CERO CUATRO
Me he despertado casi a las diez y me he quedado en la cama más de tres cuartos de hora. Ha merecido la pena. Ha entrado el sol por la ventana y han brillado en el aire algunas motas de polvo (...). Me he bajado con Nina a tomarnos unas cañas. Y me he reído con ella. He estado durmiendo hasta las cuatro. He leído unos cuentos de Borges que casi no recordaba. He puesto la tele, había un partido y Torres ha marcado un gol realmente increíble.
En ese punto he decidido dejar de tararear la canción. No va a ser ningún buen día. ¿Y por qué? Bueno, cuando uno pregunta ¿por qué? suele recibir una respuesta llena de circunstancias. Y las circunstancias no tienen nada que ver. Miren hacia adentro, vean al hijoputa que hay ahí tumbado en calzoncillos bebiéndose unas cervezas y llenándolo todo de mierda con sus frases: hasta que no lo echen a patadas, ningún día será un buen día. Ni con cuatro millones de rayas.
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