15.1.06

POLÍTICAS DE INMIGRACIÓN (EN MI CASO)

Hoy, Nina y yo nos hemos levantado politizados perdidos: ella ha sido abrir un ojo y colocarse junto al ventanal a ladrar como una descosida. A mí se me ha ocurrido bajar a por el periódico y me he encontrado en el kiosco a un señor escandalizado que, El Mundo bajo el brazo, se dedicaba a sermonear al kiosquero con la murga de siempre: el fin de España, los hijos de puta de los catalanes, el maricón de Zetapé y todo el largo etcétera. El tipo estaba tan encendido que se me ha quedado mirando con cara de íncubo al verme agarrar El País, y a punto se ha quedado de decirme algo. Yo por si acaso le he arrojado dos euros al pobre quiosquero y he salido por patas, ya sé que le he dejado diez céntimos de propina pero el hombre se los merece. Nina mientras tanto no dejaba de olisquear al facha: cada vez tengo más claro que la costumbre de husmear entre la basura le ha dejado secuelas.

Menos mal que luego me he encontrado con este artículo inobjetable en lo de Trapo que me ha iluminado. Qué capacidad de síntesis. Qué clarividencia. De la política patria sólo hay que saber una cosa: que si fuera un restaurante, sería un McDonald's, y si fuera un programa de televisión, sería Gente, y si fuera una canción, sería de Bisbal, y si fuera un personaje, sería Ramón García. Por ahí van los tiros, ¿no? Sale Zapatero en la tele, y dice que Rajoy es listo y valiente. Con esta ironía fina que se gastan, para qué necesitamos a McEwan. Mi plan de liarme la manta a la cabeza y mudarme a Tasmania va cobrando cuerpo. Si no fuera por esta puta pereza...

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