FELICES FIESTAS Y PRÓSPERO AÑO NUEVO SI TIENES COJONES
Les voy advirtiendo desde ya que la semana próxima no podré estar con ustedes, porque como cada Navidad me voy al pueblo de mis padres a pasar allí una semana y ganar trece o catorce kilos. Yo lo llamo inflar los neumáticos, chiste que hace mucha gracia en el villorrio. También lo llamo, pero esto sólo cuando hablo conmigo mismo, un poco cruelmente, cobrarme lo mío, haciendo una velada referencia al bastante apetitoso sueldo que les paso a mis progenitores. La verdad es que al menos se puede ver dónde acaba todo ese dinero: en suelos de mármol, superficies doradas y construcciones amplificatorias de la casa. La tienen que ya ni se reconoce. Parece un hotelito, más bien. Un templo kitsch. Una Escuela de Mecánica de la Armada. Por favor, vayan ustedes en mi lugar. Por favor.
¿Qué tiene de malo? Pues, si dejamos aparte la sucesión de vecinos que me van a recordar lo enano que era yo parece ayer y lo bien que me estoy portando con mis papis y la necesidad que tengo de encontrar una moza casadera, la procesión de primos segundos que intentarán emborracharme en el bar Nicolás para tratar a continuación de darme el sablazo, los cientos de fotos del álbum familiar que tendré que revisar con mi mama, los cientos de folletos de coches que tendré que revisar con mi papa (porque ya va siendo hora de que me compre uno, dice, aunque en realidad el coche lo quiere para él, pero mi madre no lo deja meterse en créditos y los dos mil euros que les paso todos los meses se les van en reformas, con lo que sigue de un lado para otro con un Kadett dorado que ya no pasa de 90), y los malos tragos que me hará pasar una chica del pueblo, algo entradita en carnes pero con una moral indestructible, que me persigue para engancharme (y oh dios mío el año pasado por poco me la follo en la fiesta de nochevieja, con lo que este año volverá a la carga con renovados ímpetus, en cualquier caso se hace OBLIGATORIO NO BEBER NI UNA GOTA DE ALCOHOL EN NOCHEVIEJA), si dejamos aparte todo esto, digo, no tiene nada de malo. Pero a ver cómo coño deja uno aparte todo eso.
Otra de las cosas que me van a decir una y otra vez en plan mantra será a ver cuándo te dejas el piso ése en XXXXXXXX, te vienes al pueblo y te haces una buena casa al lado de la de tus padres. No la he incluido ahí arriba porque esto más bien me da risa. O a veces no me da risa y me parece que me están describiendo los nueve círculos del Infierno y ahí en todo el centro, con la colleja puesta entre los dientes de Satanás, en el lugar del compadre Ugolino que muy contento cede su puesto y se va a tomarse unas cañas, estoy yo.
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