17.4.06

14 DE ABRIL

He leído y firmado el manifiesto republicano de Memoria del futuro. Todas esas historias de oportunidades perdidas, avances y retrocesos, héroes políticos y explosiones culturales me ponen un nudo en la garganta, y estoy muy de acuerdo con ellos en que, si algo se le puede criticar a la II República, es únicamente que también ellos veían venir lo que vino, y en lugar de echarse atrás continuaron hacia adelante, reformando, creando y haciendo los deberes. Y pocas veces han pasado tantas cosas tan bonitas en tan poco tiempo por aquí. Diga César Vidal lo que diga (que yo tampoco sé al detalle lo que dice, ni creo que mucha gente tenga huevos a leerse los 19 libros que publica por año, pero sus intenciones sí que me las sé y pocas cosas me dan más asco que el revisionismo).

Sin embargo, el acento no debería estar en la memoria, sino en el futuro. Y una vez puestos al tajo, reformada de arriba abajo la constitución y las instituciones, instaurado el estado laico e igualitario y suprimidos los privilegios de clase y de herencia, con la bandera tricolor colgando de los mástiles, ¿qué pasaría? Cuando nos diéramos de cuernos con el Mercado Global, ¿qué sería de nosotros?

Seguramente nada bueno, pero creo que sería una de las batallas perdidas de antemano más bonitas de luchar.

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