CCTV
Aunque parece que no hago nada, aunque soy capaz de pasar larguísimas veladas sin moverme del sofá (ni siquiera para cambiar el disco), por dentro estoy ocupadísimo. Soy una cámara. Una cámara de seguridad. Escudriño un callejón vacío, o era mi raquítica memoria más bien. Percibo el más mínimo movimiento de una chica que pasara de puntillas, atravesando desnuda el pasillo en busca de un aparato para los mosquitos, en agosto de 2002. Y lo grabo todo.
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