Había todo tipo de instrumentos y productos. Después, Paulo me afeitó a mí, y Olga a Jesús. Nos embadurnamos de aceite y entramos a ver a las Miralles.</div>
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<br /></div>
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Les había cambiado la voz. Nos abrazaron a todos e incluso se permitieron alguna broma sobre nuestra desnudez, alguna insinuación sexual. No respondieron a ninguna pregunta. Era obvio que ya no iban a dejarse aconsejar ni reconducir: por el motivo que fuera, la idea de la saturnalia las había cambiado. Ni rastro de la evanescencia complaciente que las caracterizaba hasta hacía apenas diez días. Hasta su delgadez mórbida se había convertido en una esbeltez musculada bajo la capa de aceites. Su actividad era frenética. Se alejaron enseguida para coordinar algo y nos dejaron a todos una pregunta que ya no nos abandonaría. Si sería posible follar con ellas, de alguna manera, en la fiesta. Más que una pregunta, era un virus que nos robaría capacidad cerebral, en los próximos días.</div>
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<br /></div>
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So pena de ser amordazados con cinta aislante y alimentados por vía intravenosa hasta la fiesta si probaban algo, los habitantes de Camp Joy (Division) almacenaban cantidades industriales de comida, bebida y drogas en un rincón de la carpa, mientras apuraban los últimos días de un semiayuno muy estricto basado en infusiones y pan ácimo.</div>
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<br /></div>
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Hicimos planes para disolver nuestra sociedad tras la fiesta y mudarnos lejos de las Miralles y su explosivo campamento. A continuación establecimos turnos para hacer guardia en el camino de entrada. A los que llegaban les hacíamos dar la vuelta y les decíamos que lo intentasen de nuevo después de Navidad, que todo estaba completo. Algunos acamparon a unos metros de nosotros, esperando un descuido para colarse, pero conseguimos mantenerlos a raya hasta la víspera del festival. A la caída del sol, nos reunimos bajo el plástico. Unas chicas sellaron las entradas con silicona un rato después.</div>
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Las Miralles se colocaron una contra otra, en el centro del pabellón, mientras los demás nos sentábamos en círculos frente a ellas. Habían ensayado un discurso simultáneo.</div>
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<br /></div>
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- Ésta es la última noche de ayuno. Mañana, a la salida del sol, desaparecerán todas las prohibiciones. Pensad ahora qué queréis hacer en primer lugar, porque ese acto será sagrado.</div>
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<br /></div>
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Alimentamos las estufas y desenrrollamos futones para dormir en torno a ellas. No sé qué soñé, pero a veces, para mi desgracia, me llegan imágenes sueltas de ese sueño. Me despertó un murmullo generalizado. Al otro lado del plástico había ya cierta claridad, así que tal vez las prohibiciones ya hubieran desaparecido, pero como las Miralles estaban quietas y con los ojos cerrados en el centro del circo, nadie podía estar seguro de ello. Por otra parte, había un magnífico desayuno servido: café, leche cremosa, bollos, pan blanco, mermeladas, jamón cocido, tomates, aceite de la almazara del campamento, miel silvestre y azúcar moreno. Comíamos y nos mirábamos. Mientras nuestros cuerpos acogían los alimentos de que se habían visto privados durante tanto tiempo, un estado de ánimo excitado y juguetón se iba apoderando de nosotros. La sensación de fraternidad era muy intensa. Recuerdo que decidí hacer el amor con Olga en algún momento de los días siguientes, o al menos intentarlo. Puede que pensase algo parecido sobre Paulo. Extendí tomate sobre una rebanada de pan mientras una chica frente a mí, muerta de risa, le ponía aceite hidratante a una amiga. De improviso, las Miralles gritaron al exacto unísono:</div>
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- Io Saturnalia! Ave Sol Invictus!</div>
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Me di la vuelta para mirarlas. Brillaban, no solo por el aceite. Un rayo de sol les caía encima. Tenían unas copas levantadas, invitándonos a brindar con ellas y dar por inaugurado el festival. Nos pusimos de pie mientras nos servían un chorrito de una bebida ceremonial. La mayoría de los varones exhibían juguetonas erecciones, lo que nos hizo reír. Cuando todos tuvimos nuestra copa, la levantamos, pero al llevármela a los labios mi olfato detectó que se trataba de absenta, bebida que todo mi ser rechaza tras dos o tres malísimos viajes, y no bebí.</div>
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<br /></div>
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Bajé la copa ya buscando con la mirada los curváceos cuerpos de mis vecinas de mesa. Las vi tirarse al suelo. Un segundo más tarde también se tiró Paulo. Pensé en un primer momento que me había perdido alguna norma del ritual, y estaba a punto de acostarme yo también cuando oí los primeros gritos. Me giré y vi caer a la mayoría de los asistentes a la saturnalia. Alguno, no los más, se retorcía unos instantes en el suelo antes de quedarse quieto. Otros vomitaban profusamente, lo que alargaba su agonía y sus gritos. Antes de comprender del todo lo que estaba ocurriendo, ya había percibido que las Miralles seguían de pie, me miraban, y avanzaban hacia mí.</div>
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<br /></div>
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Eché a correr. Para salir por el agujero por el que nos habíamos asomado el primer día tenía que cruzar todo el pabellón, así que hice que me siguieran hasta el borde de la carpa y luego seguí el perímetro hasta que pude tomarles unos metros de ventaja. Entonces crucé por el centro de la sala, saltando descalzo sobre los cadáveres, y de un salto atravesé el agujero.</div>
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<br /></div>
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Seguí corriendo. En un momento dado miré hacia atrás y las vi, a Patricia y Ángela, tendidas en el camino. Pero seguí corriendo. Huyendo. No tardé demasiado en darme cuenta, sin embargo, de que jamás podría dejar atrás a ni una sola de las miles de palabras que componen esta historia, que ni uno solo de los días de este año checo iba a caerse muerto en el camino, para dejarme escapar.</div>
Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-71475389959957729582013-12-19T12:55:00.000+01:002013-12-19T12:55:03.071+01:00UN AÑO CHECO, 5X09<div style="text-align: justify;">
GORGONA</div>
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¿Leíais a Borges, vosotros? Nosotras sí. No por la metafísica. No por la teoría literaria. Por el personaje, por Jorge Luis. Un tipo con el que nos identificamos, un tipo que se cayó en la misma marmita que nosotras, de pequeño. ¿Sabéis que decía que se alegraba de haberse quedado ciego? Todo el mundo cree ver en eso una especie de broma borgiana, como cuando declaraba que apenas sabía inglés o que la mayoría de sus textos eran plagios. Nosotras sabemos que era verdad, que se alegraba de haberse quedado ciego y que no le habría importado ser parapléjico. </div>
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Acordaos de "El inmortal". Cuando la gente entiende que no se va a morir nunca, lo primero que hace es sentarse. Casi no necesita comer ni beber y las cosas del mundo dejan de interesarle. Uno de ellos tenía un nido de pájaro encima. Otro llevaba cientos de años en un pozo. Los pibes se habían desconectado de su carne. Ya, ya sabemos que al narrador de ese relato le repugna la vida infinita (y troglodita) y elige la mortalidad. ¿Pero a Borges? Volved a leerlo. La delicia que emana de las páginas que describen la aldea de los inmortales nos dice otra cosa.</div>
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<br /></div>
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Acordaos ahora de "Utopía de un hombre que está cansado". La vida humana se ha alargado en cientos de años, otra vez. Las estructuras sociales se han disuelto por aburrimiento de los interesados. La gente no se reproduce, vive sola, alejada una de otra, en medio de la selva, en una autosuficiencia frugal. Cuando le peta, se suicida.</div>
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<br /></div>
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Tanto los inmortales como los habitantes de la utopía futura han desconectado su mente de su carne. No tienen más deseo que la meditación. No les mueve ningún placer: ni la gastronomía, ni la posesión de objetos, ni el poder, ni los vicios, ni por supuesto el sexo. En todos sus relatos, Borges (contemporáneo de Henry Miller, William S. Burroughs o Anaïs Nin) folla una sola vez y lo describe con una sola frase. Para que alucinéis: "Secular en la sombra fluyó el amor y poseí por primera y última vez la imagen de Ulrica".</div>
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<br /></div>
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Ese país postcarnal es también el nuestro. Uno en el que la carne humana no impone la acumulación de bienes, el vestido, la sofisticación del alimento, el abuso de poder, el mandato del sexo y la competición desaforada para atraer pareja para la cópula, el crecimiento desaforado, la sobrepoblación. Uno en el que tratamos de extirpar del planeta el cáncer que llamamos carne, la metástasis que llamamos sexo. Uno en el que dormimos en camas que no llamamos nuestras y nos sentamos en el suelo y nos convertimos en ángeles ciegos, y nos hacemos viejos. Buscamos a Dios en las palabras del Otro. El silencio restablece el equilibrio.</div>
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<br /></div>
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Ese país existe y se llama Camp Joy y es difícil y caro llegar a él, pero nadie puede salir sin dejar en él su carne. Venid pronto.</div>
Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-53221306609623736702013-12-04T14:06:00.000+01:002013-12-04T14:06:12.222+01:00UN AÑO CHECO, 5X08<div style="text-align: justify;">
UN SUEÑO</div>
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Soñé que era una puta. Era mi primera vez. Me acompañaba una amiga puta que sabía lo que se hacía. Estábamos detrás del Eroski en bragas y sujetador, con un abrigo de baratillo que teníamos que abrir cuando pasaban los coches. Hacía frío pero sobre todo notaba la taquicardia y el temblor de las rodillas y el cuello. Paró un coche ante nosotras (no ante nosotras, unos cuantos metros más adelante, para obligarnos a ir hacia él) y mi amiga habló con el conductor. Volvió y me dijo: quiere que te subas tú. Y me abrazó y añadió: ya verás cómo no es nada del otro mundo. <i>Preciosa</i>. Y me quedé dándole vueltas a ese adjetivo, porque a fin de cuentas todo esto era un sueño y yo seguía siendo yo, aunque de repente tuviese tetas.</div>
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<br /></div>
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El conductor era repulsivo y estereotípico y se parecía un poco a mí. Le olía la boca, estaba mal afeitado, le sobresalía la panza, etcétera. <i>Hola, guapo, ¿vienes cach</i>, empecé a decir, hasta que el pánico me cerró la garganta de repente. El tipo sonrió exactamente como sonreiría alguien a quien el miedo del otro excitase, y arrancó. Llevaba puesto un disco de León Benavente que sonaba muy, muy fuera de lugar. Como yo, de fuera de lugar, más o menos. Salimos a la carretera de Beniaján y yo dejé de intentar sonreír o soltar los comentarios picantes que me había recomendado mi amiga, un poco porque mi órgano fonador no funcionaba y otro poco porque acepté el acuerdo sin palabras que me proponía el calvo con su sonrisa, que consistía básicamente en que no solo no era desagradable, sino que era preferible que yo dejase de intentar reprimir la exteriorización de mi terror. Más tranquilo (es un decir) por ese lado, podía mirar hacia adelante con la boca abierta y envolverme en el abriguillo con todas mis fuerzas mientras el Astra giraba a la derecha por un camino de tierra entre bancales.</div>
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<br /></div>
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Mientras esperábamos tras el Eroski y mi amiga me iba dando consejos que nadie la había pedido, yo pensaba en cómo conseguir aplacar el miedo (y, de paso, también el hecho de que en realidad soy un tío hetero) hasta un nivel que no me impidiese disfrutar del acto. Ahora me hacía gracia haberme planteado eso. El tipo emanaba ese extraño olor de los enfermos hepáticos. A mi amiga le costaría media hora tan solo ponérsela dura. Cada décima de segundo cruzaba mi mente un pensamiento nuevo, algunos muy luminosos, como peces abisales cruzando un momento por delante de la cámara de un batiscafo que clásicamente desciende hacia profundidades récord.</div>
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<br /></div>
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Nos detuvimos. El señor se abrió la bragueta y se sacó el miembro, medio fláccido. Subió la calefacción y se quedó mirándome con delectación morosa.</div>
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<br /></div>
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- Ahora te tienes que quitar el abrigo, niña.</div>
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<br /></div>
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- (...)</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿Estás tonta? ¡Que te quites el abrigo, joer! -pero no había urgencia en sus palabras, sino cierta intención lúdica de modular el miedo que me producía, buscando la configuración que más excitación le proporcionase. Me quité el abrigo y empezó a manosearme las tetas. Se me escaparon varios sonidos asémicos, y los dientes me castañeteaban ya sin moderación. Tal era la satisfacción del señor que la ceniza de su cigarrillo caía a discreción sobre su propia ropa. Dedicó una mirada a comprobar la acumulación de esta ceniza sobre sus pantalones y pareció sorprenderse de haber alcanzado una erección completa.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Ahora me la vas a chupar.</div>
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<br /></div>
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Traté de diferir el momento cogiendo el miembro con la mano, pero el hombre me agarró por la muñeca con fuerza. Más bien con violencia. Antes de soltar, ya sabía que me había dejado marcas profundas. Esta violencia contrastaba con su expresión de deleite: seguramente no lo había hecho por enfado, sino por seguir jugando con mi miedo.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- No. Que me la chupes he dicho.</div>
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<br /></div>
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Me la metí en la boca, pero los nervios seguían impidiéndome controlar los labios para apretar el glande. Notaba el sabor en la lengua de los restos de orina, y los conductos nasales se me llenaron de un olor acre. Me vino una fuerte arcada y noté risas sobre mí. A continuación, el señor me agarró de la coleta con la misma mano con que sujetaba el cigarrillo, con fuerza. Perdí por tanto el control del cuello, y tensé el resto del cuerpo para recolocarme en esa postura sin dañarme las vértebras. La boca me temblaba en torno al pene del hombre. Me di cuenta de que estaba emitiendo sonidos, también.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Más fuerte. Y no me gusta tener que repetir las cosas.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El pelo me tiraba hacia atrás las cejas y las orejas, y notaba el calor de las cenizas rodando sobre mi cabeza. Me concentré en apretar los labios, pero no podía. El señor debía de estar notando un temblor, una intención de hacer presión que el miedo aflojaba intermitentemente, como un parpadeo. También, supongo, los ruidos de mi glotis. Noté un tirón espantoso y me encontré mirando hacia arriba, aspirando una bocanada extra de aire, en estado de suspensión, a un palmo de la cara del señor. Percibí que se me escapaba la orina y me recorría el muslo. Dije una palabra por fin.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Perdón.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Te he dicho que no me gusta tener que repetir las cosas. Te lo he dicho.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Perdón.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Logré recuperar el control de la musculatura de la boca. El ritmo de la felación lo marcaba el señor, aferrado a mi coleta. Ahora bajaba hasta la base del pene e iba subiendo, aumentando la presión, hasta repasar un poco más lentamente el glande, y bajaba aflojando. Oía sonidos de placer detrás de la cabeza. Notaba señales de dolor provinientes de todo el cuerpo, que se resentía de la tensión sostenida: las caderas, las rodillas, las lumbares, los pechos, que el señor no había dejado de apretarme con la mano derecha todo el tiempo, las cervicales, el cuero cabelludo, los codos, las muñecas (sobre todo la derecha) y la boca. No iba a poder mantener el ejercicio mucho más tiempo, pero trataba de alejar ese pensamiento para que el pánico no volviese a bloquearme los labios. No sé cuánto tiempo más pasó. En un momento dado, el señor me empujó la cabeza hasta abajo del todo e, inmediatamente, eyaculó. Los lenguetazos de semen en la garganta me produjeron una fuerte arcada y el reflejo de retirar la boca, pero tenía la cabeza bloqueada. El hombre gritaba casi. Hacia la última parte del orgasmo me soltó la coleta, pero yo no me retiré inmediatamente, porque no sabía si se esperaba de mí que me quedase envolviendo el pene con la boca hasta el fin. Por fin lo hice, y me desplomé en el asiento derecho, sobre mi propia orina, como si algo hubiese extraído hasta la última unidad de mis fuerzas. El abrigo estaba arrugado a mis pies, pero no conseguía reunir la suficiente energía como para hacer el movimiento.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Ja ja. Si no tenías que tragártelo. Ay palomica.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Se puso a hacerse un porro. Toda la tremenda tensión del acto cedía en mí, y era sustituida por una intensa sensación de laxitud, de abandono. De retorno al útero, si queréis. Me preguntaba por qué en mi sueño, tan increíblemente detallado, no se sabía el destino que iban a tener los veinte euros que acababa de ganar. Qué necesidades debía atender con ellos. Tal vez la elasticidad del ser tiene un límite incluso en los sueños, y puedo estar en la piel de una puta del Eroski en el momento de comerse una polla pero no en su economía doméstica. Logré coger el abrigo y ponérmelo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿Es que tienes prisa? ¿No quieres fumar?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- No.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Yo de ti le daría una calá. Porque pagarte no te pienso pagar.</div>
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<br /></div>
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- ¿No?</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- No cojones. Que me has meao tó el coche, guarra de mierda.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Miro hacia adelante mientras se fuma el porro sin saber muy bien si debo salir del coche o la vuelta al punto de partida está incluida en el trato. Está incluida. Arranca y ponemos rumbo a Murcia. Al llegar a la calle, mi amiga no está.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Hostias que voy a tener que esperarme a que vuelva la Loli pa explicarle lo que ha pasao.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Decido esperar en el coche yo también. Vuelve Loli, a la media hora. El señor sale del coche y habla con ella. Mi amiga se pone a gritarle algo. Acaban. Al reencontrarnos, me abraza. Me dice <i>déjame que te vea lo que te ha hecho</i>. Me dice <i>mira que te he dicho que le cuentes chistes, que te hagas la valiente, que si no se te nota el miedo y te pasan estas cosas</i>. Le digo <i>me voy a mi casa, cariño, que tengo frío</i>.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Vale, pero una última cosa, aunque no me importe.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Qué.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Que nadie se va a creer que esto sea un sueño, Jesús.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Anda, pijo. La crítica literaria del Babelia me va a dar a mí lecciones de narratología.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Ponte como quieras. Gilipollas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y me desperté.</div>
Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-1880838962210207922013-12-02T13:17:00.000+01:002013-12-02T13:17:05.034+01:00UN AÑO CHECO, 5X07<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;">ARRE, BATO</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Una vez tuve un amante poco memorable. Un tipo gracioso y
encantador cuya gracia y encanto se gastaron muy pronto, un tipo en el fondo
triste cuya utopía no era cósmica, sino placentaria. Me quería cada vez más y
dependía de mí, cosas que no le ayudaban a brillar precisamente. A los tres
meses de verlo, ya estaba cansada de sus cosas, y ya no me apetecía acostarme
con él. Me obligaba a mí misma a hacerlo. Un par de veces acabó llorando en la
cama. Mientras él sollozaba, yo me hacía hiperconsciente de cada uno de los
elementos del cuarto: la pálida lámpara del Ikea, con su calidez franquiciada;
el cuadro de Eduardo Pérez Salguero, con un Sonic sonriente y un mensaje banal;
los libros de Bourdieu y de Susan Sontag; el inmenso cenicero y el recado de
fumar pólenes; la música de Europa oriental, siempre sonando; la colcha de
(mal) patchwork arrugada a nuestros pies; nuestra triste desnudez, nuestros
relojes puestos y, por fin, nuestros móviles silenciados en las mesitas, como
pasadizos hacia otras personas, solo momentáneamente cerrados. La sensación era
intensa, y por tanto adictiva. Era como si los sueños amnióticos de mi pobre
amante se hubiesen transmutado en un ectoplasma que hechizaba su habitación.
