7.12.10

AGRAMUNT


Ya no estoy en Agramunt, pero estuve. Supongo que es difícil escribir sobre el lugar en que se está, a no ser que lo que uno tenga entre manos sea una postal. Esto igual es una tontería absoluta, pero me pasa. Estoy viendo una peli y estoy pensando "esto es lo mejor que he visto esta década" o "esto es lo peor que he visto esta década". Toda explicación sensata de la peli empieza a formarse una vez fuera, exclusivamente en tu cabeza. En Agramunt pasé dos meses de una primavera fría de cojones y lluviosa. He estado en muchos sitios bonitos y feos, pero en ninguno he pasado tanto tiempo preguntándome "¿qué coño hago yo aquí?". Paseaba, me moría de frío, trataba de aprovechar aquí y allá cualquier rayo de sol, y todo el tiempo pensaba qué coño hago yo aquí en Agramunt. Y es una buenísima pregunta.

También escribí un montón de emilios, aunque empezaba a no estar seguro de si eran leídos. En casi todos preguntaba lo mismo, por si mi amiga aún podía ayudarme, ella que todo lo sabía y todo lo iluminaba. No llegaba ninguna respuesta, a nadie le importaba la semana santa, ni el turrón de Agramunt, y mucha gente me miraba y se preguntaba exactamente lo mismo que yo. Bueno, no exactamente lo mismo. Ellos se preguntaban: "¿qué coño hace éste aquí?". Con lo que termina la crónica de mis trabajos, entre marzo y mayo de 2010, en el carrer del Clos, Agramunt, provincia de Lleida.

(P.S.: La foto no es mía, yo no tengo cámara. La he robado de por ahí. Si es tuya, te jodes.)

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