16.5.06

CONSEJOS PARA REVOLUCIONARIOS PEREZOSOS - 2

No predique. No es necesario: con dar ejemplo, basta. Tampoco se esfuerce mucho dando este ejemplo. Bastará con que sus congéneres lo vean de vez en cuando entregado a la pereza (es decir, derrumbando el sistema capitalista), por ejemplo sentado a la puerta de su casa mirando las siempre cambiantes formas de las nubes, a la hora en que sus vecinos llegan a toda velocidad del trabajo y parten a toda velocidad hacia el centro comercial, subidos en coches interminables de pagar. No le quepa duda, hablarán de usted. Jamás para bien, pero esto a usted qué le importa. Dirán que es usted un vago, que cómo es posible que pase tanto tiempo en el limbo (ellos llaman limbo a esos breves lapsos que pasan entre el trabajo y el consumo), que qué problema tiene usted que le impide acumular objetos, etcétera. Dirán este sí que vive bien con un tono exageradamente sarcástico. Usted, por supuesto, no les conteste ni trate de convencerlos ni predique nada de nada. Limítese a levantar unos cuantos grados más la cabeza, hasta mostrarles su nunca bien afeitada nuez (o su sedoso cuello si es usted una revolucionaria) y silbe La Marsellesa sin preocuparse por la afinación. A buen entendedor las palabras sobran, y puede estar seguro de que hay un órgano en el subconsciente de sus vecinos que lo entiende todo. Luego les provoca pesadillas en las que no llegan a tiempo a los exámenes, o van desnudos por la calle, pero de esto usted ya no se preocupe, que bastantes quebraderos de cabeza le produce la Revolución.

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