S.S.
Siquiera someramente, magnífico sintagma adverbial que llenaba mis trabajos de la uni. Me gustaba tanto que por él me saltaba toda la normativa antirredundancia: siquiera someramente, siquiera someramente. Lo primero que aprendí es que en la UCM ningún profesor va a leer ningún trabajo que puedas escribir, seguramente porque están muy ocupados escribiendo poesía, así que a la mierda la normativa antirredundancia y ya que vamos todas las demás normas. Me sentía bien utilizando esos términos. Si los recuerdo ahora adquieren un ligero valor metafórico, una pequeña reivindicación de la investigación y del arte y si nos ponemos hasta de la vida, siquiera someramente. Yo quisiera pedir hoy, siquiera someramente, que estas dos palabras no signifiquen nada, cortar de un tijeretazo los hilos que con el tiempo las mueven como si fueran símbolos. Y llenar un monográfico de cincuenta páginas con ellas, solo con ellas, como hacía entonces, pero a lo bestia.
2 comentarios:
Yo he escrito un libro de 683 páginas en el que lo único que ocurre es que un hombre pasa de estar erguido a sentarse en la taza del wáter. Si eso ya quedaremos.
Podríamos montar algo, no sé, la post-nouvelle romanocilla y tal. La cosa es salir en la tele.
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