EL EYAK Y VOS
El Eyak ha desaparecido. Ya conocen mi pequeño culto de los últimos hablantes de un idioma: al humilde altar laico de Antonio Udina y compañía se acaba de subir doña Marie Smith Jones: con su desaparición se han perdido definitivamente su viejo idioma, su vieja cultura. Es decir, una de las formas posibles del universo, por hacerle caso a Borges y a los filósofos maníacos del lenguaje que tanto abundaban en la segunda mitad del siglo pasado.
Ya dije por aquí en alguna ocasión que seguramente valdría la pena salir a la calle simulando que uno es un terrorista suicida con una camiseta interior de goma dos y que le quedan cinco minutos de vida, experimento un poquito truculento que trata de recrear las condiciones en que uno mira el último árbol o el último culo, para inferir que el contexto lo es todo y que ése en concreto aporta una belleza incalculable a los objetos cotidianos. Pues bien, será cosa de llevar a cabo todo esto con el lenguaje, tratar de hablar o escribir como si estuviera uno dejando muestras para paleolingüistas, como si este idioma en que les comunico todo esto se hubiera reducido a esta mínima expresión incapaz de convencer a nadie, un poema escrito a lápiz en un papel de fumar que flota en dirección al Océano Atlántico.
Y que sin embargo, Nina comprendería perfectamente. Vámonos a la calle, preciosa. Ahora.
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