Fuera, el sistema financiero internacional entraba en colapso y las
multinacionales de productos alimentarios arrojaban a cientos de miles de
pequeños agricultores latinoamericanos y asiáticos a las villas miseria de las
grandes ciudades. Fuera, tremendas batallas ideológicas se libraban y se
perdían en las cocinas de la líquida papilla de los medios de masas, y los
países del mediterráneo eran arrojados a la hoguera purificadora del FMI.
Fuera, y ya me callo, la gente perdía el trabajo, la casa y la tarjeta
sanitaria. Pero, dentro, este estudiante de Sociología aficionado a mi regazo y
al hachís lloraba junto a mí al ritmo de nanas búlgaras, y disparaba el
mecanismo del retorno hacia el huevo. En esa época descubrí el complejo mundo
de los lubricantes, por soltar uno de esos sarcasmos finales que cierran los
párrafos de forma tan coqueta.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Empecé a decirle que lo quería y que lo deseaba. Muchas
veces. De formas imaginativas y creíbles, cosa nada fácil, pues tenían que
saltar el dique de su tristeza. Le mandaba mensajes al móvil. Le dejaba notas
para que las encontrase más tarde: en la nevera, en el cajón de los calcetines,
en un papel de fumar entre las páginas del libro que estuviese leyendo,
etcétera. Nunca lo había hecho ni creo que lo vuelva a hacer. <i>¡Ánimo, Pierre
Bourdienodoyuna!</i>, le decía. <i>Estoy enamorada de tu colcha, pero sobre
todo de lo que hay dentro</i>. O (entre las páginas siguientes del libro que él
estaba leyendo) <i>ya te tengo ganas otra vez, gato grande</i>. Las hipérboles
crecían y crecían, como mi factura de lubricantes vaginales. <i>Nunca he sido tan feliz con nadie como lo soy contigo. A veces siento que estamos hechos el uno para el otro, y que si no te hubiese conocido mi vida no habría tenido sentido nunca.</i> Etcétera.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;">¿Y todo esto por qué? No lo sé. No me conmovía la previsión
de verlo sumirse en la desesperación, si lo dejaba. Me daba igual él. Pero
estaba enganchada a esa ficción que decía que un vínculo trascendente nos unía.
No. No estaba enganchada a ninguna ficción. Pero la ausencia de ficciones me
tenía cansada. O sea: mi identidad me tenía cansada. Igual podría haberme
entregado a una afición nueva, como el senderismo, o el anime, o las técnicas
de venta. O comprarme un caballo. O recorrer Centroamérica con <st1:personname productid="la ONG" w:st="on">la ONG</st1:personname> de unos amigos. Casi todas
las noches me metía en su pequeño cuarto a sembrar un amor desolado, fumar
polen de mala calidad, escuchar bandas macedonias de turbofolk. Ya no se llama
Macedonia, decía él. Ahora es FYROM (<i>[:fajrom]</i>). Ah.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Hasta una noche en que lo dejé durmiendo y salí de su piso,
bastante tarde, y me encontré con unos amigos que iban a bailar y me fui con
ellos a <st1:personname productid="La General. Allí" w:st="on">La General. Allí</st1:personname>
nos encontramos un local lleno y rendido al dj, una temperatura de unos 40º y
una humedad del 85%, tirando todo por lo bajo. La gente se quitaba la camiseta
tras cinco minutos de baile. Eso hicimos nosotros también. En un momento dado
noté una mano en el culo. Me di la vuelta y vi a un chico africano sonriente.</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">-<span style="font-size: 9px;"> </span></span><span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">¿Qué haces?</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">-<span style="font-size: 9px;"> </span></span><span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">Toco tú culo.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Seguimos bailando, con el tipo introduciéndose más y más en
el círculo. Mi amigo Salva le dijo algo, y Andrea también, pero él me había
elegido a mí.</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">-<span style="font-size: 9px;"> </span></span><span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">¿Cómo te llamas?</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">- </span><span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">Kenneth</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"> (Creo)</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">-<span style="font-size: 9px;"> </span></span><span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">Kenneth, ¿quieres drogarte?</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">-<span style="font-size: 9px;"> </span></span><span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">No. ¿Cómo llamas tú?</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">-</span><span style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 7pt; text-indent: -18pt;"> </span><span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">Olga</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">-</span><span style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 7pt; text-indent: -18pt;"> </span><span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">Quiero cerveza, Olga.</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">-</span><span style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 7pt; text-indent: -18pt;"> </span><span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">Vale.</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">-</span><span style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 7pt; text-indent: -18pt;"> </span><span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">Me gusta tu culo, Olga.</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">-</span><span style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 7pt; text-indent: -18pt;"> </span><span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">Vale.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Me llevé a Kenneth a casa en taxi aprovechando que mis
padres no estaban. Los dos primeros taxis no quisieron llevarnos, porque el
tipo había perdido la camiseta en el bar. Al llegar, le propuse que se duchase,
y a continuación me metí yo. Al salir, lo encontré desnudo junto al
frigorífico, comiendo copiosamente.</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">-<span style="font-size: 9px;"> </span></span><span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">So what's the frequency, Kenneth?</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;"><br /></span>
<span lang="EN-GB" style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">-<span style="font-size: 9px;"> </span></span><span lang="EN-GB" style="font-family: Verdana, sans-serif; text-indent: -18pt;">Ja
ja ja I will rather say... (criollo ininteligible durante un rato) ...come to me, baby. Come 'ere.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Luego estuvimos follando, con ansiedad y atletismo y menstruación, hasta
que se hizo de día. Bajé las persianas y nos dormimos. Me desperté en medio de la oscuridad total y me costó trabajo reubicarme. Levanté las persianas eléctricas y me encontré sola en la inmensa cama de mis padres, ahora ensangrentada. Salí y volví a encontrarme a Kenneth desnudo y saqueando la nevera.</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;">- Lo tuyo es la prostitución de gama baja, ¿eh, colega?</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Se asustó y se le escapó el bol que tenía en la mano, que se rompió contra el suelo.</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;">- No preocupes. Es un plato DINERA, del Ikea. Cuesta 1,59€. Te pagaré. O te traeré uno igual, como quieres.</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;">- ¿Te sabes el catálogo del Ikea?</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;">- Como allí todos los días. Olga, mira...</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;">- ¿Qué?</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;">- Llevas mancha de sangre.</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;">- Es que soy un poco cerda yo, Kenneth- dije, mirando hacia abajo, los restos de sangre reseca en el vientre y los muslos, y también mirando por la ventana, hacia el exterior, donde mi melancólico sociólogo había atravesado la puerta exterior y avanzaba con paso decidido hacia la cancela y hacia un futuro inmediato más bien feo.</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Suelo recordar mi historia con el sociólogo y con Kenneth. Lo hago sobre todo cuando leo las actualizaciones de estado que publican los poetas españoles contemporáneos en Facebook. El amor desbordante, la predestinación inefable que los vincula a la Poesía (siempre en mayúsculas). Lo nada que serían de no disfrutar de esa tarifa plana con las musas. Visualizo a profesores de instituto de pueblo hablando infinitamente de una novia que tuvieron y/o de una raya que se metieron en el Festival de Benicàssim de 1997, todo metáforas de fuegos que se apagan, <i>la ceniza de los días</i> o algo así, o todo hipérboles cósmicas y raptos místicos que indican que cada vez es más costoso espolear a un caballo tan cansado, por añadir metáforas también yo o qué. Ay, poetas españoles, cómo os comprendo. Conozco el truco yo también. Os deseo mucha suerte, o que se os aparezca un Kenneth. Metafórico o no.</span><br />
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-28664990060972028472013-10-17T22:55:00.000+02:002013-10-17T22:55:01.641+02:00UN AÑO CHECO, 5X06<div style="text-align: justify;">
OLGA</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
De todos los miembros del Club de la Tenia, soy la única a quien se acercan los o las relaciones públicas de los bares a regalarme invitaciones a chupitos. Están las Miralles, siempre con ese aire de ir de setas o de agua bendita. Está Paulo, su pinta de gogó perrofláutico. Jesús, a quien evitan por miedo a ser invitados a un bukkake, y el otro, a quien evitan por miedo a ser invitados <i>a salir</i>. Yo puedo disfrazarme de una Olga cualquiera, de cajera de Cajamurcia o de Hipercor, de chica Zara que ha quedado para acabar bailando sobre las barras. Es mi disfraz habitual, de hecho. Todos los días son halloween para mí.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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Siempre he amado esos viajes de ida y vuelta al país de la normalidad. Nunca he necesitado visado, porque soy una señorita de Los Teatinos y todo eso de la buena presencia nos lo equipan de serie. ¿Sabéis los anuncios de cereales dietéticos, esas familias y esas casas impolutas, gigantescas y luminosas? Mi familia y mi casa podrían ser. Desde niña he buscado la grieta, y desde antes todavía he intuido que bajo esa superficie tan televisiva que recubre los exteriores y los interiores de mi barrio y mi clase se oculta una grieta imposible de cerrar, imposible de medir. Pero yo quería asomarme. Una buena parte del arte del siglo XX se ocupa de esa grieta, pero yo quería asomarme a la grieta <i>de verdad</i>.</div>
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<br /></div>
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La grieta de verdad está muy bien escondida. Hay dinero para alicatadores, para albañiles y, en última instancia, para mudarse. Para <i>reinventarse</i>, que es un verbo que nos encanta, signifique lo que signifique. Para terapeutas, cirujanos, entrenadores personales y rehab, para putas y cruceros y MBAs, para yoga y para diezmos y para comida orgánica y para las mejores drogas del planeta, para asesores fiscales y abogados, para hacerse nombres en el mundo del arte. Incluso hay dinero para tirarlo en falsas grietas, en experiencias liminares como pelearse con toda la familia, hacerse mochilera y vivir un año sin dar señales de vida, ni pedir el sueldecito, y luego volver de hija pródiga y tomarse otro año sabático <i>recuperándose</i> y yendo al gimnasio con mamá y a <i>escapaditas de compras</i> (París, Estambul, San Francisco) y a la peluquería y a aprender a repetir que en realidad has estado haciendo un intensivo de ruso en San Petersburgo.</div>
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<br /></div>
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¿Existe la grieta, o es una grieta falsa para las pelis de Buñuel o las novelas de Philip Roth? ¿Hay algo más que la fractura que creamos al buscar la fractura? He estado de okupa un tiempo (pero obviamente de falsa okupa, de chica-perdida, sin leer un solo libro ni enterarme de nada de lo que se decía en charla alguna), también he hecho el papel de despechada adicta múltiple que tanto adoran los psiquiatras con consulta privada. O he dejado pasar el tiempo. O he escrito ficción realista o realidad ficcional o ficción ficcional o realidad real. O me he metido en el papel que se me ofrecía de una forma obsesiva y total e inverosímil (a lo Daniel Day-Lewis, podríamos decir). Pero nunca pasa nada. Todo eso se incorpora, se pinta por encima, transcurre. Mi madre dice "la nena ha estado un poco plof desde que Fernando y ella rompieron, pero yo ya la veo mejor. Este año nos vamos a ir antes a la playa, a que le dé el sol y se bañe y le cambie la cara". Con esa simple declaración, repetida seis o siete veces, equilibra la tragedia politoxicómana que yo tenía montada, y la deshace. En resumen: que no existe tal grieta, porque para que la hubiera tendría que haber un muro sólido que pudiese resquebrajarse.</div>
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<br /></div>
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También, ya que estamos hablando de follar, he buscado-creado grietas a través del sexo. Pero no mucho. Me di cuenta enseguida de que, siempre que cumpliese la norma de la discreción, nada de lo que pudiera hacer yo en la cama iba a suponer ningún escándalo. Eso sí: debía hacerlo con personas de clases inferiores, para no aportar impurezas emocionales al ecosistema burgués de la ciudad. Tuve mi primer amante a los dieciséis: un joven profesor nativo de inglés de mi instituto. Conseguí que lo expulsasen. También a esa edad estuve acostándome con la hija del chófer de mi padre. A veces nos reíamos mucho. Las dos estábamos embarcadas en parecidas investigaciones.</div>
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<br /></div>
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A continuación tuve un novio poeta y alcohólico doce años mayor que yo. Lo llevé a cenar a casa una nochevieja, pero antes lo invité a unos cuantos whiskies, para que su lengua se hinchase y soltase, y su coherencia fallase. Cruzó en estado de ebriedad el recibidor de mi casa, vestido con una americana negra sobre una camiseta roja donde se podía leer <i>Marx Attacks!</i> sobre un dibujo del viejo Karl caracterizado de marciano malvado. También llevaba unos pantalones vaqueros de Springfield, bastante gastados, y unas botas Chuck Taylor que alguna vez habían sido verdes, llenas de agujeros y manchas de roña. Sabía que había pasado horas maquinando ese look, como si fuese un mensaje subversivo que introducir en la casa del gran industrial de los envases, en la noche de fin de año. Pobre Pedro.</div>
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<br /></div>
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¿Qué más queréis que os cuente? Participé en tríos de la mano de hombres muy en su papel de pigmaliones de la desinhibición, a quienes yo más bien veía en el papel de siervos bien instruidos. Siempre me llevaban con putas, porque no tenían amigas que quisieran participar en la actividad, y ni se planteaban permitir tocarme a los muchos amigos que sí habrían querido. Así de desinhibidos eran, mis chicos. Luego siempre me decían <i>te quiero</i>, y a mí me avergonzaba. No entendía por qué necesitaban compensarme emocionalmente. Pensaba que me tomaban por tonta. Ahora sé que me lo decían en serio, y que la desesperación que los consumía cuando los dejaba también era real. Para pagarles a las putas se veían obligados a ahorrar o a pedir prestado. A veces me ofrecía a pagar yo, pero nunca me dejaban. Eran camareros, comerciales, artesanos del cuero o diseñadores gráficos, pero no se veían como proletarios, sino como artistas. Artistas planos.</div>
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<br /></div>
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Y qué queréis que os cuente, yo qué sé. Una vez tuve un amante que solo quería de mí que me tumbase junto a él y lo observase masturbándose. Estuve con un profesor de la UMU que tenía un micropene y se avergonzaba de él, y me hizo mucha gracia que toda la excelsa teoría que forraba las paredes de su casa no le hubiese ayudado a superar su complejo ni un poquito. El falo más grande que he visto, una manguera violácea de treinta y cinco centímetros que tardaba veinte minutos en ponerse erecta, era de uno de sus alumnos. No me lo pasé mejor con él que con su profe. En general, siempre me lo he pasado bien, nunca he tenido experiencias desagradables ni nadie me ha hecho sentir violentada o presionada, pero las estrictas normas que me inculcaron en mi adolescencia, sobre todo la de restringir mis aventuras sexuales a las clases inferiores, me han impedido disfrutar de la intimidad, de la sensación de descorrer un velo y traspasarlo con un igual. Mis alternativas a esa ligera insatisfacción son escasas: la frigidez o el matrimonio con un igual, o ambas cosas a la vez. Conozco a algunos chicos que serían candidatos aceptables, e incluso me caen bien, pero me basta con verlos entrar a un bar pasadas las dos de la madrugada para saber que también ellos tienen un largo historial de depredación a sus espaldas, y tampoco saben hacer otra cosa. Doy por bueno, qué demonios, este pequeño inconveniente de clase. Lo superaré. De vez en cuando atravieso largas fases de celibato, como las atravieso de politoxicomanía, obesidad, desarreglo nervioso o escritura compulsiva. Ni cincuenta años de MDMA intercalados de dentistas y rehab conseguirían borrar mi nombre de las acciones de mi padre. Y mira que he intentado cosas. Cosas que vosotros no debéis intentar en casa, porque vuestro nombre sí se borraría.</div>
Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-49130422997933789542013-10-03T11:05:00.003+02:002013-10-03T11:05:27.967+02:00INTERMISSION<div style="text-align: justify;">
Dentro de la pereza, están las ensaladas. Dentro de las ensaladas hay cualquier cosa que uno tenga en la nevera. Por ejemplo, brotes de soja. Dentro de los brotes de soja hay un nódulo de podredumbre, negro y pequeño pero que amenaza con contagiarse a los demás. Dentro de ese nódulo está la tristeza. La tristeza contiene a su vez un número de elementos, casi todos extraídos del pasado, pero no todos. Dentro de los elementos no pretéritos de la tristeza están los solipsistas del mundo. Dentro de los solipsistas (no fuera, como suele) está el mundo. Pero es un mundo bastante subjetivo, si lo pensáis. La diferencia entre realidad y ficción no es que se haya "desdibujado", como suele ocurrir en las contraportadas chachis de la literatura puntera, es que no importa, porque nunca nadie va a venir a separar ambas cosas. Como mucho, las separaciones se hacen de forma totalmente arbitraria, utilizando títulos random y numeración de ésa de piratearse las series. Por último, dentro de ese mundo chino de que veníamos hablando, hay intermedios que llamamos "Intermission" en homenaje a "Help!", la peli de los Beatles que tanto abundaba en ellos. En los intermedios no hay, aparentemente, nada. Pereza, como mucho.</div>
Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-64631962823374774942013-09-25T10:31:00.001+02:002013-09-25T10:31:05.336+02:00UN AÑO CHECO, 5X05<div style="text-align: justify;">
MÁS TURBACIÓN</div>
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Nací en Europa Occidental a principios de la década de los ochenta. Mis dos opciones eran: neurosis u oligofrenia, y yo elegí. Los que mandaban empezaban a darse cuenta de que toda esa libertad sin ira de las canciones podía no ser tan deseable a fin de cuentas. Recuerdo haber visto por la tele al Cojo Manteca, que era muy malo y feo y rompía con su muleta todo lo que se encontraba. A la niña de quince años a la que la policía le pegó un tiro en la misma manifestación no recuerdo haberla visto tanto, claro. Por la radio sonaban cosas como <i>Camino Soria</i>, de Gabinete Caligari, o <i>Jardín de rosas</i>, de Duncan Dhu. Para nosotros las opciones eran dos: Mecano, o Cojo Manteca. OTAN o bases. CEE o Franco. Tiro en el culo, o reforma laboral. Robert Zemeckis o incomunicación.</div>
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<br /></div>
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Vi <i>Regreso al futuro</i> tres veces: un viernes, un sábado y un domingo. Es la primera película de la que guardo recuerdo. Si sus colores ahora os parecen chillones, imaginaos cómo me parecían a mí, a los cinco años.</div>
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<br /></div>
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Como todos los que nos dedicamos a actividades creativas, como la literatura, el hikikomori y/o la administración y dirección de empresas, paso mucho tiempo en mi propio pasado. Una vez allí, busco. Se trata de una búsqueda de carácter sexual, concretamente una caza de material masturbatorio. Voy a hacer un chiste fácil: el presente plantea un déficit estructural de turbación, y necesitamos más. Entramos en la máquina del tiempo y ajustamos sus controles hacia exactamente diez minutos atrás. Entonces salimos desnudos de la máquina y nos follamos a nosotros mismos. A quienes éramos. Esa autoviolación diferida es el principio activo del noventa por ciento de la literatura disponible. Suele terminar en gatillazo.</div>
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<br /></div>
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Mi primera vez fue con una chica que se había encaprichado de mí y que proclamó a los cuatro vientos que me iba a despojar de mi virginidad en la madrugada entre el viernes veinticuatro y el sábado veinticinco de septiembre del año mil novecientos noventa y nueve, en el altillo del bar Ítaca, donde ella trabajaba, después de cerrar. Fue una experiencia horrible que no sé cómo pude llevar a término. La taquicardia y la desesperación me hicieron proferir dos frases erróneas que arruinaron mi esperanza de repetir con la muchacha: primero pedí permiso para correrme (no sabía si era mi turno, ni si había turnos) y luego para abrazarla. Supongo que ésta fue una de esas no tan raras ocasiones en que la neurosis se confunde con la oligofrenia.</div>
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<br /></div>
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El último párrafo ilustra lo que quería demostrar en el penúltimo.</div>
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Una vez follé con una chica de la que llevaba enamorado un año. Lo hicimos en una playa, después de una noche de fiesta. Aún no había amanecido y me quedé flotando desnudo, haciendo el muerto en el agua. Había fumado un montón de polen y mi percepción del tiempo estaba distorsionada. A la felicidad y las endorfinas se sumó la sensación de estar notando la rotación del planeta, bajo las constelaciones estivales. El silencio.</div>
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<br /></div>
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Me dormí. Soñé que flotaba río arriba, y que poco a poco me iba haciendo más pequeño. El río me dejó al borde de un prado. La hierba era muy alta o yo la percibía así porque tenía seis años otra vez. Había flores, mariposas y una luz perfecta que solo podía ser producto de un filtro muy caro. Campaban a sus anchas por allí todas las mascotas que han vivido conmigo alguna vez, pero no en sus últimos días de obesidad y pereza, sino en sus mejores tiempos: mi gata Nina, que se murió de vieja, era por arte de magia tan joven como su propio hijo, mi gato Nino, que se cayó por la ventana mi primer día de clase en la uni, y lo mismo un perrito mestizo que tenían mis padres y que apenas recuerdo. Mis padres también aparecieron, muy jóvenes y flacos, guapos e inocentes y enamorados. Iban desnudos como yo. Aún se me ponen los pelos de punta al recordar el abrazo que nos dimos, dentro del sueño.</div>
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<br /></div>
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Nos bañamos en el río, encendimos un fuego y asamos calabazas y pimientos. Después me envolvieron en una manta y me cantaron nanas que yo ya había olvidado. La voz de mi madre, la luz de la hoguera y las estrellas del verano me acompañaban al sueño, pero no me dormí. No quería perderme nada. Después de un rato, vi que mis padres se ponían a hacer el amor y supe que había llegado al centro de la narración. Todo lo demás: el río, el prado, las flores, las mascotas, la hoguera y hasta las constelaciones estivales emanaban del sexo de mis padres y eran, pues, sexo a su vez. También yo, obviamente. Me desperté.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Me desperté solo y sin ropa a una hora en que las señoras ya clavaban las sombrillas por doquier, pero ésa es otra historia que no viene al caso.</div>
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<br /></div>
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El sexo es un atractor extraño. Hace gravitar en torno a él al resto de circunstancias en movimiento que lo rodean, y les impide escapar. De este modo, genera una figura dinámica que perdura en la memoria. A esta metáfora cósmica le añadiremos unos convenientes agujeros de gusano, para viajar en el tiempo.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Suelo desear que no existiera.</div>
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<br /></div>
<br />
<br />
<br />Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-579151778980690722013-09-06T01:04:00.000+02:002013-09-06T01:04:19.902+02:00UN AÑO CHECO, 5X04<div style="text-align: justify;">
JESÚS</div>
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<br /></div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Nací en 1977 y empecé a perder pelo en 1997. Son veinte años justos. En realidad empecé a perder pelo en 1995, pero he puesto 97 para no obligaros a calcular demasiado.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En ese momento, a mitad de los años 90, con la carrera recién empezada y dos números de un fanzine sobre música electrónica en la calle y algunas novias y algunos viajes y algunos experimentos tóxicos en el cuerpo, me levanto y me miro al espejo y observo una pequeña pero súbita tonsura en mi pelo cortado al cazo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Podría haber luchado. Podría haberme resistido. Raparme. Llevarlo con humor y dignidad. Aprender del hecho de que, por primera vez, las cosas no me saliesen bien. Tampoco mal. Quedar beta en algo. El fracaso eventual. La etiqueta subprime. Todo el mundo es beta en algún aspecto, como repiten millones de psicólogos de highschool a millones de adolescentes suicidas/masskiller, todos los días, como un mantra. Nadie es perfecto. La vida de todo el mundo alberga derrota. La sombra engendra luz, como decía Valente.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Es mucha lucha, ésa contra la derrota, para que acabe engendrando luz. Y yo me rendí. Algo en mí propendía a la rendición sin que yo fuera muy consciente de ello, como ese deseo de que te maten tras pasarte el nivel 40 del Tetris. Un año después, no solo estaba ya tan calvo como ahora, sino que ya tenía este mismo buche. Sin saber aún nada de los hikikomori, ya pasaba entre veinte y veinticuatro horas al día en esta misma habitación de la casa de mis padres. Tardé en acabar Informática. Me habitué a un ritmo de vida de lo más vampírico: me despertaba alrededor de las tres de la tarde, me traía algo rápido para comer al cuarto y encendía el ordenador. Me compré una primitiva grabadora de cedés y ganaba dinero vendiendo discos copiados a los antiguos lectores de mi fanzine. No volví a tener una novia, ni una amante. No pisé un bar o un concierto durante todo el resto de la década, al menos. La sensación de rechazo, cuanto más puro mejor, era mi morfina.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Vi (veo) mucho porno. Mucho. Exploro esa sutil frontera de la sobredosis de porno que linda con la asepsia, con el hiato entre las imágenes y los trasmisores neuronales de la excitación sexual. Viajo hacia esa especie de nirvana entomológico en que el porno ha desbordado, por acumulación, mi genoma humano, y ya no me excita. En el centro de las imágenes hay un país de insectos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Mis padres <strike>intentaron hasta hace un tiempo</strike> siguen intentando (oquei, seré sincero) que reciba atención psicológica. Me presionan amenazándome con retirarme su apoyo económico e incluso con echarme de casa. Cuando accedo a ver a alguien, siempre impongo la condición de que ese alguien venga a casa, a mi cuarto. En mis años mozos, los recibía con un amplio dossier sobre el fenómeno del hikikomori, del que jamás habían oído hablar. Siempre los liaba con eso. Mientras se ponían al día y empezaban a proponerme pequeños ejercicios conductistas, yo ya había convencido a mi madre de la incompetencia del sujeto o sujeta y podía quedarme tranquilo otra temporada.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Es cierto que tuve un trabajo durante un tiempo, de machaca de hardware en la tienda PC OK de un vecino. Más bien en la trastienda. También es cierto que me acostumbré a sacar fotos y vídeos de los ordenadores que tenía que reparar. ¿Veis esos discos duros externos? Ahí está todo. No me masturbaba con eso ni nada. O bueno, casi nunca. Lo hacía porque era lo que se suponía que un personaje como yo debía hacer. Por el mismo motivo me llevé un sofá al sitio y me quedaba a dormir allí.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Decidí estudiar Turismo para montar una web de viajes y no tener que hablar con nadie nunca más.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Esto último suena gilipollas. Pero es verdad. No por despecho, no por una pervivencia de la adolescencia, no por sociopatía. Para ver si era posible.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Rodearse de pantallas. Su luminiscencia amniótica.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Que en todas haya parejas follando y comiendo pollas y penetrando orificios y ensalivando piel humana.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y que al hacer zoom puedan verse los insectos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-61349493729760946562013-08-11T14:30:00.002+02:002013-08-11T14:33:02.258+02:00UN AÑO CHECO, 5X03<div style="text-align: justify;">
PATRICIA Y ÁNGELA MIRALLES</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Las Miralles no hablan. Suben un día un enlace al grupo de Facebook: <a href="http://bit.ly/1eBTB2w">http://bit.ly/1eBTB2w</a>. Es un texto llamado "Evangelio", un relato inédito de juventud de Juan Bonilla probablemente demasiado blasfemo para ser publicado en los 80. <i>¿Y esto a qué viene?</i>, les preguntamos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Esto de qué va, nenas. Parece como autoayuda.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Vaya chiste. No tiene ninguna gracia. Qué patético el narrador.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Pero entonces, ¿hay que follar mucho para que Dios te quiera? No lo entiendo, chicas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿Y ésta es vuestra historia sexual? Menuda mierda, no salen ni tetas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Venga, va, y qué relación hay entre la historia y vosotras. ¿Habéis pasado por alguna época de follar mucho para que se os perdonen los pecados?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Nosotras no hacemos eso.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Entonces, ¿sois como el diablo, no? Porque si sois antisexo, sois diabólicas, aquí lo dice.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- No somos antisexo. Follar no follamos, pero nos encanta mirar.</div>
Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-31270284197295910752013-07-05T11:24:00.003+02:002013-07-05T11:24:57.895+02:00UN AÑO CHECO, 5X02<div style="text-align: justify;">
PAULO</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿Alguna vez os habéis follado a un feo? Y no hablo de un feo encantador, ni una de estas personas que hacen que te preguntes dónde reside su atractivo. Me refiero a un blando, triste, plano feo sin nada con que compensar su fealdad. Peor: alguien cuya personalidad se ve afectada para mal por su defecto, enturbiada, deformada, envenenada. Sus experiencias no son vividas a pesar de su fealdad, sino a través de ella. No tienen mucha idea de nada. Toda su alegría es difusa, solitaria. Me lo suelo encontrar en sitios como el Temperatura Ambiente. Acaban de salir del armario a los veintipico y solo se relacionan con mujeres. El género masculino les produce pavor. Sus amigas suelen ser tontas y una noche deciden llevarlo al ambiente "para que se quite complejos". Entonces llego yo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Contrariamente a lo que podáis pensar, no es fácil follarse a uno de estos feos, tristes, grises especímenes humanos. Llevan veinte años utilizando la huida como respuesta a todo lo que les pasa y cualquier pico de excitación los hace tomar las de Villadiego. Lo que suelo hacer es entrar en contacto con algún comentario simpático sobre su siempre horrendo look y me aparto a saludar a alguien. Entonces, sus amigas lo acorralan. Con frecuencia él ya está haciendo planes de fuga a esas alturas, pero ellas se los desbaratan. Le ordenan quedarse, le ordenan abrirse a lo que pase, le ordenan mandarme señales de deseo. El tipo (vamos a llamarlo <i>José Pedro</i>) tolera con obediencia estas intolerables intromisiones, y cumple visiblemente aterrorizado. Las chicas, a quienes suelo aborrecer con todo mi ser porque aunque no lo creáis yo también soy humano, están encantadas con todo lo que pasa, como si fuese normal que un ser del tipo de José Pedro ligase con uno del mío nada más poner un pie en un antro tan patético como ése. En fin. Una vez que ya sus supuestas amigas lo han aleccionado a dejarse comer por el gay alfa, vuelvo sonriendo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La conquista sigue siendo difícil. El pánico impide a la presa disfrutar con el ritual o excitarse. No quiere estropear nada ni sabe qué va a pasar. Se siente a la deriva. Cuando introduzco en la conversación las primeras alusiones al sexo, se queda callado. El nerviosismo, a veces, le hace abrir la boca en muecas extrañas, le tiembla la cabeza y se ve obligado a sujetársela con la mano. Sale corriendo hacia el cuarto de baño, pero dos o tres de sus harpías (ahora son <i>mis</i> harpías) corren tras él.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Como todo ritual periódico, el sexo también corre el peligro de contaminarse de formalismo, de dejarse controlar por la dictadura de lo periférico.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Siempre que puedo, subo a casa de José Pedro en lugar de ir a la mía. En su habitación encuentro al fin muestras de que mi amante está vivo: coleccionismo, <i>fandom</i>, carteles de películas, cosas así. Igual le interesa la época dorada de Hollywood o los cómics de Tomine o Kraftwerk. A todo eso renunciaría en este momento, por mí. O por mi desaparición. Lo soy todo. Un semidiós de la época en que el mundo estaba aún por escribir. Y así seré recordado.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
De modo que sí, que os recomiendo que os folléis a un feo, que os miréis en ese espejo. Que os folléis a un feo y también que durmáis en una habitación de un hotel de carretera. Uno muy viejo. Uno de esos establecimientos que empezaron a aparecer en los años sesenta, venido a menos y sin reformar. Yo lo he hecho muchas, muchísimas veces. Una vez me quedé sin dinero y sin trabajo. Mis amistades estaban quemadas y ya no podía pedir más refugio en sofás. Para dormir allanaba el último piso de estudiantes en que había vivido, que estaba vacío durante el verano. O hacía esto otro. Me colaba en gimnasios para ducharme, y allí robaba un macuto, cuanto más grande mejor. Me quedaba con su contenido y lo rellenaba de tierra y papeles de periódico, y me iba a las salidas de la ciudad a hacer autoestop. Me recogían camioneros y me dejaban en viejas áreas de descanso de la red de autopistas del estado. Entraba con mi macuto al motel y me registraba con una fotocopia falsificada del DNI. Me tumbaba en la cama y apagaba la luz.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Entonces esperaba la aparición de fantasmas. Pensaba en los cientos de cuerpos que habían dormido sobre ese colchón, entre esas paredes. En sus vidas difusas, extendidas sobre miles de kilómetros de carreteras infinitas. Pensaba en la impregnación de todas esas personas sobre las cortinas y las sábanas. En una sensación de soledad muy parecida a la mía. Pensaba en una religión postmoderna aprendida en películas de miedo con casas encantadas, o de amor tipo <i>Ghost</i>. Mística con Patrick Swayze. Con Iker Jiménez. Un culto en que nada ocurre sin pasar antes por taquilla. Y nada ocurrió. Jamás escuché ni una mala psicofonía, ni un triste ectoplasma me tocó mientras dormía. El rumor de los vehículos y el aire del ventilador. Nada más.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Por la mañana salía del hotel contando monedas, como si me dirigiese a la tienda de la gasolinera. Sin el macuto. Y ya no volvía. En el camino de vuelta solía robar limones para venderlos en los bares de pueblo que iba encontrando o cambiarlos por un almuerzo. Limones murcianos del mes de junio, tan amarillos que se recomienda el uso de gafas de sol. Y toda la consumística se deshacía. No solo los fantasmas, también la idea de los fantasmas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Estas dos operaciones que he realizado tantas veces, la de follarme a un feo y la de comprobar la inexistencia de sobrenaturalezas, son de alguna manera opuestas, las veo opuestas. Un Paulo izquierdo hace una cosa, y un Paulo derecho la otra. Después de eso siempre nos duchábamos juntos.</div>
Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-59733125771956098522013-07-03T10:48:00.001+02:002013-07-03T10:48:57.522+02:00UN AÑO CHECO, 5X01<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">SEXO<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Como
ya hemos asumido que no es elegante hablar de nuestra biografía sexual todo el
rato, porque ya se sabe que quien presume carece, inventamos personajes. Amigos
