28.8.11

TODAS LAS PALABRAS ACABADAS EN "-DUMBRE"

A veces, la incertidumbre está muy bien. Me visualizo en 2021 y observo que mis errores de siempre han ido esclerotizándose y mi pelo cayéndose y algunas manías beneficiosas (como la de afeitarme todos los días, como la de vestirme exclusivamente en Springfield y planchar a conciencia y usar gafas sin montura) han desaparecido. Sigo con el blog. Sigo solo. Bebo un poco más, y fumo. También me creo a flote a ratos y a la deriva a otros ratos pero desde esta perspectiva está claro que lo que predomina es la deriva, solo que no me doy cuenta porque el cambio ha sido gradual. Mantengo la esperanza de que todo cambie pero ya es otra cosa, un rito maquinal, como las velas de aceite que enciende mi madre delante de la foto del abuelo Nicolás. La credibilidad de esa esperanza  se ha erosionado poquito a poco. He cambiado de gustos musicales. Ahora oigo blues americano de los años treinta y cuarenta del siglo XX, y lloro. Es todo bastante patético. La casa sigue sin estar limpia ni yo he empezado a hacer ningún tipo de ejercicio ni como mejor ni he aprendido idiomas. Dedico más tiempo al ejercicio de la nostalgia. ¿Pero nostalgia de qué? Y esto es lo más patético de todo: del paleto que era yo a los veinte años, recién llegado a la metrópoli manchega, hiperestésico y con cara de idiota, virgen, incapaz de hablar con chicas ni con nadie, aficionado a infinitas caminatas de madrugada (como ahora) y a cierto tipo de rock independiente. Convencido de que mis camisetas me conseguirían las novias y los amigos que yo no podía conquistar por mí mismo. Vestido con perpetuas camisetas negras de grupos de rock compradas en la Discoplay. Capaz de flotar durante toda una tarde en el brillo de todas y cada una de las hojas del único árbol que veía desde mi ventana. Fumeta y romántico. Con falta de higiene. No solipsista. En absoluto solipsista. El exacto contrario a un solipsista: un enamorado.

No hay comentarios: