LO REAL
Después de mucho sobar, en cada visita, el único ejemplar que quedaba, un poco escondido en la librería, de Lo real, de Belén Gopegui (venía el precio en pesetas: 2900), me lo he traído a casa y me lo estoy zampando tan ricamente.
La novela explora precisamente eso, lo real, los auténticos intereses de la burguesía al margen de tanta y tan mala literatura al respecto: las intrigas de la oficina, el sueldo, las oposiciones, el alquiler y esas cosas que funcionan como un muro de contención o un rasgo definitorio para nuestra simpática clase social. El riesgo de aburrirnos como una ostra lo disuelve, no teman, la otra cara de lo real, que es el plan del prota (es decir, los planes que todos hacemos) para no dejarse encerrar por esos muros, para, utilizando los recursos propios de su clase, escapar a su clase y encontrar un espacio abierto y propio. Sólo habitaciones pero al menos habitaciones, que dice la amiga Gopegui por ahí. Ojo, no tumbar el sistema, sino abrir una grieta en el sistema e instalarse cual lagartija emancipada: definición zoológica de miembro de la Resistencia.
Como las posibilidades de la Resistencia en nuestro (mi) perezoso y postburgués mundo es uno de mis temas favoritos, estoy agradeciendo mil la novela. Sale un coro de postpequeñoburgueses comentando las acciones del prota y me dan ganas de unirme a él para pegarle gritos. Y no piensen que se trata de un meño ideológico, tampoco, que sexo, de momento, hay. Y argamasa literaria, toda la que quieran.
Todo está en los libros, turuturururururu, todo está en los libros, turuturururururu, to-do, to-do, to-do está en los li-bros. Etcétera.
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