invisibles con quien nos une una relación infinitamente íntima. Hablamos de
sexo a través de ellos: de lo que hemos hecho y de lo que hemos deseado,
indistintamente. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Luego
tratamos de adivinar qué hay de vivido y qué de imaginado en las historias de
los amigos de los demás.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Luego
modificamos las historias, para ponerle más difícil a los otros adivinar la
parte de la ficción. Cada uno hace esto a su manera.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Jesús,
por ejemplo, con sus camisetas de Kukuxumusu y Héroes del Silencio y su
calvicie y su sedentaria vida de técnico de reparación de ordenadores, aparece
siendo <i>utilizado</i> por grupos de dos o
tres chicas, vestidas con bikinis de plástico de colores vivos y guantes sanitarios
de látex. Estas dominatrices tan comunes aparecen de súbito en la habitación de
nuestro amigo, lo desnudan, lo amordazan, lo obligan a arrodillarse sobre una
extraña silla sin apenas respaldo y lo inmovilizan envolviéndolo en film
transparente, de uso alimentario. Dejan el pene fuera. A continuación lo
masturban entre las tres. Cuando eyacula, se regocijan y ríen, poniendo falsas
caras de asco al señalarse gotas de semen sobre la piel. El tipo, que está
amordazado, emite ruidos de cerdo al llegar al orgasmo, muy fuertes. Esto
provoca hilaridad. No solo entre las dominatrices, también entre nosotros.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Jesús
juega a este juego sacándose del plano. Sabemos (al menos algunos de nosotros
sabemos) que ha experimentado con prostitutas, pero prefiere mantenerse en una
narración compuesta de tópicos del porno japonés.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Paulo
es tal vez el más previsible. Sus historias son un muestrario de tópicos
iniciáticos de la sexualidad gay. Juega a epatar, a “todo es verdad aunque no
os lo podáis creer”. Fisting, orgías, enemas, glory holes, parafilias de
sobrepeso y precios del popper.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Y
entonces está Olga. Su alter ego es un macho alfa de la especie humana. Ella
aparece como amante eventual. El tipo muestra una sinceridad absoluta, una
sinceridad de personaje de ficción. Entra a un bar como quiera que entre a los
bares un bello y musculado David de 1,90, y allí saluda, bromea, charla,
esquiva a antiguas amantes, bebe, baila y, llegados a cierto punto, mira a su
alrededor en busca de pareja sexual.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Ya
hay algunas candidatas enviándole señales, del tipo bailar con movimientos
sexis delante de él como quien no quiere la cosa, mirarlo alternativamente a
los ojos y a los labios, plantarse al lado o decirle “anda, moreno, invítame a
algo, ¿no?”. Entonces, el álter ego masculino de Olga, a quien a veces de broma
hemos llamado <i>Olgo</i>, filtra. ¿Y cómo
filtra? Plantea prácticas sexuales levemente humillantes, como eyacular en la
cara de la chica, o practicar el coito anal. Lo hace de forma muy directa: “Me
voy contigo si me dejas hacerte x”, y a continuación se queda mirando a la
chica. A las que dicen sí en el momento las desecha. También, obviamente, a las
que dicen no. Se queda con las que dudan, con las que se ponen nerviosas, con
las que no están seguras de si podrán aguantarlo con dignidad. Esa reticencia
dubitativa, que a veces se resuelve a su favor pero otras veces no, le provoca
una erección.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Una
vez en su casa suele proponer, además, grabar en vídeo la sesión. Las batallas
internas que libran esas chicas consigo mismas antes de responder lo excitan
tanto que, a veces, sufre eyaculación precoz. La cámara enfoca ante todo la
cara de la mujer. Su porno, que usa luego profusamente, a lo largo de la
semana, son los vaivenes emocionales de su <i>one
night stand</i>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">¿Quién
es Olga, qué es verdad, quién es el protagonista de las historias y qué
distancia media entre él y nuestra amiga? Vemos al tipo en la puerta del Musik
a las seis de la mañana, diciéndole a una chica que quiere hacerle un <i>pearl necklace</i> y grabarlo en vídeo. La
chica pregunta qué cosa es un <i>pearl
necklace</i> e intuimos que él ya estaba previendo con placer esta pregunta y
la explicación subsiguiente. Ella pone cara de duda, se toca el cuello, mira
hacia otro lado. Dice no y sube a un taxi que sale en dirección sur. Sin
embargo, antes de llegar al río, se lo piensa otra vez y le ordena al taxista
volver a la puerta del bar. La carrera son 3,55 y <i>creemos</i> en esa cifra, en esos tres numeritos rojos en el taxímetro
al detenerse junto a la plaza de toros. Ahí está Olga saliendo del vehículo y
ahí está el chico fumando todavía y algo va a ocurrir, algo que emerge de la
ficción y (al menos a Jesús y a mí) nos acelera un poco el pulso y nos provoca
una erección considerable.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">A
veces me animo y hablo en ese momento. Mis personajes son dos: chico y chica. Son
amigos y se desean, pero él es de tipo neurótico y oculta consciente o
inconscientemente su deseo, por miedo al rechazo, y las señales que ella envía
son demasiado débiles o ambiguas para un introvertido. Piensan el uno en el
otro cuando se masturban, y de algún modo consiguen visualizarse exactamente
como son cuando no llevan encima ninguna ropa, y adivinan los fetiches reales
del otro, y aprenden de sí mismos, y cada vez follan mejor, y esa relación
sexual les produce dependencia, e inevitablemente comparan para mal cuando en
la vida real se acuestan con otros, y rechazan, y no se hablan, y el asunto se
vuelve tóxico, y sufren etcétera.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Las
Miralles se limitan a sonreír.</span><span style="font-family: Verdana;"><o:p></o:p></span></span></div>
Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-62098445117224384692013-05-27T21:09:00.004+02:002013-05-27T21:09:52.782+02:00INTERMISSION<a href="http://members3.boardhost.com/murciarock/msg/1367719433.html">La metaficción ya cansa</a>.Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-80500518427850695182013-05-17T00:00:00.000+02:002013-05-17T00:00:14.032+02:00UN AÑO CHECO, 4X10<div style="text-align: justify;">
RITO DE PASO</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Lo he hecho. He dado el paso. He quedado con mis amigos por fin. Con Jesús y Olgaga, al menos. Paulo está en el barco y las Miralles ilocalizables. Les he dicho que tengo planes para todos, nuevos planes tras la aventura checa. Luego me he hecho un powerpoint. En el powerpoint, que he rellenado de datos que he copiado de internet y de otros inventados, demuestro la relación entre crisis económica y autoayuda cruzando la tasa de paro desde 2010 con las ventas de "Tus zonas erróneas", de Wayne W. Dyer (un clásico de 1976 editado en castellano por Grijalbo, entre otros, y por DeBolsillo en 2010). Luego enlazo <a href="http://www.lavanguardia.com/libros/20101026/54059431291/la-crisis-dispara-la-venta-de-libros-de-autoayuda.html">un artículo de La Vanguardia</a> que da por buena mi tesis. Y mi tesis es: que cuando vienen mal dadas y te has quedado en el paro o corres el riesgo de perder la casa o no tienes para pagar la universidad de los niños o eres interino docente o algo así, la culpa es tuya por no funcionar como tu primo Pablo, que tiene una empresa que pita bien y este verano se va con su mujer (que está mucho más buena que tú) y sus niños a la jodida Riviera Maya. Y mi tesis sigue: así las cosas, una vez que has aceptado que la culpa es tuya y has completado ese proceso de revelación y contrición, lo primero que vas a hacer es buscar ayuda. Para readaptarte. Para limar esas aristas incorrectas que impiden tu fluido deslizamiento por el tobogán del éxito, ése que disfruta la gente superior. Pero cuidado. Ayuda sí, pero a ver cuál. Amigos, familia y conocidos no, porque lo último que queremos, en este momento, es perder aún más puntos. La ayuda que vale es la que no te obliga a identificarte. Coño, claro, cómo no lo había pensado antes: la autoayuda.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">He mencionado el libro de Dyer: en él puedes enterarte de que </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span>
</div>
<blockquote class="tr_bq">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Las <i>zonas erróneas</i> son las siguientes:</span></div>
<ul style="background-color: white; line-height: 19.1875px; list-style-image: url(data:image/png; margin: 0.3em 0px 0px 1.6em; padding: 0px;">
<li style="margin-bottom: 0.1em; text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;">Cualquier pensamiento que provenga de una autoestima insuficiente.</span></li>
</ul>
<ul style="background-color: white; line-height: 19.1875px; list-style-image: url(data:image/png; margin: 0.3em 0px 0px 1.6em; padding: 0px;">
<li style="margin-bottom: 0.1em; text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;">Culpabilidad o preocupación.</span></li>
</ul>
<ul style="background-color: white; line-height: 19.1875px; list-style-image: url(data:image/png; margin: 0.3em 0px 0px 1.6em; padding: 0px;">
<li style="margin-bottom: 0.1em; text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;">Necesidad de aprobación externa.</span></li>
</ul>
<ul style="background-color: white; line-height: 19.1875px; list-style-image: url(data:image/png; margin: 0.3em 0px 0px 1.6em; padding: 0px;">
<li style="margin-bottom: 0.1em; text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;">Postergación al obrar.</span></li>
</ul>
<ul style="background-color: white; line-height: 19.1875px; list-style-image: url(data:image/png; margin: 0.3em 0px 0px 1.6em; padding: 0px;">
<li style="margin-bottom: 0.1em; text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;">Necesidad de justicia.</span></li>
</ul>
<ul style="background-color: white; line-height: 19.1875px; list-style-image: url(data:image/png; margin: 0.3em 0px 0px 1.6em; padding: 0px;">
<li style="margin-bottom: 0.1em; text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;">No hacerse responsable de sí mismo.</span></li>
</ul>
</blockquote>
<div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="line-height: 19.1875px;"><br /></span></span></div>
</div>
<div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="line-height: 19.1875px;">Es decir, que atenerse a normas morales, retrasarse en la producción o achacar al jefe algún problema que hayas tenido es erróneo y está mal y así no vas a pisar la Riviera Maya en la vida. También puedes hacerte c<span style="font-family: inherit;">on <i>Inteligencia emocional</i>, de Daniel Goleman (Kairós, 1996), donde aprenderás que</span></span></div>
</div>
<div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="line-height: 19.1875px;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span></div>
</div>
<div>
<blockquote class="tr_bq">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">La inteligencia emocional nos permite:</span><span style="font-family: inherit;">-Tomar conciencia de nuestras emociones. -Comprender los sentimientos de los demás -Tolerar las presiones y frustraciones que soportamos en el trabajo -Acentuar nuestra capacidad de trabajar en equipo -Adoptar una actitud empática y social que nos brindara mayores posibilidades de desarrollo personal</span></div>
</blockquote>
<div style="background-color: white; line-height: 19.1875px; margin-bottom: 0.5em; margin-top: 0.4em;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
</div>
<div style="background-color: white; line-height: 19.1875px; margin-bottom: 0.5em; margin-top: 0.4em;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">O sea, que para ser inteligente hay que soportar todo lo que te pase en el trabajo sin perder espíritu de equipo ni ganas de pelotear ("actitud empática") a tus superiores., porque de esa manera vas a tener mayores posibilidades de <strike>forrarte el riñón</strike> desarrollarte personalmente.</span></div>
</div>
<div style="background-color: white; line-height: 19.1875px; margin-bottom: 0.5em; margin-top: 0.4em;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
</div>
<div style="background-color: white; line-height: 19.1875px; margin-bottom: 0.5em; margin-top: 0.4em;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Y el powerpoint sigue. Demostrando con datos aplastantes que éste es el proceso normal. Un estudio de mercado que arroja resultados muy positivos sobre la masa de consumidores potenciales y su tendencia expansiva. Y que a continuación da un salto para hablar de redes sociales. Relacionando el uso creciente de Facebook con los datos negativos del empleo. Estamos hablando de un estudio serio, bien argumentado, coherente e informado. No solo cuantitativo: ahí mismo me remango y entro a analizar las tendencias de uso de Facebook susceptibles de ser relacionadas con el paro, aportando como prueba los resultados de una entrevista que he hecho, de forma totalmente ficticia, a quinientos usuarios de la popular red social. Y esos resultados son claros: los usuarios en paro no solo usan Facebook mucho más, sino que se orientan hacia la autoayuda, hacia la difusión de mensajes de motivación sobreimpresos junto al jeto de Paulo Coelho o Alejandro Jodorowsky, hacia la multiplicación de contenidos anodinos de carácter pseudopsicológico y hacia la adopción de la jerga correspondiente. Según mi estudio, los desempleados de Facebook utilizan los términos "empatía", "paz interior", "liberación personal" y "chakras" hasta un 75% más que los usuarios con trabajo. Muchos de ellos afirman "estar aprendiendo mucho de sí mismos y de la vida" desde que perdieron su empleo, aunque no pueden acreditar ninguna lectura seria ni ningún curso de formación. Madre mía: se refieren a lo que leen y comparten en Facebook. Se refieren a los posts monguer de páginas como "Amor Incondicional En Accion" (sic), "Aprendiendo a Sentir", "•**•.Remedios Para El Alma.•**•" (sic) o "YO ESCUCHO!!! "LA VOZ DE LA MADRE TIERRA"" (sic, sic todo el rato). Están totalmente indefensos. Es el momento.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">En ese momento, cierro el portátil y miro directamente a los ojos de Olgaga y Jesús, quienes, visiblemente impresionados, aún no han podido decir nada sobre el asunto ni yo se lo he permitido. Y repito: Es el momento. Imaginad esas masas de gente sin trabajo que pasa hasta cinco horas al día mirando la interfaz del feis y esperando que le llegue al correo alguna oferta de empleo vía Infojobs y alimentando la creencia subnormal de que "están creciendo como seres humanos" o alguna babosada parecida. En ésas están cuando les aparece nuestro anuncio, bien posicionado arriba a la derecha: "Sanación online. Ayuda a otros y déjate ayudar". Sabéis tan bien como yo que le van a dar. Y que en cuanto entren en nuestra página, son nuestros. Tendrán un espacio para seguir compartiendo fotos de Coelho en blanco y negro con idioteces sobreimpresas, pero se desaconsejará vivamente el empleo de nombres y apellidos y fotos claras. Esto no les importará, porque ya conocen por Meetic y Badoo el mundo de la suplantación de identidades. Probarán la experiencia de ser aconsejados seis o siete veces, y a continuación no podrán vencer la tentación de ponerse a los mandos. A 49€/año más 15€ cada pedeefe de basura que les podamos colar "para mejorar sus ratings".</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Y en ese momento vuelvo a abrir el portátil para mostrar las expectativas económicas del proyecto. Manejo, basándome en ficciones absurdas, tres escenarios. Les muestro unos datos: 25.000 usuarios premium y 200.000 estándar en los primeros ocho meses de funcionamiento, con veinte mil copias digitales de libros vendidas, y una recaudación bruta un poco por encima del millón quinientos mil euros. Y añado: y éste es el escenario más conservador. Y entonces me callo, para amplificar el efecto deslumbrador.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
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<span style="font-family: inherit;">Olgaga se ha encendido un cigarro, el primero de la tarde (me doy cuenta ahora de lo raro que resulta verla un rato sin fumar, y ya de paso me doy cuenta de otros cambios: su cordura, para empezar, su evidente pérdida de peso, su retorno a la zona alfa de la especie, su aire calmado e irónico), y Jesús mira con media sonrisilla el fondo de su taza de café. No tienen prisa en romper su divertido silencio. Se miran. Estoy sudando. Olgaga suelta a bocajarro:</span></div>
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<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
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<span style="font-family: inherit;">- ¿Cuánto tiempo hace que no sabes nada de las Miralles?</span></div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Mucho, ¿por qué?</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿Quieres ir a verlas?</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿Al pueblo ése hippy? ¿Reciben visitas?</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- (Con sorna) Sí, he oído que sí, amor.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Ah.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Vámonos. Ven con nosotros. Ahora mismo.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Partimos rumbo norte a través de una tarde eterna. Cuando llegamos, aún es de día.</div>
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<br /></div>
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Las Miralles han transformado San Joy. Antes de ellas, la aldea era un proyecto muy crudo de rehabilitación libertaria rural, con una población máxima de quince personas en permanente conflicto y con un déficit insuperable de suministros básicos, incluyendo en esta categoría el agua para beber. Ahora es un asentamiento estable con unos quinientos residentes permanentes y doscientos más los fines de semana. Todas las casas del pueblo han sido rehabilitadas y un buen número de barracones nuevos las rodean. Hay una clínica, una escuela, unas letrinas y una zona techada polivalente, un pozo y una farola que funcionan con el mismo generador, un refrigerador comunal y unas cocinas, y plantaciones nuevas por todas partes. Además, según un mapa gigante que hay en el centro del pueblo, la población está rodeada de enclaves enigmáticos: "el prado de la comunión", "la llanura azul", "el viejo granero de las sonrisas". Ellas van desnudas de cintura para arriba, descalzas. Tienen la piel más bronceada y el pelo más rubio. No hacen absolutamente ningún ruido ni es posible saber dónde están en ningún momento.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Hay guiris por todas partes que saben exactamente el mismo español. Un español decente pero medieval, que solo se extiende sobre lo rural y lo espiritual, y nada más.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Los guiris, y todos los demás excepto nuestras amigas, pagan por estar allí. Mucho, mucho dinero. Además de pagar, trabajan muy duro durante muchas horas, también de forma obligatoria. Ahora andan excavando una fosa séptica.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
De forma altruista, emplean su escaso tiempo libre en ofrecer talleres para el resto de la comunidad. Los anuncian en un tablón en el que no cabe una palabra más.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿Y qué los lleva a San Joy, a cagar en letrinas y excavar fosas sépticas y dormir sobre jergones rellenos de paja seca y comer los peores arroces del universo, sin wifi ni cobertura de móvil ni teléfono, sin poder fumar ni comer carne ni beber ni drogarse? La posibilidad de aprender "el arte de la sanación" de las famosas terapeutas cósmicas Miralles, fanales de la humanidad. Las muchachas, en virtud de una suerte de mayéutica marca de la casa, no enseñan directamente, sino que se acercan de vez en cuando a escuchar a la gente que, en parejas, se pregunta mutuamente por "las heridas del alma" y aplica sus conocimientos a tratar de cauterizarlas. Cuando alguien lo hace bien, recibe como premio una sonrisa de una de las hermanas, que levita sin prisa hasta la siguiente pareja de aprendices.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La sonrisa, al parecer, engancha.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Olgaga y Jesús, que pasean entre los descalzos con cigarrillos y botes de cerveza, me proponen participar en la empresa. Paulo también está dentro. Me como el orgullo y digo que sí. ¿Qué tengo que hacer? Algo habrá. El pueblo se desarrolla solo, y por el momento no necesitamos aumentar el número de clientes a base de márketing. Es mejor dejar funcionar el boca a boca y que siga siendo muy difícil llegar aquí. En principio, con asistir a las reuniones ya cumpliría, pero eso sí, al menos una vez a la semana hay que pasarse por el pueblo para vigilar a las gemelas, tratar de que coman algo y mitigar tal vez alguna excentricidad demasiado alienígena, como hoy mismo, que han empezado a cazar grillos y a plantarlos en los caballones junto a las calabazas, para alarma de la numerosa población crudivegana de San Joy. Olgaga me dice que si les doy una papilla de sémola y maíz a cucharadas, como si fueran niñas pequeñas, a continuación me dejarán cepillarles el pelo un rato. Por si no estaba yo ya bastante convencido de participar.</div>
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<br /></div>
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Ya casi todos los aprendices están yéndose al catre y nos disponemos a volver al coche. La noche se ha cerrado y es posible ver el brazo de enfrente de la vía láctea en el cielo. Olgaga da el contacto y suena lo que había puesto al parar el motor, que es la cuarta canción del <i>Loveless</i>, de My Bloody Valentine. Ahora suena muy diferente, como si llegase de otra región del tiempo y del espacio. Mientras nos alejamos de San Joy y empiezo a rendirme a la somnolencia se me ocurre preguntar qué es de los guiris una vez que completan el "curso" de "sanación" de las gemelas. ¿Se vuelven a su casa, ponen consultas, qué?</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¿Estás tonto, tío? Cuando acaban aquí los mandamos a Praga, hombre.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Nunca me entero de nada. Esto es así.</div>
</div>
</div>
Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-80035366695173434132013-05-14T22:03:00.002+02:002013-05-14T22:03:58.598+02:00UN AÑO CHECO, 4X09<div style="text-align: justify;">
MEFISTÓFELES</div>
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<br /></div>
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<br /></div>
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Mi periplo por estos establecimientos terapéuticos de los que tanto hablo en esta cuarta temporada me ha robado los restos de estabilidad mental que me quedaban, amén de cuantiosas sumas de dinero y tiempo, sin obrar a cambio sanación espiritual ninguna, pero al menos he tenido una idea para un negocio.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El negocio es una empresa en internet, una red social basada en intercambios terapéuticos: yo te cuento mis problemas y tú, con tus conocimientos en psicología divulgativa, me orientas. Luego tú, a tu vez, vas y le cuentas tu mandanga a un tercero, y así sucesivamente. Todo el mundo evalúa a todo el mundo, y los terapeutas estrella pueden llegar a cobrar por sus consejos andado el tiempo. Por supuesto, para evitar previsibles problemas con los colegios de psicólogos me llevaré mucho cuidado de no llamar a esto "terapia" ni "ayuda psicológica", sino más bien "consejo independiente" o "guía externa".</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
También hay un manual de estilo cuyo incumplimiento podría llevar a la eliminación de la cuenta. En él, proscribo el empleo de etiquetas diagnósticas: ni "neurosis" ni "depresión" ni "ciclotimia" ni nada parecido. Sin diagnósticos. Esto no solo para ahorrarme problemas con esos jodidos psicólogos colegiados, sino para hacer más atractivo el producto. Mis terapeutas online no recurrirán a diagnósticos cliché: harán sentir a sus pacientes escuchados y únicos. Programas robots rastrearán los chats en busca de términos prohibidos y expenderán automáticamente las amonestaciones.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿Y de dónde saldrá la pasta? De varias fuentes: para empezar, solo se puede acceder al perfil de usuario "terapeuta" si se tiene una cuenta premium, que costará para empezar 49€ al año. Hay más requisitos para acceder a esa cuenta premium, como aportar algún diploma de algún curso de mierda de gestalt (con el tiempo los impartiré a través de otra web a módicos precios) o aprobar un examen online cuyo temario pienso vender en .pdf. ¿Y por qué iba nadie a invertir tiempo, dinero y esfuerzo en una cuenta de terapeuta online? Por dos promesas: la de "acumular experiencia terapéutica" y la de "cobrar por sesión si se alcanza un rating superior a 90/100". Por supuesto, pienso manipular los ratings.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En realidad, las dos promesas se resumen en una: la de convertirte en alguien sin necesidad de dejar tu silla frente al grasiento pc de casa de tus padres. La de llegar un día a tomar café con tus amigas y soltar a bocajarro: <i>ya soy algo, soy terapeuta online, hoy me han ingresado mis primeros veintiocho céntimos</i>. La de convertir tu tendencia a manipular a los demás, inversamente proporcional a tu capacidad de solucionar la mierda que inunda tu vida, en una profesión. En una identidad.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ah, bueno, y también cobraré por publicidad. Habrá un montón de anuncios de libros de (para)psicología divulgativa <i>con los que ampliar tus conocimientos y mejorar tus ratings</i>. La gente hará clic. No sé si cerrar la posibilidad de encargar esos libros a los usuarios no premium. Esto igual reduce las ventas, pero me estimula la idea de hacerle sentir basura a alguien simplemente impidiéndole su derecho al consumo.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿Y lo mejor de todo? Que será increíblemente terapéutico. Para mí, claro. Que cobraré mi venganza sobre las herramientas de sanación de que dispone mi sociedad para sus miembros enfermos, y solo porque no ha habido sanación para mí. O bueno, en realidad no. No sé por qué saco la tontería ésta del despecho, cuando ni siquiera he buscado en toda mi vida un profesional serio que me ayude. Demasiadas películas. Será terapéutico porque la disolución de estas herramientas me divierte. Porque puedo, por eso. Porque quién pagará por un psicólogo cuando se pueda piratear uno sin salir de casa, sin pasar vergüenza, sin que nadie detecte que mientes como un bellaco (o al menos casi nadie), sin necesidad de obedecer ese totalitarismo de ser tú, siempre tú, y tener problemas, siempre los mismos problemas. Porque a Olgaga le habría gustado, ella que entregó su cordura a la tarea de llenar el mundo de ficción, y también a Jesús. Porque por qué no.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Los necesito a ambos, a Olgaga y a Jesús. A ella para que se siente tras el teclado y haga de terapeuta en las primeras fases, mientras alcanzamos la masa crítica de usuarios necesaria. A él para que diseñe la arquitectura de la web y guíe su construcción. Quiero ir a lo grande. Voy a intentar convencerlos de que vendan su participación en los Kafka Weekends para financiar esto entre los tres. Habrá fases, y en la tercera nos internacionalizaremos. El mundo dejará de dar melifluos megustas a las fotos de los gatos de los demás, para entrar con sierras mecánicas en el mundo interior del prójimo. Y ahora imaginad una malvada carcajada con bien de reverb, para cerrar este capítulo mientras se apaga su eco.</div>
Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-44073347664482466142013-05-04T00:35:00.001+02:002013-05-04T00:35:29.014+02:00UN AÑO CHECO, 4X08<div style="text-align: justify;">
SAY CHEESE</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Practicar un arte que no le importe a nadie. Dedicarle tu vida. Pero no en plan zen. No con paz interior ni con ese sublime desapego por el fruto de los actos que caracteriza a los santos orientales. Con impaciencia. Con ansia de escenario. Con ínfulas, también. Decir todos los días al menos una vez "sin mi arte mi vida no tendría sentido", y darle un tono como de amenaza. La persona a quien acabas de dirigir tu perla debe mirarte en ese momento como si ya supiera que tu vida no tiene el menor sentido, independientemente de si sigues o no esculpiendo setos. Y esa mirada te hace necesitar un cigarrillo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Luego te contratan como escultor de setos decorativos en una urbanización de lujo y te pagan bien y ya puedes volver a permitirte fumar. Vives en un almacén de productos de limpieza que hay en la urbanización, gratis.A tu disposición la mejor podadora del mercado y kilómetros de setos de color verde profundo. Qué feliz serías.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Si no fuera por esa sensación de estar prostituyéndote. Bebes. Te cortas una oreja con la podadora. Estás desahuciado pero te levantas con el sol, día tras día, más que nada porque las ventanas de tu cuarto de escobas no tienen persiana. Tampoco tienen cristal, ya que vamos. Durante catorce horas practicas tu arte y fumas con una tensión sobrehumana. Los entendidos pueden apreciar el Sturm Und Drang interior que tienes montado con solo fijarse un poco en el escorzo de los perros de seto que te salen ahora. Pero no lo hacen.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Los jugadores de golf no parecen quejarse de nada de momento. ¿Qué hacer? ¿Decidirás expresarte un poco, salirte del patrón determinado de perros, espirales y dameros? Uno llega a un punto en que la maestría ya no es suficiente, en que el oficio ya dominado por completo se queda pequeño, y hay que innovar. ¿Lo harás? ¿Esculpirás una polla de seto en homenaje a tu adorado Basquiat? ¿En el lateral del hoyo 15? Oh, sí, lo harás. Incluso esculpirás un chorro de semen de hojas verdes.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
A continuación serás expulsado y tendrás que volver a dejar de fumar. Puedes acceder a contratos temporales con el ayuntamiento como auxiliar de parques y jardines, pero solo a través de un programa de inclusión social. Deberás demostrar que no tienes amigos ni familia, ni ingresos, ni casa ni pertenencias. Antes de llegar al asunto de los jardines, tendrás que hacer cursos de doscientas horas de habilidades sociales. En muchas de esas tardes jugarás con la idea del suicidio. Si pudiéseis ver en el interior de vuestras cabezas, os daríais cuenta de que la mitad de vosotros está pensando en suicidarse, y la otra mitad está drogada. La profesora habla sobre gestualidad corporal y pone ejemplos sobre cómo mostrarse decidido.</div>
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<br /></div>
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Yo vi la polla de seto verde que esculpiste en el lateral del hoyo 15 y me pareció una visión sobrecogedora. Y eso que no sabía que contenía todas esas tardes de jugar con la idea del suicidio. Ahora lo sé. Ahora sé que contiene también tu renuncia al tabaco y un informe de los servicios sociales de tu ciudad donde se te declara excluido y una oreja cortada y un invierno durmiendo en una cama Restform en el centro de una habitación sin cristales en las ventanas. Ahora la visión es sublime.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Eres un jodido poeta maldito de los setos. Una leyenda que los miles de jardineros de urbanizaciones de lujo de esta región se cuentan unos a otros en torno al fuego. Visualiza a esos jardineros. No han podido llegar a ser camareros ni croupiers. Sus miserables vidas cortándoles el césped a todos esos norteños tan exigentes. Qué sería de ellos si no tuvieran tu historia, tu apuesta al 0, tu declaración de independencia.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ahora colocas mazos de azaleas delante del ayuntamiento, para que las vean los policías que acordonan la entrada. De vez en cuando te escondes un cartón de Don Simón en el plumífero y te lo plimplas a lo largo de la mañana. Te pones expansivo. Les cuentas a tus compañeros del programa de inclusión el momento cumbre de tu vida, la realización de un falo ornado con sus correspondientes testículos en el momento de la eyaculación, y todo en seto verde, cerca del green del hoyo 15 de la urbanización Hacienda Pelada Golf Resort. Tus compañeros se ríen a mandíbula batiente. Les faltan tantas muelas como a ti.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Luego empiezan a contar anécdotas. Tu cartón de Don Simón empieza a rodar de mano en mano, y ya atrae la atención del capataz y de los numerosos policías locales que acordonan la entrada del ayuntamiento. Las anécdotas versan sobre un único tema: la reproducción de pollas. Todos tus compañeros han reproducido inmensas pollas erectas en un lugar u otro. Como adolescentes revolviéndose contra los muros del colegio. Entonces llega el responsable de la cuadrilla acompañado de un policía municipal, preguntando por el dueño del cartón de vino.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Justo cuando no podías caer más bajo en tu triste trayectoria de podador desorejado, te enteras de que algún gilipollas alemán vio tu obra maestra mientras echaba unos hoyos y le gustó. Le gustó mucho, a este gilipollas teutón. Le gustó tanto, que la compró. Le salió barata: solo tuvo que pagar la reposición del seto en ese fragmento de linde. Luego se la llevó a Alemania y la plantó delante de la puerta de su galería de arte, en Colonia. Él se ocupa personalmente de podarla periódicamente para que se mantenga fiel a su forma original, que es la que tú le diste. Además, el tipo te nombra. Junto a la obra hay una plaquita metacrilatizada con tu nombre y este texto, que le redacté yo. También, fotos del emplazamiento original y un comentario la mar de Kultur sobre la ingenuidad de la resistencia aborigen en la España sometida al imperio del Golf. Este crítico, el fotógrafo y yo cobramos bien por nuestras aportaciones. Tú, nada.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Aunque míralo por el lado bueno. Has expuesto tu obra en el extranjero. Has logrado entrar en el circuito comercial, orejitas. Te veo en los jardines del Ludwig. Te veo Trascendiendo el Paradigma. Te veo en los brazos de las mujeres, fumando cigarrillos liados y vino embotellado. Quién es la puta ahora, orejitas. Quién es la puta.</div>
Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-34567400848856034352013-04-04T01:50:00.000+02:002013-04-04T01:50:09.533+02:00UN AÑO CHECO, 4X07<div style="text-align: justify;">
ODISEO</div>
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<br /></div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
A continuación, decido ir a Fátima. Decido ir a Fátima y a Međugorje y hacerme pasar por católico y tener visiones y ser adorado porque estoy en las últimas, y lo único que me curaría es la adoración. Hablar entonces de mis problemas personales y que un montón de chalados me contasen la relación entre mi incapacidad de conservar a una chica a mi lado y el hecho de que la virgen me hubiese elegido a mí de entre todos para aparecérseme, entre mi horror vacui (pero ésta sería muy fácil) y mi beatificación.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pero entonces topo con un último anuncio parapsicológico en Facebook. <i>Camp Joy Multitherapy: Guide And Be Guided In Spain</i>. Hago clic, o pincho, o pulso, o como se diga, y desemboco en una especie de paraíso perrofláutico - summer camp - anarcoWoodstock con mucho filtro en las fotos y mucho Jodorowski pero poco dato práctico del tipo dónde está cuánto cuesta en qué consiste. Hay un <i><u>Come!</u></i> subrayado. Hago clic, o pincho, etcétera.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Una mujer muy pálida y hermosa, pero sin ningún tipo de vello, narra una historia en inglés: el zorro Tom recibe un encargo del hada Zoraida, guardiana del bosque. Debe hallar el árbol perfecto, pues el hada desea instalarse en él. Tom, a quien el amor más absoluto mueve a servidumbre, parte en su busca de inmediato. Pregunta a los demás animales. Unas torcaces recuerdan un roble a la orilla de un río cuya sombra era perfecta. Una fila de procesionarias hablan de un pino centenario en lo más hondo del bosque. Un jabalí, de una encina o de un nogal. Las pistas son vagas. A veces, los testigos hablan de árboles vistos en una sola ocasión, en su infancia, y dan indicaciones imprecisas. Tom suele llegar, tras innumerables vericuetos, al lugar señalado para no encontrar más que un tronco muerto, o quemado, o talado, o peor: un álamo apenas notable, alto pero con ramas podridas, en la umbría o maltratado por cuernos de venado. Así pasan semanas. Ya no interroga a los animales, se limita a seguir su instinto, su criterio. Examina sequoyas, cipreses, eucaliptos e inmensos alcanforeros. Sus ojos se habitúan a detectar imperfecciones. Sigue investigando.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Poco a poco, mientras van sucediéndose las estaciones, el zorro aprende a aceptar su derrota. De vez en cuando se detiene y trepa un tronco, pero ya sabe que las cualidades que convierten a ese árbol en particular en candidato a la perfección se van a ver contrapesadas por todo tipo de impurezas: parásitos, ramas nudosas o torcidas, raíces saliendo del suelo, o moho, o enredaderas, o avisperos. Indigno para Zoraida, se dice, pero no para mí. Y allí pasa la noche.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Al fin vuelve. Conoce las bellezas y defectos de todos los árboles del bosque. Busca a Zoraida y le comunica el fracaso de su misión. Ésta sonríe:</div>
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<blockquote class="tr_bq" style="text-align: justify;">
- Mi fiel Tom, esta lección te regalo: que solo es perfecto lo que llamamos así, entre la niebla de nuestros recuerdos. Que solo nuestra palabra es capaz de hacer real la pureza, y que nuestra mirada la deshace. También a esa nueva tristeza te condeno. Y ahora he de deshacerme.</blockquote>
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Dicho esto, la lisa narradora también se deshace, en el vídeo. ¿Pero qué mamarrachada es ésta? Aparece una cita sobreimpresa en Helvetica, en castellano: <i>Nuestras imperfecciones nos hacen merecedores de amor</i> (J. A. González Iglesias). Luego aparecen más cosas: </div>
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<blockquote class="tr_bq" style="text-align: justify;">
