1.12.08

AVANCES EN SILENCIOS INCÓMODOS

Hablo con Violeta de política, y estamos tan de acuerdo en todo que es preocupante. No me gustan nada estas conversaciones. Acaban pronto, sin meandros ni debate, y entonces se produce lo que menos me gusta de todo: el silencio en que levantamos la vista el uno del otro y nos reencontramos con el mundo que nos rodea, este tranquilo piso en que todo se paga a tiempo y llegan puntualmente la comida, la bebida y las comodidades. Pero del que nada sale. Preferiría discutir con mi amiga a muerte sobre cualquier párrafo del dogma, por ejemplo que ella estuviera en contra de la posibilidad de una salida negociada del conflicto vasco, o a favor de subvencionar con dinero público la crisis de los bancos. Cualquier conflicto al que hincarle el diente dialéctico, con tal de escenificar una versión casera de conciencia política. Lo que sea. Cariño, dime que te cae bien Savater. O Negroponte. O Al Gore.

Pero no. El silencio. Y un silencio solo en parte amniótico. Con un componente ácido. Y es ese ácido el que a la larga descubre y neutraliza a los agentes de la Resistencia incluso cuando están emboscados en el piso franco más inaccesible. El que hace amarillear las consignas de la pared. El que borró la leyenda this machine kills fascists de la guitarra de Woody Guthrie. El que no pudo con la frase Die Wahrheit ist Konkret! que Bertolt Brecht escribió en su cuarto, nada más escapar de Alemania, en su exilio en Dinamarca. La verdad es concreta, dijo Bertolt. Un par de años más tarde, ya estaba trabajando en Hollywood, a sueldo de la Máquina.

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