ESPERMATOMÁTICO
No crean que he dejado el Meetic después de lo de Bea. Sigo en él pero como una culebra de agua: digo hola, luego un par de frases más, o más bien de preguntas (por qué nos gustará tanto que nos pregunten cosas, dios mío), pasamos al messenger, y al poco desaparezco, y al rato me aparezco ante otra chica. Aunque les parezca mentira, estoy buscando exactamente lo de Bea: un mundo fetal en el que meterme, uno parecido al mío pero otro. Y como sé que aun en el muy improbable caso de que dé con otra Bea por los ciberespacios interpersonales nada bueno va a salir de un encuentro así, me siento más y más como un espermatozoide perdido que ante todo ignora dos cosas: dónde se han metido sus amigos y qué camino tomar. No sabemos quién nos dirige pero aceptamos como propio el deseo amniótico, o lo que es lo mismo el final de las preguntas, y el final de la carrera. Todo lo que no sea eso, cansa.
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