24.1.06

HAY UN ORHAN PAMUK DENTRO DE TODOS NOSOTROS

Han soltado a Orhan Pamuk. Los turcos saben que con él en la cárcel, sería imposible entrar en la UE. Y claro, lo primero que se te viene a la cabeza es, como dicen en Guerra Eterna, que seguramente habrá un montón de presos que hayan hablado del genocidio de armenios de 1914 y, como no son tan famosos ni candidatos a ningún Nobel, seguirán entre rejas unos cuantos lustros más. Así que, si hablo de Pamuk, hablo también de los otros.

Pero no hablo de este tipo porque tenga muchos cojones, que sin duda los tiene. Hablo de él porque sin estas personas, sin la feroz autocrítica que ejercen, el malestar que extienden en sus países y la valentía con que obligan a sus conciudadanos a mirarse al espejo, las sociedades serían incapaces de cambiar. Una sociedad sólo cambia desde dentro, a base de pura autoconsciencia, jamás bajo presiones externas, sanciones multinacionales o invasiones preventivas. Esos agentes externos encastillan la soberbia y la autocomplacencia, si acaso. Alimentan el cáncer que pretenden curar.

Tendamos a ser Orhan Pamuk. Limpiemos nuestras casas. Recordemos que en Turquía la más mínima alusión a la matanza turca de 1914 implica cárcel y que, sin embargo, él habló. Que muchos turcos saben gracias a él lo que pasó. Que aunque algunos prefirieran no saberlo lo saben. Y que esa consciencia es imprescindible para que, al menos, no se repita.

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