2.2.06

MÁQUINAS DEL TIEMPO Y CHAQUETAS DE BORREGUILLO

No sé quién puede decir que las máquinas del tiempo no existen. En algún lugar de esta casa hay una bien guardada. No la saco, ni la muevo, ni siquiera la miro. Se trata de una chaqueta-tres cuartos yo diría que de color verdoso, a cuadros azules y blancos, forrada de borreguillo, que me regaló Adri por mi veinticuatro o veinticinco cumpleaños, ya no sé. Me la regaló porque le gustaba a ella, claro está, porque siempre que salíamos se las apañaba para ponérsela de vuelta a casa, aunque le quedaba por debajo de las rodillas, grandísima. A mí también me gustaba. A fuerza de salir y salir, se le acabó pegando el olor del perfume de Adriana en las solapas. Es lo que tiene el borreguillo, que se le pegan los olores una barbaridad. Estoy seguro de que si voy ahora mismo, la rescato del fondo del armario y la huelo, el olor estará todavía ahí.

Un olor no es sólo un olor, como todo el mundo sabe. Es uno de los principios activos que hacen funcionar las máquinas del tiempo, y a mí me llevaría, por ejemplo, a la nochevieja entre 2001 y 2002, vería con absoluta nitidez a Adriana en bragas y chaqueta salir de puntillas de la habitación de aquella casa a intentar hacerse con una botella de vino sin ser percibida. Y bueno, qué quieren que les diga, no tengo yo el cuerpo para viajes, esta mañana.

A ella la conocí en otra fiesta, más bien un botellón. No me inspiró la menor sensación, el menor sentimiento, a pesar de que estuvimos hablando y riéndonos durante horas. Tuvieron que pasar muchos meses hasta que me desperté una mañana pensando que estaba enamorado. Y ahora, después de ocho años, daría un brazo por esa inmunidad inicial que me permitiría tirar la puta chaqueta a la basura. O ponérmela tranquilamente, incluso, sin ponerme a viajar en el tiempo como un pelele. O llevarla al tinte.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La memoria de los sentidos es la más fiel, y la memoria del olfato es impresionante, tiene la capacidad de hacerte viajar en el tiempo y en el espacio... hay un lugar en un parque de mi ciudad, por el que cada vez que paso, cierro los ojos, porque en ese punto, precisamente, huele de una forma que me teletransporta a otra ciudad y a otra época...

Me han gustado las sensaciones que describes y cómo las describes. Es un post triste, pero a la vez muy hermoso.

Joseda dijo...

Muchas gracias. No hay nada como el recurso de los olores para hablar de estos temas, ¿no? En fin, muy amable, siga pasándose por aquí cuando tenga un rato.

Anónimo dijo...

¡que se lo cuenten a H.G.Wells y a Patrick Suskind! Si tuvieran un hijo con esos dos padres, habría escrito este post. ¿lo eres?

Mi palabra de verificación es jkiklixt... ¿y yo qué le hago?