FELIZ AÑO NUEVO
Sí, amigos. Feliz año nuevo a todos. Que cumplan sus propósitos, y, si no tienen propósitos, que los encuentren, y que les sienten bien, y que los lleven puestos todo el año, y que al final se hagan realidad antes de 2007, para lo bueno.
Qué quieren, me siento estupendamente. He vuelto a mi ciudad después de unas navidades lamentables (no he sido capaz de quedarme en el pueblo hasta Reyes), y oh, dios, cómo he echado de menos mis cuatro paredes, mis discos y mi ordenador, mi moto y mis días vacíos de parientes, vecinos y charlitas morales. Cómo he echado de menos mis días vacíos, en resumen.
Ahora, recién llegado a casa (he cogido el primer autobús, de la misma desesperación), delante de esta pantallita y con un café humeante al lado y mi blog enfrente y mi disco de Ivy puesto, puedo hacer esa cosa tan inútil e inevitable que conocemos como recapitular.
Claro que tampoco les voy a dar detalles. No me follé a Sonia, si se lo estaban preguntando, pero hice algo peor: sentarme con ella la mayor parte de la nochevieja en unos barriles de cerveza del traspatio de la discoteca y dejar que me hiciera resúmenes de los libros de autoayuda que se está leyendo. Eso sí, sin citar la fuente, y aplicándolos a mi vida. La situación era tan antierótica que me permití beberme hasta ocho cubatas, a pesar de la estricta prohibición que me había impuesto. A eso de las nueve de la mañana, Sonia me dio un beso y un abrazo y me pidió el teléfono, y yo estaba tan ciego que se lo di. Ahora se dedicará a llamarme todos los fines de semana e intentar venir a XXXXXXXX a verme. Dice que le gustaría salir del pueblo, buscarse algo en la capital (sic). Bueno, pues búscate lo que quieras, pero que no sea Kang, digo, que no sea yo, por favor.
Mi padre ha estado especialmente gracioso, eso sí. Se ha pasado desde el día 23 por la tarde bebiendo pequeños traguitos aquí y allá, y diciendo tonterías. Contentísimo, nunca sabré por qué. Tengo que reconocer que me gustaría ver la cara que se le va a poner cuando lo llamen del concesionario para que vaya a elegir el color del coche. A mi madre no hay quien la soporte, como siempre. Mis primos han bajado la intensidad del sableo, y ayer mismo le presté a Gerardo cincuenta pavos sin que el pobre me los pidiera, un poco por no perder las costumbres, supongo.
Pero todos me han repetido una y otra vez que vuelva al pueblo. Que abra una tienda. Que compre tierras. Que monte una asesoría. Que alquile pisos. Que me dedique a ir a la iglesia. Y son esos análisis de mi vida que me han ido arrojando a la cara sin piedad durante casi dos semanas lo que me ha destrozado. Que si estoy muy solo en XXXXXXXX, que si no tengo ilusión por la vida, que si se me ha puesto cara de amargado... ¡y eso gente con quien llevo seis años sin cruzar dos palabras!
En fin, que ha sido una pesadilla completa. Pero ya estoy aquí. Y tengo grandes planes. Y un año entero en blanco por delante para rellenar. Y bueno, si suena el teléfono, con no cogerlo, pues solucionado el problema.
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