26.1.06

OTRO APOCALIPSIS ES POSIBLE

Como todos los cobardes (por ejemplo como yo mismo), el amigo Borges estaba obsesionado con el tema de la inmortalidad, y le dio vueltas y más vueltas tanto metafísicas como literarias. Como todos los cobardes, también, fingió que la inmortalidad no le atraía, y en sus relatos, los inmortales buscan la muerte. Yo creo que no engaña a nadie, y todos sabemos que él buscaba no morirse, que le tenía un miedo tremendo a la muerte a pesar de pasar decrépito y ciego muchos de sus últimos año. Pero esto no es la cuestión que yo quería traer en esta entrada. Yo quería hablar del mundo (del posible mundo futuro) que dibujó en cuatro trazos en Utopía de un hombre que está cansado.

Este cuento es puro Borges, para lo bueno y para lo malo: el protagonista es él mismo, que sale a pasear y de repente viaja al futuro. Encuentra una casa, entra y se pone a hablar de metafísica y de literatura con el habitante, para más inri en latín. Como si todo esto fuera lo más normal del mundo, pero bah, ya digo que es puro Borges, lo amas o lo odias, y yo lo amo, no voy a ponerme a sacar defectos.

A lo largo de esa conversación nos enteramos de lo que va a pasar en el planeta en un futuro próximo. Por un lado, la gente acuerda adoptar un idioma universal, y se elige el latín (no me imagino cómo convencerán a unos y otros para que se abandone el inglés o el árabe, pero bueno). Por otro, la política, las fronteras, la policía y los ejércitos caen en desuso. Dice algo así como los políticos siguieron dictando leyes, pero paulatinamente la gente dejó de cumplirlas, y al final tuvieron que buscar otras ocupaciones (seguramente emplea menos palabras). Por otro, se controla la natalidad, porque se considera que la especie humana es superflua. Por otro, cada habitante se educa durante sesenta años en todos los oficios, y a continuación se va a vivir solo, construye su casa, produce lo que necesita para sobrevivir y se entrega a una de las artes (con lo que todo lo que implique trabajo cooperativo, como la tecnología, la empresa o la fabricación al por mayor se abandona). Y por último, cada hombre o mujer se suicida cuando le apetece en un horno crematorio.

A mí esa utopía siempre me ha llenado de paz, y cuando oigo profecías apocalípticas tremebundas tipo va a haber una guerra nuclear o un colapso ecológico o un virus mortal nos va a llevar a todos por delante me acuerdo de la visión de Borges, la utopía de un hombre que está cansado, y pienso que sí, que hay que intentar llegar a eso. Que si el destino de la especie consiste en desaparecer (los manchegos ya hemos empezado), qué mejor que hacerlo civilizadamente, en medio de la naturaleza, sin agredirnos ni contaminarnos ni que el gobierno de ningún país venga a decirnos lo que tenemos que hacer. Pintar paisajes toda la vida, en paz, y luego despedirnos con la mano. ¿No?

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