En Camp Joy todos compartimos un mismo estatus, unos mismos principios. No hay "terapeutas" ni "pacientes"; todos aprendemos a crear pureza en los demás y a aceptar la impureza en nosotros mismos. Utilizamos para ello dos únicas herramientas: nuestra palabra y nuestra mirada, cada una única e irrepetible, propia y válida. Con ellas estudiamos a los demás y los purificamos mientras somos asimismo estudiados. ¿Quieres formar parte de esta experiencia? Háblanos de tu palabra y de tu mirada después del salto.</blockquote>
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El salto es un botón con un prosaico <i>Next</i> inscrito encima, y previo clic da paso a un formulario. El formulario es infinito. Se puede ir hacia atrás y hacia adelante, y el trabajo que hay que hacer entrar en sus <i>blanks</i> es ni más ni menos que un proyecto terapéutico completo, con la peculiaridad de que la heterogeneidad da puntos. Uno puede exponer las virtudes de una terapia basada en el punto de cruz si puede aportar una buena justificación bibliográfica y calendarizar un programa minucioso detallando objetivos, técnicas, protocolos de evaluación, personalidades idóneas para beneficiarse del mismo y presupuesto sobre el material. Bostezando ampliamente, estoy a punto de cerrar el navegador, pero se me ocurre a tiempo visitar un enlace Help que veo, y ahí lo entiendo todo.</div>
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El enlace da acceso a cientos y cientos de proyectos ya hechos. Con un poco de corta y pega, es posible rellenar el formulario en veinte minutos. Hay Danza del vientre masculina. Nudismo. Crudiveganismo. Masaje erótico. Cinefórum. Hinduísmo. Aromaterapia. Taller de sadomasoquismo. Club de lectura y, sí, cómo no, Punto de cruz. Todo con su correspondiente <i>enfoque personal</i> completado. Hasta encuentro uno basado en el Psicoanálisis sexual que creo obra de Gareth, pero quién te dice. Obviamente, estos ejemplos son un reclamo comercial de tipo erótico, el anzuelo más viejo del mundo. Decido contribuir. Pongo la quijotera a funcionar y en un rato tengo listo mi proyecto, llamado Pornoterapia. La cosa consiste básicamente en visionar un montón de clips de una pornostar masculina o femenina, y elaborar con ellos el mapa traumático de la estrella elegida. Se puede utilizar el repertorio freudiano, y llenarlo todo de Edipos y Electras, o cualquier otro criterio coherente. El objetivo es poner a prueba la capacidad de análisis. Otro objetivo es explorar lo fantasmático en el erotismo de masas, para lo cual se recomienda realizar este ejercicio entre dos personas de sexo opuesto (o de tendencias sexuales convergentes), con el objetivo de alcanzar una visión global de las pulsiones presentes en cada clip, las servidumbres de género, los estereotipos de la conducta sexual. Y por supuesto está el objetivo, éste implícito, de que el terapeuta disfrute algo de sexo en pleno Woodstock, cómo no.</div>
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Una vez enviado el proyecto, un segundo <i>Next</i> da acceso a algo de información práctica, pero no mucha: que el Camp Joy aún se encuentra en proceso de construcción, por lo que los participantes también han de aportar cierto trabajo manual en labores de "albañilería tradicional"; y que el régimen económico vigente es la autogestión, motivo por el cual las jornadas se completan con algunas horas de agricultura, panadería, lavandería u oficios varios. Dios santo, me digo exhausto. Me meto en la cama y constato que, si mi proyecto es aprobado, entraré en Camp Joy por pura desesperación, y que allí perderé muchos kilos y no follaré nada y posiblemente caeré enfermo. Pero el determinismo me da sueño y, por una vez, me duermo antes de las mil.</div>
Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-52837618603265626582013-04-02T13:48:00.004+02:002013-04-02T13:48:54.811+02:00UN AÑO CHECO, 4X06<div style="text-align: justify;">
LORD JIM</div>
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En Los Olivos Rehab In Spain pasé unos días más. Gareth me agobiaba con su terapia basada por así decir en el sexo oral. Empecé a inventar historias y a analizar las reacciones de G. Le conté tres versiones distintas de mi primer encuentro, una de ellas de carácter homosexual. Le describí fetiches y parafilias. Me convertí para él en el protagonista de una pequeña fábula sobre alguien que sin quererlo ni beberlo acaba practicando formas menores de la prostitución, inspirándome para ello en los <i>años salvajes</i> de Paulo. Gareth, sus ojos muy abiertos, su boca haciendo esfuerzos para adoptar una expresión relajada.</div>
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Empecé a pensar en salir de la clínica en medio de una gran traca final. Salir al pueblo y volver borracho y tratar de repartir cervezas entre los residentes, y ser expulsado. Decir "la tengo pequeña, mira", en una dinámica grupal y enseñar el miembro, y ser expulsado. Saltar sobre Gareth de improviso y morderle la mejilla. Fuerte. Arrancar un trozo de carne de la mejilla de Gareth, separarme de él y contemplar su expresión extática. Y ser expulsado.</div>
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Pero no tenía fuerzas. Pensé en hacerme la maleta, pero tampoco. Salí por la puerta y me dirigí a Alcaucín, y allí esperé el autobús. Me senté junto a la ventanilla en el trayecto hacia Málaga. Sentía una leve melancolía y un poco de dolor de cabeza, de muelas. Como siempre al volver de todos los viajes. Turismo. Turistas.</div>
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Adoro el turismo. Esos paisajes mentales. Esa energía infinita aplicada a la ingenuidad y el atrezzo. Ese empeño agotador en ver <i>lo que pone en la Lonely Planet</i>. Esa capacidad de convertir el Montmartre contemporáneo en un escenario romántico o modernista por el que pululan genios bohemios que acaban de decidir hacerte un <i>portrait porque tu cara tiene unos rasgos muy interesantes</i> (80€). La hollywoodización voluntaria, a pulmón, del mundo. Los japoneses nos ganan. Los japoneses son capaces de embarcarse en vertiginosos <i>tours</i> europeos de un mes de duración para visitar quince capitales, explorar Andalucía, bañarse en los fiordos noruegos, esquiar en los Alpes y comer pescado en Santorini antes de subir al avión de vuelta. Superad eso. Solo las guías ya pesan dieciocho kilos. Imaginad tener que fotografiar cada monumento, escuchar al guía de cada excursión, identificar a cada rey a caballo durante treinta días. Superad eso.</div>
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Me dedico al turismo yo también. No solo vendo las emociones: vendo la gimnasia mental necesaria para albergar esas emociones. Mi producto no es para todo el mundo: es para egonautas expertos, para artistas del hambre, para fieles.</div>
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Deseo esa capacidad, la del turista. Pero no la tengo. Por eso elijo viajes minuciosamente guiados, como éste de Los Olivos Rehab In Spain. No solo quiero visitar, no solo quiero que me expliquen lo que estoy visitando: quiero que me obliguen a sentirme como alguien que genuinamente descubre, que genuinamente explora. Y eso es caro. Y nunca funciona.</div>
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Hablemos de la otra opción.</div>
Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-5097825914230681152013-03-09T09:54:00.000+01:002013-03-09T09:56:22.306+01:00UN AÑO CHECO, 4X05<div style="text-align: justify;">
CARONTE</div>
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Parece claro que el reciente fracaso-estafa en lo terapéutico debería alejarme para siempre jamás de esa extraña casta de sacerdotes seglares, pero, joder, <i>es que necesito terapia</i>, así que esta vez he decidido probar algo nuevo. También lo he encontrado en los anuncios del Facebook. Mis criterios son difusos. Se trata de un sitio para rehabilitarse de las drogas y el alcohol, y todo ello para guiris: Los Olivos Rehab in Spain. Les mandé un correo la semana pasada. Tardé cincuenta minutos en redactarlo. Me contestaron casi inmediatamente para concertar una entrevista en la que se valoraría la idoneidad de mi ingreso, a la que me presenté con un inmenso petate. Pensaba quedarme meses en el sitio, así que se me ocurrió que mejor me iba bien preparado. Creo que la imagen del petate, imposible de obviar, pesó en mi contra a lo largo de la entrevista, así como mi pésimo inglés hablado y la incoherencia suma de mi historia, donde en un momento estoy desahuciado por mi familia, mi novia, mis amigos, mi casero y mi jefa y al siguiente estoy dispuesto a pagar miles y miles de euros por una estancia en Los Olivos. Pero esos miles y miles de euros pesaron mucho más a mi favor. Y me consiguieron una plaza. Una plaza instantánea.</div>
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El sitio está en Málaga, por Alcaucín. Bonico. En medio de la sierra. Bastante perdido. Y bastante desierto. Solo había seis personas en detox al llegar yo, cosa que de haberla sabido me habría ahorrado mucho dinero, pues la estancia en habitación doble es mucho más barata que la individual que, misántropo de mí, contraté.</div>
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Todos me odiaron con toda su alma, y no se creyeron ni una palabra de todo lo que dije en la primera reunión de apoyo mutuo. Vi a gente poner los ojos en blanco, aunque la tónica general era mirarse las puntas de los zapatos, incluyendo por supuesto al psicólogo que moderaba el grupo. Por algún motivo, aunque me habían explicado que en las dos primeras semanas no se me iba a permitir salir de la finca, al terminar la sesión se me conminó a dar un paseo por el campo. Estaba anocheciendo y hacía mucho frío. Había luna llena. Conforme me adentraba en el bosque se iba haciendo de noche, pero yo no tenía linterna ni sabía si debía o no volver. Estaba convencido de que debía dar un paseo durante al menos tres horas, y al mismo tiempo me preguntaba por qué estaba tan convencido de eso, con la única conclusión posible de que esos demoníacos psicólogos me habían inculcado la idea, de forma totalmente subliminal, pero que la excursión formaba parte de la terapia. Me perdí.</div>
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¿Pero de qué terapia? Desde que me había puesto en contacto con Los Olivos por primera vez, no había hecho más que mentir. No tenía un problema incapacitante con el alcohol ni con la farlopa. Ojalá. Mi problema incapacitante era conmigo mismo, pero de esto la gente de la clínica no tenía ni idea. ¿No tenía ni idea? Igual sí. Igual me habían calado desde el minuto uno. Igual vagar por un bosque a medianoche era exactamente la prueba zen que mis chacras estaban esperando para abrirse como amapolas. Igual todo estaba perfectamente determinado, hasta el ulular de un búho que oí en un momento dado. Empezó a llover.</div>
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Busqué refugio en una edificación abandonada bastante parecida a la de la bruja de Blair. Al principio tenía un miedo tan intenso que no podía ni mirar a los lados, por temor a encontrar algo sobrenatural, pero en una hora o así una extraña exaltación se fue imponiendo. La de estar perdido en un parque natural, la de haber sido despojado del móvil, la de haber visto un búho, la de andar rodeado de gente que me odiaba, la de haber llegado por fin, de verdad y sin paliativos, a un auténtico cul-de-sac. Una exaltación a modo de lámpara que arrojaba luz sobre toda mi vida reciente junto al Club de la Tenia y las aventuras de Praga. El cerebro me funcionaba a cuatrocientos por hora. Todo el rato tenía la sensación de estar llegando a conclusiones trascendentales. Pero no. Ya no recuerdo nada de lo que pensé esa noche, así que esencialmente todo debió de ser como cualquier monólogo interior, solo que con un poquito más de adrenalina.</div>
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Al amanecer me di cuenta de que había vuelto sobre mis pasos en medio de la noche y me encontraba a unos doscientos metros de mi dormitorio, en una caseta en ruinas ya en los terrenos de Los Olivos. Aún tuve que esperar un par de horas, porque no quería despertar a nadie. Sabía que el desayuno se servía a las ocho: a exactamente esa hora toqué el timbre, entre la hipotermia y el agotamiento. Nadie me preguntó por mi aventura nocturna: en sus caras era visible que sabían que no había habido ni drogas ni alcohol en ella, y sí una buena cantidad de vergüenza ajena. Tomé café y un cuenco de habichuelas con salsa <i>gravy</i>. Estaba a punto de meterme en la cama cuando se me acercó un tipo y me dijo:</div>
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- <i>Ready?</i></blockquote>
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Mi sesión terapéutica individual estaba a punto de comenzar. Miré al tipo, vestido baratamente con forro polar y zapatos de trekking y pensé <i>oh dios, otro pseudopsicólogo loco de la Gestalt. Estoy perdido</i>. Reconozco a los chalados de la Gestalt porque visten igual que los chalados de la CGT. A veces, el mismo chalado puede pertenecer a ambos grupos, en un cómodo continuo de integrismo y demencia. Admito que hablo sin saber nada ni de la Gestalt ni de la CGT y que me baso en la impresión que producen sobre mí esos forros polares y esos zapatos del Decathlon. Cuando los veo con un CD en la mano, siempre creo que es de los indios tabajaras. Como mascotas no tienen más que enormes perros mestizos. Atad cabos vosotros mismos.</div>
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<blockquote class="tr_bq">
- Lo que vamos a hacer hoy es dibujar las columnas maestras de tu edificio egoico. El edificio egoico es la percepción que tienes de ti mismo, no solo en términos lógicos sino también físicos y emocionales. Cierra los ojos. Imagina que estás rodeado de gente. Gente de todo tipo. ¿Ya?<br />- Ya.<br />- ¿Dónde estás?<br />- En un centro comercial de Murcia.<br />- ¿Hay chicas?<br />- Muchas.<br />- ¿Chicas de todo tipo?<br />- Chicas de todo tipo.<br />- De todas esas chicas, quiero que te concentres solo en las que tienen una edad aparente de entre 15 y 45 años.<br />- Entre 15 y 45 años. Entendido.<br />- ¿Las estás visualizando?<br />- Las estoy visualizando.<br />- ¿A qué porcentaje de ellas te follarías, si tuvieses ocasión?<br />- ¿A qué porcentaje?<br />- A qué porcentaje.<br />- Al... este... al ochenta y cinco por ciento.<br />- ¿Al ochenta y cinco por ciento?<br />- Al ochenta y cinco por ciento.<br />- Y rechazarías al quince por ciento.<br />- Rechazaría al quince por ciento.<br />- ¿Ochenta y cinco quince?<br />- Ochenta y cinco quince. No soy ningún enfermo. A las obesas mórbidas y a las discapacitadas no me las follaría.<br />- El porcentaje de obesas mórbidas y discapacitadas en la población no es del quince por ciento. La cifra debe de rondar aproximadamente el diez por ciento.<br />- ¿El diez por ciento?<br />- El diez por ciento.<br />- Pon noventa diez, entonces.<br />- Entendido.<br />- (...)<br />- <i>Alright. So</i>... ¿cómo piensas hacerlo?<br />- ¿Hacer qué?<br />- Follártelas.<br />- ¿Follármelas? No entiendo la pregunta.<br />- Pregunto que cómo vas a convencerlas de que tengan sexo contigo, en tu ensueño.<br />- No voy a convencerlas, este... <i>Gareth</i>. No voy a follarme a ninguna. No conozco a nadie en este centro comercial. Además, no es un sueño erótico. Es solo una imaginación neutra que estoy teniendo siguiendo tus instrucciones.<br />- ¿No vas a follarte a ninguna?<br />- No voy a follarme a ninguna.<br />- ¿Estás sintiendo deseos sexuales hacia novecientas mujeres y no vas a hacer nada con eso?<br />- Exactamente. Nada.<br />- ¿Crees en la posibilidad de que las pulsiones sexuales se resuelvan desapareciendo? ¿Es factible pasearse entre cientos de mujeres sexualmente apetecibles sin que nada se tense dentro de uno?<br />- Seguramente no.<br />- Seguramente no.<br />- (...)<br />- Vamos a aprovecharnos de la anarquía de nuestra imaginación con un pequeño experimento. ¿Te place?</blockquote>
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(Y lo más gracioso es que sí me placía. Entraba un sol muy limpio por las ventanas, una luz muy clara tras la noche de lluvia e insomnio. Dentro de mí el picor y la sequedad de los ojos libraban una plácida batalla contra el efecto estimulante del café. Por esa luminosidad y esa cuenta nueva de mi paisaje interior había pagado yo unos cuantos miles de euros: era el momento de disfrutar de mi compra condescendiendo a hablar con el británico perroflauta de tetas y culos.)</div>
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<blockquote class="tr_bq">
- Me place.<br />- Bien. De entre todas las mujeres que te gustan, dentro de ese centro comercial donde la gente pasea y ríe y compra mierdas inútiles como si no hubiera mañana, quiero que elijas a tres. Si van las tres juntas, no pasa nada. Concéntrate. Tres Beatrice. Ya.<br />- Vale. Ya.<br />- ¿Estaban las tres juntas?<br />- Sí.<br />- O sea, que son tres amigas.<br />- Tres amigas.<br />- Háblame de ellas. De lo que tienen en común.<br />- Pues verás. Tendrán unos veintipico años. Son del tipo "carne del Primavera", no sé si me entiendes.<br />- Carne del Primavera. No entiendo nada en absoluto.<br />- El Primavera es un festival de música indie que se celebra en Barcelona, Gareth. ¿Has oído hablar de él?<br />- No (el término <i>indie music</i> le ha hecho fruncir el ceño, lo que confirma mi prejuicio de los indios tabajaras). En mi vida.<br />- ¿Has estado en contacto con esos jóvenes modernos que visten como sus abuelos y citan a Foucault cuando hablan de música pop y sufren deformaciones en sus tabiques nasales debido al ingente peso de sus enormes gafas de pasta? ¿Gareth?<br />- No.<br />- Dios, Gareth.<br />- ¿Son del tipo "intelectual"?<br />- Sí, un poco. Parecen ratas de biblioteca, pero con tatuajes y cortes de pelo aleatorios. ¿Las visualizas?<br />- Más o menos. ¿En sus camisetas pone cosas, verdad?<br />- Sí. Mensajes irónicos. Una lleva una que dice "Kliss", y salen cuatro Playmobil caracterizados como el grupo de música glam "Kiss". ¿Lo tienes?<br />- Uf. Ahora lo he perdido.<br />- Ya, perdona. Bueno, en lo esencial lo tienes. Ropa reciclada, gafas, opiniones heterodoxas sobre todo... esa onda.<br />- Y paradójicamente las tres parecen salidas del mismo molde, ¿verdad?<br />- Sí, Gareth. Exacto. Muy listo.<br />- ¿Y esas son tus musas? ¿A ésas, de todas, te llevarías a la cama?<br />- Bueno (un poco ofendido), no es exactamente eso. Ésas son las chicas a las que trataría de conquistar. Obviamente, con las chonis de gimnasio no tengo nada que hacer. Con las mamis de buen ver, tampoco. Ni con las pijas. Ni con las sanas y normales. Con estas tres, al menos, tengo una oportunidad.<br />- Ah (anotando, por primera vez, algo en su libreta). Describe qué te da más posibilidades, con este grupo específico.<br />- Pues para empezar, mis cinco a diez años de más. Por algún motivo, estas chicas se sienten atraídas por los treintañeros. Mis lecturas. No las lecturas en sí, sino mi manejo del <i>namesdropping</i>. Mi acervo en el campo de la cultura popular, que me permite detectar quién quieren ser, de entre un conjunto limitado de modelos femeninos de referencia (casi siempre Enid, la protagonista de <i>Ghost World</i>), y hacer que se sientan así. Mi fenotipo, que sería inaceptable entre otros subgrupos (larguirucho con panza) aquí pasa por bueno. Mi "amistad" con personajes de referencia del periodismo, la hostelería, la escena independiente y la gestión cultural de la ciudad. Mi blog, sobre "tendencias artísticas alternativas". Mi bigote. Mis camisetas de Pavement. Mi corte de pelo de 30€. Mi anorak de 300€. Mi mural de Hulk, de 3000€.<br />- Ésas son tus armas para ligar. Más falsas todas que un duro de madera.<br />- Más falsas todas que un duro de madera.<br />- ¿Y funcionan?<br />- No funcionan casi nunca.<br />- Y cuando sí consigues llevarte a alguien a la cama, te das cuenta de que tus "armas" no han tenido nada que ver, ¿verdad?<br />- Algo hay de cierto en eso, sí.<br />- ¿Ves algún paralelismo entre esto que te pasa en el campo del sexo y algún otro ámbito de tu vida, por ejemplo el profesional?<br />- ¿Cómo? No entiendo la pregunta.<br />- ¿A qué te dedicas?<br />- Soy empresario.<br />- ¿De la hostelería?<br />- Del turismo.<br />- ¿Del turismo?<br />- Del turismo.<br />- ¿Tienes un hotel?<br />- No. Tengo una agencia de viajes. Vivo de sacar a españoles a viajar fuera, no de acoger a guiris en España.<br />- Esta agencia tuya, ¿es lo que querías construir con tu vida?<br />- Obviamente no. ¿Tú querías pasarte la vida rodeado de borrachos y farloperos?<br />- Sí. Siempre he querido ayudar a la gente a explorar en su interior y a sacar de sí misma los ingredientes necesarios para la sanación.<br />- Hostia, Gareth, te has reído. Diciendo eso te has reído. Eres más falso que un duro de madera, tú también.<br />- Habló el "alcohólico".<br />- (...)<br />- (...)<br />- (...)<br />- Bueno, creo que es hora de irse a la cama, ¿no?<br />- ¿Cómo sabes que no he dormido?<br />- Me lo ha dicho el búho.</blockquote>
