MASTRONARDI POR EL CAMINO DE LAS HORMONAS
Va siendo hora de reconocer que el otro día, con mi visita a Julia, traspasé un umbral que no puedo destraspasar tan fácilmente: el paso a leyes de la física de mis relaciones de los chats.
El viernes pasado volví a subirme a un autobús con dirección a otra metrópolis manchega para encontrarme con otra mancheguita encontrada en el proceloso mundo de los chats nocturnos. Esta vez traté de asegurarme de antemano de que no era una especie de psicópata, mediante sutiles preguntas como ¿y cómo dices que terminaste con ese antiguo novio?.
Me encontré con una chica bastante agradable, guapa (pero sin el morbo que tenía en las fotos), realmente divertida. Todo el fin de semana estuve tentado de preguntarle por qué cojones quedaba con colgados de los chats, pero no me atreví porque ella insistía en que yo era el primero. Esta vez no me he encontrado con conductas desequilibradas, aunque no puedo dejar de pensar que tiene que haber algo. Soy así de cabrón. Hemos quedado en vernos otro fin de semana pero yo calculo un 99% de posibilidades de que tal cosa no ocurra.
De sexo, nada. Me lo he pasado bastante bien, de todas formas, y no he perdido posesiones personales valoradas en cientos de euros. Que ya es algo.
Cierro el capítulo de esta otra mancheguita (que llamaré aquí Azucena), y estoy a punto de abrir otro, porque mañana me subo a un tren para ir a Santander, sin fecha de retorno concreta. Para visitar a Eva.
A la tercera va la vencida, dicen. Espero no encontrarme con una colgada como Julia. También y sobre todo, espero que esta vez sí haya sexo. Mucho. Para ir atando cabos sueltos, se lo he hecho prometer.
A mi regreso les contaré trucos y secretos para ligar en los chats. Un adelanto: ligar en los chats es tremendamente fácil. Llevar ese éxito al mundo físico requiere de paciencia, fotos en las que salga uno (porque, ay, me temo que tiene que ser uno) medio guapo y mucho saber hacer. Que a mí me falta, sí. Mis consejos, por desgracia, acaban en el momento en que sube uno al bus, tras quedar con la ciberdama. A partir de ahí, Mastronardi acepta consejos de ustedes, oh caballeros andantes, oh perfectos amantes del mundo real.
2 comentarios:
De las pocas veces que he dado el paso de un ciber chateo a encontrarme con el ciber mancebo en el mundo analógico, sólo me queda una buena amistad (y amante habitual)
¿Por qué éste, y no otros más altos, más guapos, o más viciosillos? ¿O más cultos, más divertidos, más ocurrentes? Porque éste se me presentó en La Vida Real exactamente como me lo imaginaba mientras chateábamos: igual de tímido, buen chico, simpático y sincero. Hace tres años ya que pasamos del messenger al massager
sigues siendo tan divertido como siempre, eso me da mucho gusto, a ver si te visito más seguido y nome pierdo tanto bueno...
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