9.8.06

MASTRONARDI AZOTE DE SUPERVILLANOS


Para qué un blog. Para qué hablarle a la perra. Para qué la literatura universal, ya que vamos, para qué las seis o siete conversaciones opiáceas que tuvimos a los veinte, al final de fiestas magníficas, con los que considerábamos nuestros amigos y en las que de verdad nos desnudamos y aprendimos cosas que no sabíamos de nosotros mismos y apuntalamos aquellas amistades y nos dormimos envueltos en esa rara felicidad que da a veces (muy pocas veces) el conocimiento, si luego viene un tipo con nombre de aftershave alemán y nos cuenta que no, que toda esa palabrería no es más que impostura y pavoneo, que cuando realmente nos comunicamos es durmiendo y soñando que nos damos una ducha (lo que significa masturbación), o que hacemos malabares (lo que significa masturbación), o que sobrevolamos la ciudad (lo que significa masturbación), o que nos masturbamos (lo que significa síndrome de abandono materno). Qué mal me cae, Freud. Y los psicoanalistas. Y los psicólogos, ya que estamos, que es lo que había venido yo a decir. No podrán expedirte las putas recetas y ya, hombre. Charlita. Toque de cojones. Bromita. Otro toque de cojones. Consejito-bromita-consejito y, para rematar y tras el estupendo combo, sí: toquecito de cojones.

Deberían colocar a la salida a algún psicólogo que te ayudara a superar el trauma que supone visitar a los psicólogos. O colgarse todos de un palo, qué sé yo.

No hay comentarios: