19.2.09

NARIZONA BABY REVISITED

El relato de que acabo de desistir, el que se me acaba de deshacer entre las manos, hablaba de un director de zona de Repsol recién encargado de vender gasóleo para calefacción en Almería. La idea era simple: que un corporativista convencido de la omnipotencia de la voluntad comercial y lleno de tics de autoayuda tipo para triunfar hay que ser un triunfador se diera cuenta de la omnipotencia de todo lo contrario, es decir del azar, del caos, de la meteorología del sureste. Obviamente lo que me ha pasado es que me he encontrado con un montón de palabrería política entre las manos, y no he podido sino seleccionarlo todo y darle a mi amiga Supr.

Este blog se está convirtiendo en una lista de relatos fallidos, justo los que deberían alimentar el otro pero que no van a ninguna parte. No me preocupa demasiado. Estas tres últimas noches he estado hablando con Violeta sobre mi ex novia, sobre Adriana, sobre Narizona Baby. La primera noche la llamé narizona, la segunda Adriana (recuerden que no es ese su nombre verdadero), y la tercera, anoche, empecé a llamar Violeta a Violeta, para su inmensa extrañeza. Esta noche supongo que empezaré a tratarme de Mastronardi. Ojalá que mi novia me diga esa frase mítica: ¡Cálmese, Mastronardi! para mandarme callar.

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