27.11.08

EL COLUMPIO INFINITO


Por si no era suficiente toda la retórica amorosa que dejo caer aquí mientras estoy despierto, mi subconsciente se ha empeñado en tejer un pathos propio con respecto a Violeta y me lo proyecta en sueños, una noche sí y otra también. Anoche, nada más dormirme, tuve la típica sensación de estar cayendo, solo que esta vez no acabé despertándome de golpe y de miedo, sino que la caída se fundió suave y elegantemente con un sueño en el que yo me estaba columpiando en el espacio exterior. No tenía frío ni sensación de ahogo. Todo era negro pero había luz, porque yo me veía las manos y las cuerdas del columpio. El columpio era infinito: no tenía eje. Heme aquí, pensé, como Heidi en la pradera. Sonriendo. Acelerando. Colgado de un símbolo freudiano. Pero en este caso el columpio no significaba "masturbación", sino Violeta. La que impide que me caiga. La que me hace reír, avanzar.

No hay comentarios: