1.5.06

CÁLMESE, MASTRONARDI

Para que luego digan que los blogs no tienen nada que ver con la literatura, les cuento los síntomas que ando experimentando desde que empecé con la pereza y las ensaladas.

1 - Soy cada vez más cascarrabias, las cosas me molestan mucho más, no soporto abrir un periódico y cuando lo abro lo suelo cerrar cabreado pensando cosas como Incultos o Pequeñoburgueses.

2 - Tengo cada vez más defectillos mentales como el insomnio, los cambios de humor, encerrarme en casa, salir a horas intempestivas, etcétera. Y hago cada vez menos para curármelos. No sé si esto tendrá algo que ver con ese pasaje de La francesa, mi poema favorito de unos de mis libros de poesía favoritos, Los perros románticos:

Para nosotros el prestigio estaba en otra parte:
en los gestos
exquisitamente lentos
del desarreglo nervioso.

Con que estar loco mola. Bueno. Así te va.

3 - Mis lecturas son las mejores. Es decir: sólo lo que leo yo mola realmente. Aunque sólo lea diez páginas y cierre el libro asqueado, es lo que hay que pillarse. Si me encuentro con alguien que lleva un libro que yo no he leído, pienso pardillo, mira que comprarse eso. Si lo he leído ya, pienso bah, éste va retrasado. Sólo si está leyendo algo que yo estoy a punto de comprar pienso: bueno, por fin un lector digno de compararse con el gran Mastronardi. O algo así. De todas formas, entre que yo casi no salgo y que en esta ciudad no lee ni cristo (pero sí escriben, como diré más adelante), encuentros de éstos no tengo más que dos o tres al año.

4 - La gente que publica es un asco, lo consiguen por enchufe y/o a cambio de favores sexuales. Esto a mí hace medio año me daba igual, pero ahora me indigna. Hojeo las novedades de autores nuevos y pienso: enchufe, enchufe, enchufe o comepollas, comepollas, comepollas. ¿Por qué? ¿Acaso estoy empezando a albergar el secreto deseo de ver la pereza y las ensaladas en formato papel? ¿Un blog que no leen ni cinco personas (por cierto, muchas gracias a los cinco) al día? Reconozco que hace unos años estuve escribiendo poesía beat y que incluso llegué a presentarla a un concurso que no gané y que cuando leí la obra de la ganadora estuve pensando comepollas continuamente durante una semana, quedándome por tanto sin capacidad mental para mantener una conversación o saludar o atarme los cordones de los zapatos. Pero ahí lo dejé y tampoco supuso ningún trauma. El problema es que en mi ciudad hay un número de Avogadro de poetas por metro cuadrado. Nadie sabe por qué pero mi teoría es que la pereza convierte en poetas a un montón de gente con otras vocaciones (futbolista, notario, pescadero, sexador de pollos o astronauta), y que lo que en realidad habría que preguntarse es de dónde viene la ola de pereza que asola nuestra ciudad. Pero en fin, me estoy yendo del tema.

5 - Me caigo fatal. No me soporto. Me miro al espejo y pienso comepollas, comepollas, comepollas. No, perdón, lo que pienso es moñas, moñas, moñas. O inútil, inútil, inútil. O vago, vago, vago. En fin, muchas cosas negativas, siempre repetidas tres veces (y siempre en cursiva). Me pongo a pensar en mi vida y siempre llego a la misma conclusión: que la culpa la tengo yo, por incompetente, incompetente, incompetente.

6 - Y sin embargo, me molo. Creo que soy la hostia, mucho mejor que el común de los viandantes. Como con las lecturas pero con todo lo demás. Precisamente por lo cascarrabias e intolerante. Precisamente por odiarme a mí mismo. Molo. Es un hecho. Admítanlo y empiecen desde ahí.

Todo lo cual demuestra empíripiripiricamente que los hay que llevar cuidadito con los blogs, porque empieza uno con ellos en plan inocente y a los cinco meses se encuentra hasta el cuello de literatura.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No somos cinco los que te leemos. Somos seis. Yo, concretamente, soy el séptimo. Y si hacía falta que alguien externo a ti (hasta donde lo permita el solipsismo) lo dijera, pues lo digo: eres la ostia y el puto amo. Y no sólo molas: chanas.

Joseda dijo...

¡Me cago en tó lo que se menea, qué alegría que me ha dao usté!

Si tuviera una editorial o algo así, le publicaba ahora mismo lo primero que me diera. ¿Diarios de Trapiello también? ¡También!

Y no me siento obligado sino honrado de recordarle que, si bien es posible que yo sea el puto amo (que no lo digo yo), el puto-puto amo es y siempre será usted. Danque sén.

Anónimo dijo...

genio genio genio

Anónimo dijo...

Hola Mastronardi. Te acabo de descubrir, luego -si las cuentas son correctas- soy el octavo que te lee, aunque las estadísticas apuntan unos cuantos más.

El Zen no tiene nada que ver con cervezas y aceitunas, pero en tu entrada apuntas en la dirección correcta.

Un saludo.