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Antes de meterme en el catre me estuve masturbando en vano durante media hora. Puto, puto Gareth.</div>
Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-31557788751502592482013-02-18T00:30:00.000+01:002013-02-18T00:30:17.234+01:00UN AÑO CHECO, 4X04<div style="text-align: justify;">
HYDRA</div>
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Aunque ya nadie me consulta nada ni tengo forma de ponerme en contacto con la <i>dirección</i> (sea quien sea) de la empresa de que soy socio, sigo recibiendo abultados dividendos en una cuenta de un banco online irlandés. Tengo mucho dinero y no sé qué hacer con él. Pensé en comprarme un coche de jugador del Real Madrid pero primero tuve que matricularme en una autoescuela y al tercer día me aburrí. Además, me pone nervioso estar con gente, por si me reconocen y me abuchean. Hace unas semanas vi un enlace de puritito spam junto a mi sábana de Facebook, <i>Ultimate Therapy in Murcia!</i> y lo seguí. Era una cosa rara y exclusiva, un psicoanálisis subacuático para estrellas de cine y de rock. <i>No need to confess, just relax and breathe!</i> Y justo existía un centro en mi ciudad. Llamé. 375€ la hora. Concerté una cita.</div>
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En el centro, situado a las afueras de la <i>capital</i> y camuflado de fábrica de ferrallas, a uno lo aguardan tres chicas muy rubias y muy altas, impecablemente maquilladas y peinadas y con una dicción magnífica, ataviadas con batas inmaculadas y (todavía no he descubierto por qué) guantes de látex. En la sala de espera hay cuadros de Escher, y suena música dodecafónica. En los sillones de diseño, de acero y cuero, no hay jamás ni una huella digital. Exactamente cuatro minutos y medio antes de la hora de tu cita, viene a buscarte una de las auxiliares, y sus labios pintados de rojo ejecutan una sonrisa perfecta mientras te acompaña al ascensor. El ascensor tiene dos botones: el 0 y el -1. El descenso hasta el -1 dura muchísimo.</div>
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En el piso inferior se encuentra el tanque. Hay sofisticados cuadros de control y superficies de mármol travertino por doquier, como si la España de los 70 hubiese abrazado la carrera espacial bajo la dirección artística de Stanisław Lem. La luz es tenue. Se te ordena entrar a un vestuario y colocarte un ridículo traje de baño de lycra con el logotipo de la clínica, un poco vergonzante. A continuación, te colocan una serie de electrodos, y por fin la máscara de respiración artificial. Ya estás listo para la inmersión, que se produce exactamente a la hora en punto en que comienza tu cita. Se cierra la escotilla de entrada, y ya no se ve nada. El agua está a temperatura corporal y uno queda suspendido en ella, sin ascender ni descender. De momento, no se oye nada tampoco. Es decir, no se oye nada que provenga del exterior. La respiración y los latidos del corazón se oyen perfectamente. Pero es un sonido al que uno se habitúa muy pronto, y deja de escucharlo.</div>
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Has recibido instrucciones para dejar pasar algo de tiempo simplemente experimentando las nuevas sensaciones, o más bien la ausencia total de ellas, y tratando de relajarte. El alcohol y las drogas están prohibidos por normas tajantes, así como la falta de sueño, los pensamientos depresivos y la ansiedad. En resumen: si algo sale mal, la culpa es tuya, la empresa se lava las manos y pierdes el dinero.</div>
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Pasa el tiempo, pero es imposible saber cuánto. En un momento dado, una voz carraspea y dice con tono burlón <i>te estaba esperando</i>.</div>
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<blockquote class="tr_bq" style="text-align: justify;">
- Te estaba esperando. Has ido a Berlín, te has alojado cómo no en la parte RDA. Has probado un montón de drogas de diseño. Has visitado el Atlas. Has ido a escuchar a Elvis Perkins, a Cat Power y a Rafael Berrio. Le has otorgado propiedades cuasimísticas al sexo anal, seguramente porque no lo has practicado todavía. Has adoptado un gatito de una protectora. Has leído o fingido leer las obras mayores de la literatura posmoderna, incluyendo a Pynchon y a Foster Wallace. Has buscado donantes para ACNUR, bueno, esto solo tres veces, sin el menor éxito. Te has comprado seis temporadas de Star Trek en DVD, una camiseta de Sisters of Mercy y un muñeco de coleccionista de Houdini, todo por internet, en el último mes. Has firmado doce peticiones de Change.org sin leerlas. Has pasado una noche solo en medio del desierto de Tabernas, y has pedido la decapitación de toda la clase política al volver.</blockquote>
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(¿Y esto cómo coño lo sabes?, pensé. Pero no se puede decir nada, en esta terapia, recordemos.)</div>
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<blockquote class="tr_bq" style="text-align: justify;">
- ¿Que cómo sé todo esto? Hombre, pues por el Facebook, claro. Buscas experiencias. Sientes un déficit de experiencias. Las persigues y, cuando te pones ante ellas, no ocurre nada. Tal vez porque, mientras las vives, vas escribiendo borradores mentales para describirlas. Porque te colocas en el borde pero no entras del todo. Porque te has pasado la vida desmontando las estructuras mentales de las personas que participan en algo. Hasta cuando vas a conciertos te colocas en un lateral, donde no se ve muy bien el escenario pero sí, perfectamente, al público de la primera fila, el que grita y suda y salta. Llevas veinte años despreciando a esa gente. Aún no has dejado pasar la oportunidad de reírte de algún fan en absolutamente ningún concierto, de los muchos que has presenciado. Vas poco a museos, pero cuando lo haces, lo que más te interesa es el resto de visitantes: los que van de gafapastas pedantes, los turistas incultos, los niños folloneros, las viejecitas melindrosas, los catedráticos anquilosados, las vistosas estudiantes de arte. Sobre todo, las vistosas estudiantes de arte. Te mantienes en contacto con toda la gama de manifestaciones culturales de tu sociedad, pero secretamente te preguntas: ¿cuándo llegará ese momento en que todo este acervo cultural que tanto dinero, tiempo y aburrimiento me ha costado me consiga chicas? ¿Cuándo entraré a un bar y una linda estudiante de arte me dirá: "Hola. Te he estado observando. Esa camiseta de Sisters of Mercy me pone. Estás en la onda, tío, me gustas. Ven al váter conmigo, por favor".? Vas a la retrospectiva de Hopper y te pasas una hora y media pensando en el ingenioso comentario que pondrás mañana en el Facebook para contarlo. Luego te van poniendo megustas y vas contando los de las chicas guapas. Esa experiencia, es decir, el hecho de recibir el megusta de esa bella artista que tienes, nadie sabe por qué, entre los <i>amigos</i> de FB es más intensa para ti que toda la obra de Hopper. Cambiarías tus vinilos de los Pixies y los Smiths por probar el sexo anal, y es, disculpa, <i>tan</i> triste esa idea que la tristeza te precede como un ectoplasma y espanta a todas las chicas que te gustan. No es triste que te provoque el sexo anal, entiéndeme. Lo triste es que te abraces a él como al Segundo Advenimiento, y al mismo tiempo que lo niegues. Tienes todas las herramientas conceptuales de la cultura occidental, y eres capaz de citar a Foucault para fanfarronear sobre cómo te fuiste a Marruecos <i>sin nada planeado </i>y acabaste pasando la noche con una familia bereber a la sombra del Atlas. Sufriste la misma diarrea y las náuseas que sufren los ancianos que van a Tánger con el Imserso: si insistes en proclamar que ese viaje <i>te cambió la vida</i> es problema tuyo. Y qué me dices de esa historia que cuentas sobre cómo una noche fumaste un montón de hachís y te desnudaste y te metiste en el mar flotando boca arriba y contemplando las constelaciones y <i>sentiste nítidamente la rotación de la tierra bajo tu cuerpo</i>. Eso no te pasó a ti, patético mentecato. Tu mejor anécdota, la que cuentas siempre que quieres quedar místico e interesante, y ni siquiera sales tú en realidad. Ese holograma que proyectas es más falso que un duro de madera, y creo que tú eres el único que se lo cree. Los demás te aseguro que no. Puedes largar durante horas de <i>cuando vivías en Londres</i>, pero todos sabemos que te dieron una bequita del ayuntamiento para hacer un curso de tres semanas, y que te las pasaste hablando en español y bebiendo cerveza en los parques con tus compañeros murcianos de viaje. Tu narración de tus propias experiencias es ficción, pero eso a ti te da igual, porque entre el relato y el correlato, te quedas con lo primero. Lo segundo es una luz pálida que no merece la pena tratar de respetar ateniéndose a <i>los hechos</i>. Lo primero es lo que te va a conseguir los chochitos JA JA JA JA JA JA JA. Por fuera eres una Apple Store, por dentro una tienda de chinos. Utilizo metáforas comerciales porque eso sí que no has conseguido deconstruirlo: el consumo. Te gusta compartir enlaces donde gente tan casposa como tú declara que en el 15M hay demasiados iPhones, y utilizas esos argumentos para no acercarte ni a un kilómetro de ninguna asamblea de barrio o PAH o manifestación. También compartes cosas de Latouche, ahora que el decrecimiento se ha puesto de moda en revistas gafapastas como la Jot Down, pero hay noches de las que no hablas nunca en Facebook en que le pegas fuego a la tarjeta de crédito comprándote figuritas de Bola de Dragón por internet, por no hablar de esto último de pagar casi cuatrocientos euros la hora de terapia, sin saber ni siquiera cuánto tiempo pasarás sumergido en este tanque. Subiste doce fotos de tu <i>voluntariado </i>en Acnur, ¿cuatro de cada tarde que echaste en vano? ¿Por qué no comentas que la mitad de la comida que compras se te pudre en el frigorífico? A veces, ayudado por la inhalación de polen de hachís, visualizas una montaña de comida, bebida, ropa, trabajo y gasolina: es lo que has consumido desde que estás aquí. A continuación visualizas lo que has producido y te entra la risa: has producido una ficción cara para yonquis de experiencias como tú, en el que bellas actrices checas, de las que solo con muy buena voluntad se puede evitar sospechar que en el fondo son prostitutas, prácticamente te arrastran al coito según un guión de peli sexicultureta italiana de los 80, plagada de referencias a Kafka y enormes pechos naturales. <i>¿Qué culpa tengo yo</i>, -me imagino que te estarás preguntando desde que empezó todo el asunto- <i>de haber cavado en un lugar del suelo de la sociedad del espectáculo por el que resulta que salen chorrazos de dinero?</i>. Tienes toda la culpa, querido cliente. Tu extracción produce residuos. Tu dinero está manchado de</blockquote>
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Y así todo el rato. En un momento dado, contra las paredes del tanque empiezan a proyectarse algunas imágenes (chicas, viajes, etc.) de tu vida, pero con poca ilación o sentido. Las cosas que te dice el terapeuta no consiguen ofenderte, extrañamente, porque el agua y el enclaustramiento producen una sensación de intimidad total, y el tipo parece estar muy lejos. La mezcla de la humillación y la introspección produce el sabor, tan original, de la ultimate therapy ésta, supongo. Hasta ahora llevo cuatro sesiones ya, y tengo cita para pasado mañana. Anoche pude chatear un rato con Paulo, que estaba en un Starbucks de Génova aprovechando una parada del crucero, y le comenté el asunto. Se hizo el silencio.</div>
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- Paulo, ¿estás ahí?</div>
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- (...)</div>
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- ¿Paulo? ¿Se te ha ido la wifi?</div>
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- (...)</div>
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- (...)</div>
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- Madre mia colega ers lo + idiota k ha parido MADRE XDDD</div>
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- ¿Qué?</div>
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- Lo acabo d buscar XDD MIRA ESTO: http://www.hoaxbusters.org/ultimatetherapy</div>
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- ¿De qué va esa página?</div>
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- Tio pues los hoax busters macho. Las estafas por internet y los bulos. T la han dao kon keso mamonazo XDDD 4x375=1500EURAZOS DE GILIPOLLAS K ERES XDDDD</div>
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- ¿Pero quién dice que esa terapia sea una estafa? ¡A mí me funciona!</div>
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- No hay terapia macho. Leete lo k t he pasao. T meten en la piscina y te dejan en la oscuridad y el silencio y tu cerebro hace el resto, gilipollas. Lo k pasa es k nuestro cerebro no tolera la falta d estimulos, y kuando no los tiene durante un rato los inventa. No te habla nadie tron, es tu cerebro de txalao XDD Me has alegrao la noche, la semana y el mes colega. Ya veras kuando se lo kuente a los kompas.</div>
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- Sinceramente, Paulo, no puedo creer eso.</div>
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- PUES NO T LO KREAS KOLEGA MIRA LAS FOTOS JAJAJAJAJAJ Eeeeei estan buenas las enfermeras eh? Y los guantes de latex pa ke son katxo perro XDDDD</div>
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- Bueno, Paulo, ya te has reído bastante, amigo. Hablamos más adelante.</div>
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- Eeeeii pero no t moskees kompa. Vas a ir a partirles la kara o ké?</div>
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- Yo no he dicho que me esté planteando interrumpir mi terapia.</div>
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- Pero de k vas tio? Vas a seguir iendo? Pagame a mi matxo qeu yo t insulto por la mitad XDD Pa k vas a ir + a ese sitio?</div>
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- Por el agua, Paulo. Que está en su punto.</div>
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Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-44805281473152405352013-01-27T10:59:00.001+01:002013-01-27T10:59:20.631+01:00UN AÑO CHECO, 4X03WE TUBE<br />
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En el sueño, soy una niña china. Mis padres tienen una tienda en un pueblo de interior, parecido a esos lugares inverosímiles de la frontera entre Valencia y La Mancha. La tienda está abierta todo el día y gran parte de la noche, y yo paso las horas en ella, sentada en un pequeño taburete que me han preparado detrás del mostrador, con un pequeño ordenador portátil. Cuando me duermo, mis padres desenrollan un pequeño futón verde y lo extienden en la trastienda. A continuación, me llevan en brazos y me acuestan allí. Yo no estoy dormida en realidad. Me lo hago, porque es mi momento preferido del día, o de la noche, o de lo que sea.</div>
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Fuera del sueño, pienso en el sueño, y en mis amigos del Club de la Tenia, todos niños chinos que juegan entre ellos a mahjong por internet, como si fueran amigos.</div>
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Todos encerrados en la tienda y soñando con parques, con fiestas de cumpleaños junto a piscinas, con montar a caballo y hablar el idioma del país. Todavía no saben, pero se lo empiezan a imaginar, que en el país solo hay niños chinos sentados detrás de mostradores, y que el único idioma es el suyo.</div>
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Salgo a caminar por la noche a pesar del frío. Si cierro los ojos veo el mostrador y el portátil. Imagino a las Miralles, que duermen juntas en una mala habitación. El camarote de Paulo. El olor a animal del cuarto de Jesús y una institución psiquiátrica para Olgaga. Tubos digestivos: paraíso para tenias.</div>
Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-76817770063115224342013-01-17T11:53:00.001+01:002013-01-17T11:53:43.928+01:00UN AÑO CHECO, 4X02<div style="text-align: justify;">
NOT WITH A BANG BUT A WHIMPER</div>
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De pequeño (9, 10 u 11 años) solía jugar al juego de los espectros. El juego de los espectros consistía en elegir un día normal, de entre semana, un día de clase, y pasar el máximo tiempo posible sin ser detectado ni interpelado, en silencio, en la máxima pasividad posible. El juego terminaba cuando me veía obligado a pronunciar una palabra con sentido. Recuerdo que era difícil atravesar el impasse de la comida, porque mamá siempre insistía en preguntar cosas, y casi nunca aceptaba respuestas de tipo "mmm" o "ahah". Si lo conseguía, ya todo era más sencillo. Volvía al colegio en silencio, cursaba mis dos horas de clase vespertinas, me iba al jardín, y para cuando volvía mi padre ya estaba en casa parloteando sin parar, y era posible prepararse un bocadillo y comérselo ante un tebeo, pasar bolos de pan y mortadela a través de una glotis liberada de la esclavitud del lenguaje. Si tocaba bañarse, sumergía en el agua caliente las orejas y me llegaban conversaciones amortiguadas, ininteligibles, que se estaban produciendo en las casas de los vecinos, como un concierto lejano de una banda que odias, un lugar hecho de palabras en el que te alegras mucho de no estar. Yo era un espectro nivel 87 y había conseguido atravesar el día sin ser percibido ni alterar ni una pluma. Mi ectoplasma se fundía con el caldo jabonoso del baño. Me estaba convirtiendo en un artista de la desaparición.</div>
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Todo este bagaje en escapismo del que renegué en la adolescencia para que las chicas notasen mi presencia me viene muy bien ahora. La oficina se había convertido en un altar de peregrinación de periodistas freelance, feministas luchando contra la prostitución, friquis de todo pelaje y, en dos ocasiones, policías de paisano con órdenes de registro y la sana intención de acojonar. Todos ellos haciendo fotos y vídeos con sus teléfonos, todo el rato. Fotos y vídeos que aparecían a los pocos minutos en Internet y donde se nos etiquetaba con nuestros nombres y apellidos y textos increíblemente hostiles. Textos que nos acusaban de trata de blancas, de traficar e inducir al consumo de drogas, de lucrarnos con el trabajo esclavo de inmigrantes ilegales en Praga, etc. Mientras tanto, los kafkaturistas ponían cara de "¿y esto?" ante un fin de semana monotemático de "Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay", tratando de seguir los movimientos del Gólem por el barrio judío, sin tiempo ni para tomarse una mala cerveza pero sin que el nuevo diseño intelectualoide de nuestras aventuras praguenses repercutiese negativamente en las ventas.</div>
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Hemos cerrado el negocio en España. La página ha migrado a un servidor checo y el pago se hace a través de cuentas administradas por el lector. Hemos abandonado nuestra querida oficina y nos hemos separado, para evitar el linchamiento. Ahora tenemos un abogado que se ocupa de preparar nuestra defensa para cuando nos procesen, y bueno, también de avisarnos cuando la orden de detención sea inminente, para salir del país cagando leches.</div>
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Me he dejado barba. Espesa. Larga. Parezco Mr. E., el de Eels, solo que sin gafas. También he empezado a llevar gorra.</div>
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Las Miralles se han ido a un pueblo que un grupo de perroflautas está tratando de reconstruir, que se llama San Joy. Traté de besarlas para despedirme de ellas, pero me hicieron la cobra. Aún así, les deseé buena suerte, aunque lo que quería decir en realidad es que les deseaba que nadie en la aldea las reconociera. También les deseé que les fuera bien. En este caso, lo que quería decirles es: no la liéis, sed discretas. Pero éstas no podrían ser discretas ni en el desierto del Kalahari, entre los lagartos.</div>
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Olgaga se quedó en la oficina a pesar de que le advertimos que a/ allí no iba a estar segura y b/ la desalojarían en pocos días. No la he vuelto a ver. Me daría miedo acercarme al edificio, por si sigue pululando por allí, entre el chino y la puerta, desorientada y maloliente como un sin techo o un yonqui.</div>
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Jesús ha llegado a un acuerdo con su madre por el cual queda relevado de cualquier tarea que lo obligue a salir a la calle y, a cambio, le pasa a la señora una cuantiosa pensión. La madre miente por él, si va alguien a buscarlo. Me lo imagino con las persianas bajadas, comiendo algo grasiento y repasando viejas fotos de Olga colgadas en su biografía de Facebook.</div>
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Paulo ha conseguido un trabajo de camarero de tercera (más conocidos como "limpiaváteres") en un crucero geriátrico de bandera italiana. Se ha colocado unas gafas para mayor seguridad. Dice que liga bastante y que "el trabajo le encanta".</div>
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He perdido a mis amigos, mi trabajo y mi identidad. El dinero pasa a través de mí como a través de un fantasma. Estoy preparado para nuevas y excitantes aventuras. Me meto en la bañera y sumerjo las orejas. Oigo murmullos. Y lo intento con todas mis fuerzas, pero no entiendo nada.</div>
Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-33610484339662883052013-01-14T21:57:00.000+01:002013-01-14T21:57:30.815+01:00UN AÑO CHECO, 4X01<div style="text-align: justify;">
ELVIS EVERYWHERE</div>
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¿Sabéis esa gente que pone los ojos en blanco y suspira <i>ese disco me cambió la vida</i>? Esa gente siempre me ha puesto nerviosísimo, con tantos cambios de vida a sus espaldas. Cuadros, películas, libros, viajes, relaciones, profesores, canciones o pinzas de tender la ropa que en algún momento te abducen y te devuelven otro. La cosa va así, ¿no? Pues si tú lo dices. Además, yo te recuerdo en esa época anterior a tu visionado de <i>Réquiem por un sueño</i> y eras <i>exactamente igual que ahora</i>, colega. Llevas diciendo lo mismo desde que viste <i>The Doors</i>, con quince años. Cambiar de vida. Já. Una vez vi a un tipo cincuentón y obeso ofreciéndole un iPhone a una adolescente pobre que acababa de conocer: he ahí un regalo de los que cambian la vida. Pero de estos cambios de vida uno no habla. Tú, en cambio, de los tuyos no puedes parar de hablar.</div>
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Conozco a tantos y tantos artistas imbéciles. Si te presentara a la mitad de ellos te alejarías para siempre de cualquier actividad artística o literaria y te harías ingeniero agrónomo. Así de imbéciles. Pero para tontos, su público. ¿Cómo se llama el payaso que canta en Vetusta Morla? Tal vez yo también me desgañitaría hasta para pedir la vez en la charcutería si viviese rodeado de gente que declara que cada una de mis canciones le ha cambiado la vida. Dios. Qué poco dice eso de esas vidas. ¿Qué son, esas vidas, plastilina, puré de patatas, qué? ¿Cuánto horror hay detrás de alguien que agita un montón de billetes en la mano ofreciéndoselos a cualquier artistucho de mierda para que <i>le cambie la vida</i>? Hambre de mística. Hambruna. Muerte por desnutrición de mística. Hipomisticismo cerebral. Hay que medicar.</div>
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Y ahí están todos esos hombres medicina que odio a muerte. Bueno, no los odio a todos. A los mediocres y feos, a los que no llegan a ninguna parte porque no consiguen dejar de parecer tan hambrientos de mística como su público objetivo, a ésos no los odio. Porque son mis hermanos.</div>
Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-77452129389592729052012-12-27T12:12:00.002+01:002012-12-27T12:12:26.551+01:00UN AÑO CHECO, 3X10<div style="text-align: justify;">
EL MAR DE NUBES</div>
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Ha salido el artículo en Consumer, la revista digital del Eroski. El tipo que nos llamó ha entendido a la perfección que los sucesos reales de los Kafka Weekends son secundarios y que lo que importa es la representación, el relato. Por ello, ha recurrido a aportaciones publicadas en forocoches y a algunas de las mejores historias (todas apócrifas y todas redactadas por Olgaga) del concurso de anécdotas de nuestra cuenta de Facebook para trazar una semblanza de nuestro producto basada en los sintagmas turismo sexual barato y prostitución posmoderna. Comenta la intervención de Jesús en <i>Cuarto milenio</i> (en dos momentos dados se le escapan un <i>hortera </i>y un <i>dandy de pueblo</i>), la <i>coartada intelectualoide </i>de nuestra web y las formas de hacer trampa con los acertijos, que para nuestra sorpresa son muchas y han aparecido en un montón de páginas aparte de forocoches, algunas extranjeras (lo cual explica la gran afluencia de kafkaturistas alemanes, últimamente). También menciona una llamada de teléfono con un fiscal que declara que es perfectamente posible una actuación de oficio por parte de su ministerio. Para terminar, una panorámica de la industria checa del sexo, al parecer una de las más voluminosas del continente, y del bollante turismo sexual en la capital.</div>
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La limpiadora ha encontrado tres bolsas de plástico grandes llenas de vómito debajo del sofá donde suele dormir Olgaga. Estábamos Paulo y yo tomando café cuando se ha acercado a nosotros y nos lo ha dicho. Yo no he podido reaccionar, pero Paulo se ha apresurado en enviar a la mujer a hablar <i>con ellas</i>, o sea, con las Miralles. Dado que hace muchas semanas que las Miralles no pronuncian una sola palabra, la idea ha sonado más bien absurda, pero no he podido argumentar nada de eso, por el bloqueo y el shock, y la mujer se ha marchado, acatando. No sé si la conversación con las gemelas se ha producido, ni en qué términos, pero ahora hay una enorme bolsa de plástico bajo el sofá, y tanto la limpiadora como los demás la ignoran olímpicamente. Huele un poco.</div>
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A las Miralles se les cae la ropa, en sentido no figurado. Por algún motivo, exhiben una delgadez mórbida de un tiempo a esta parte. Sigo la línea de sus mentones, de sus omóplatos, de sus clavículas. Son bellísimos, sus huesos, y su piel apenas un velo diáfano. Su ropa es una delicada cáscara, de la que se desprenden todo el rato. El miércoles por la mañana Patricia entonó unos versos de una bonita canción búlgara o moldava. Es lo último que les hemos oído.</div>
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Jesús ya ni se molesta en cerrar la puerta del cuarto de baño para masturbarse.</div>
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Yo soy el único a quien aún le funciona el móvil. Bueno, esto no es totalmente cierto. Me funcionaba hasta ayer. He perdido el cargador y me da pereza buscarlo.</div>
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Es el cumpleaños de Paulo. Ha decidido alquilar la azotea del edificio para celebrar una fiesta. Ha creado un evento en Facebook pero ha olvidado bloquear la posibilidad de que los invitados inviten a su vez a terceras personas. Han confirmado su asistencia cerca de 500 personas. Se han presentado doscientas cincuenta. Paulo baja de la fiesta diciendo que no conoce a nadie, que se queda con nosotros. Pero es inútil: solo hay un tramo de escaleras entre los canapés al aire libre y la oficina cerrada con olor a vómito. Los invitados empiezan a bajar casi detrás de Paulo. Cuando están todos abajo, los camareros contratados deciden pasar con las bandejas, también. Empiezo a darme cuenta de que toda esta gente no ha venido ni por amor a Paulo, ni por comer y beber gratis, sino para espiarnos. Y me apena. Una Olgaga ya francamente obesa que no ha dejado de trabajar ni siquiera en estas circunstancias, y fuma un cigarrillo tras otro con la mirada fija en su False-O-Matic, sin dejar de teclear. Un grupo la mira como si fuese atrezzo. Otro toca con la punta del pie las bolsas que ya empiezan a sobresalir de debajo del sofá. Las Miralles no parecen afectadas, pero hay un buen número de personas que no quita la vista de su semidesnudez, de las cacerolas desinfladas de sus sostenes descubiertos. Contra la pared del fondo se proyecta el inmenso jeto pálido del lector, pues ha llegado la hora de la vídeoconferencia, pero quién sabe por qué el sonido no funciona. Lo vemos mover los labios, pero no lo oímos. Suenan clásicos de los Rolling, los Kinks, la Velvet y Jefferson Airplane. La música muy bien, la verdad. Los canapés también. El sushi parece del bueno. Los camareros, muy profesionales y a la vez cercanos. Recomiendo.</div>
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Hay chicas. Jesús y yo tratamos de abordarlas pero notamos (y con mirarnos ya sabemos que estamos pensando lo mismo) que tras la amplia simpatía inicial hay algo raro, como un grupo de estudiantes de trabajo social de visita en una cárcel o algo así. Nos ríen las gracias, pero sin mirarnos a los ojos. No nos devuelven los comentarios, y en cuanto pueden se alejan en grupito. Bebemos y las criticamos: la indie de pueblo, la moderna snob, la pija camuflada, la frígida retrasada, la puta de mierda. Paulo se ha dejado el ordenador (y sus tres pantallas) encendidas. Las ventas van de lujo: rompiendo el techo a pesar de la reciente subida de precios.</div>
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Los invitados se hacen fotos para sus Tuentis y Facebooks y Tumblrs y (si aún queda alguien) Fotologs. Algunos graban vídeos. ¿Se tratará todo esto de una excursión a la <i>caverna de los Kafka Weekends</i> o algo así? ¿Una visita guiada de la Escuela de Negocios, con hoja de firmas a la salida? Alguien ha subido una foto muy poco favorecedora de Olgaga a nuestra página de FB con el subtítulo <i>Hay una gorda en España que lo escribe todo. </i>Una foto tomada hace pocos minutos. Olgaga entra con una de sus identidades False-O-Matic y trata de poner en cuestión la imagen, pero no cuela: <i>Pero de qué vas, foca, si te tenemos calada. Sabemos que eres tú. Te estamos viendo escribir. Te estamos viendo.</i></div>
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Hay cientos de personas presentes, y aproximadamente la mitad andan trasteando con el móvil en este momento. Además qué pereza. Jesús y yo ya estamos borrachos, las Miralles desnudas, Olgaga llorando, Paulo desaparecido. El lector innominado sigue parloteando desde la inmensa pantalla de la pared del fondo. Entonces se apaga la luz.</div>
Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-19269079.post-67379288353817740412012-12-15T10:38:00.000+01:002012-12-15T10:38:23.623+01:00UN AÑO CHECO, 3X09<div style="text-align: justify;">
MIRA, SORVINO</div>
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Tal vez hayamos cargado un poco las tintas con el asunto del sexo fácil en los Kafka Weekends, porque desde hace un tiempo solo aparecen hombres en la lista de espera. En forocoches hay un hilo abierto en el que la gente cuenta cómo completar los acertijos que proponemos en la web, y al mismo tiempo recomienda nuestro tour en términos que lo describen como turismo sexual. <i>Imposible follar más y mejor y más barato</i>, dicen. Hemos implantado una moratoria de fornicación, pero como todo el mundo sabe los KW no son lo que ocurre en Praga, sino <i>lo que se cuenta</i> que ocurre en Praga, tanto los que han estado como los que quieren estar, los que nos odian, los internautas y los trolls en general. Para eso tenemos a Fille Gaga y sus heterónimos, pero también aparecen otras voces que cada vez más vinculan nuestro producto con la prostitución, y para muestra el hashtag #kikiweekends, que engloba las aportaciones de los cachondos y de los indignados con la cosa. Convocamos una reunión para tratar el asunto, pero a nadie se le ocurre nada y es un desastre. Nos llama un tipo que dice estar escribiendo un artículo sobre el tema para la web del Eroski, y no sabemos qué contestar. De repente nos hemos quedado sin certezas. Las chicas que hacen papeles para nosotros sobre el terreno, en Praga, pueden ser prostitutas profesionales, no lo sabemos. También hay chicos, alegamos tímidamente, pero nos arrepentimos en el momento. Son actores y actrices, balbuceamos sin convicción.</div>
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¿Acabaremos en la cárcel? Ahora diseñamos aventuras metaliterarias por Praga, con el rastro del gólem de Michael Chabon, cosas así. Tratamos de frustrar al turista sexual, para que lo cuente en forocoches, para que altere nuestro producto con su narración. Además, tenemos a Olgaga. Ésta es su última aportación al asunto, en el foro citado, con la identidad <i>Robe83</i>:</div>
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A ver si me explico... voy a poner aquí una parábola, ¿vale? Imaginad Sitges, el Festival de Cine Fantástico. La ciudad a rebosar, buen rollito, estrellas, etcétera. Viene Quentin Tarantino a presentar su peli. Su peli, por supuesto, lo peta. Los críticos lloran, se empalman, se quedan ciegos durante el pase, lo que se os ocurra. Cunde la euforia entre el equipo. Esa noche, salen a darlo todo por Sitges. Se duchan, se comen una langosta, se ponen guapos, se drogan un poco. Quentin está pletórico al empujar la puerta giratoria del hotel y poner un pie en la cálida noche del lugar.</div>
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¿Os cuento un secreto? Tarantino va a follar esa noche. Y no va a pagar por ello. ¿Y a quién se va a follar? Pues a la tía más buena de toda la discoteca. ¿Y por qué? ¿Porque es muy guapo y muy simpático y tiene un corazón de oro? No. Por una cuestión económica. Por un desequilibrio económico y social, por una asimetría de poder. Porque acostarse con Quentin Tarantino es un billete de lotería y hay muchas aspirantes a actriz con cuerpos demencialmente atractivos dispuestas a comprarlo. ¿Os cuento otro secreto? Él lo sabe. Lo sabe desde el estreno de Reservoir Dogs, fijaos lo que os estoy diciendo. ¿Cuál es la palabra para esto? ¿Prostitución? Vale, pero entonces "prostitución" no es solo lo que sale en Documentos TV en el Día Internacional contra la Prostitución. Es mucho más. Es un intercambio de sexo por un número muy amplio de posibles contraprestaciones, que los antropólogos han descrito en todas las sociedades humanas. ¿Queréis hablar de prostitución? Bien. Hablemos de Flavio Briatore. Hablemos de Cela y Marina Castaño. Hablemos de esas secretarias tan jóvenes que siempre luce el diputado. ¿Queréis luchar contra la prostitución? Bien. Cercad al proxeneta, por supuesto. Ahora, emprendedla con el cliente. Con redadas, con detenciones, claro que sí. Ahora, a por las prostitutas, obviamente el eslabón más débil de la cadena. Protegedlas, ayudadlas a declarar, a denunciar. Buscadles salidas dignas a la calle, formadlas, dadles un trabajo. Me parece estupendo. Pero no os detengáis ahí. No os lavéis las manos tras acabar con los Kafka Weekends. La prostitución, en un sentido amplio, es la oferta de favores sexuales a cambio de algo. Precisamente el motivo por el que en nuestra especie las hembras no tienen temporada de celo. Acabad con toda asimetría, con toda coerción, con todo deseo material. Con la propiedad, con la lascivia. Con las columnas maestras de vuestra sociedad y con vuestro código genético, y entonces, <i>entonces</i>, convocad a una asamblea en la Plaza de la Revolución del Quince de Mayo para debatir el tema. Ah, y me falta una cosa: hipócritas de mierda.</div>
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Jesús y yo leemos todo esto y nos quedamos callados. Paulo se nos une. El intento de Olgaga de diluir nuestras responsabilidades en las imperfecciones de la especie no va a funcionar. Hasta donde yo sé, Jesús ha tenido alguna temporada de pasarse mucho por los masajes chinos con final feliz, de dónde si no sacó tanto detalle de primera mano cuando le dio por hacer bromas con el tema en tuiter. Paulo, por su parte, ha ejercido formas limítrofes de la prostitución en épocas de escasez, con <i>novios</i> mayores que él. Son cosas que suele contar, o mejor dicho, que es difícil que no te cuente después de la octava cerveza. Te dice el por qué, el cómo, el cuántas veces, el a cambio de qué, el cómo me sentí, el cuándo empecé y el cuándo lo dejé. Lo demás no te lo cuenta. Lo demás no existía hasta hace un par de semanas. Acabamos de caernos todos en <i>lo demás</i>, acabamos de darnos cuenta de que la piscinita en que chapoteábamos no tiene fondo. En ese agua oscura estamos ahora suspendidos, solo que la ropa de las Miralles no parece mojada.</div>
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<br />Josedahttp://www.blogger.com/profile/04039967632053647006noreply@blogger.com0