26.1.11

¡COCINA MASTRONARDITA!


Con mi amiga del psiquiátrico, la bella (démosle un pseudónimo, venga) Raquel, la Dama del Lago, la mujer más sabia y serena del universo, la pelirroja con transtorno de la conducta alimentaria más encantadora que uno se pudiera echar a la cara, hablábamos evidentemente mucho de comida. Yo pensaba en formas baratas de nutrirme a la salida de la institución, cuando creía que me iba a convertir en un sin techo. Ella, que venía del País de las Dietas Extremas, se reía de mí por no saber calcular gasto e ingesta de calorías, ni la diferencia entre proteínas y carbohidratos, etcétera. Yo hablaba de dinero, ella de adelgazar. Nos reíamos un montón. Qué lista era, Raquel. La médico nutricionista, que trataba de hacerle recuperar el tamaño normal de sus órganos internos, también era lista, pero con Raquel no sabría ni por dónde empezar, me imagino.


Un día encontró una página de consejos culinarios económicos de un niuyoricano (un portorriqueño residente en Nueva York) y la tradujo para mí. Cuánto nos reímos con esto. A ver si ustedes también:

Aprended una lección de los portorriqueños. Millones de nosotros nos las hemos apañado para sobrevivir en una de las ciudades más caras de la tierra con recetas como ésta:

Encuentra un supermercado que tenga habichuelas pintas de oferta. Compra todas las que puedas. A continuación pilla unas 5 libras de arroz, una bolsa de cebollas, unas cuantas cabezas de ajo y una caja de Goya Sazón (?).

Pon dos vasos de agua a hervir.

Haz el gilipollas por internet hasta que el agua esté hirviendo

Tira un vaso de arroz al agua y tapa esa mierda.

Corta una cebolla pequeña en rodajas.

Machaca un diente de ajo.

Echa un poco de aceite a una sartén CALIENTE.

Echa la cebolla y el ajo a la sartén y sofríelas hasta que la cebolla esté dorada. Echa un poco de sal ahí.

Pica un poco de pimienta ahí dentro para la buena suerte.

Corta por la mitad un paquete de Sazón y remueve hasta que tengas una pasta. Ya eres dueño de un sofrito del gueto.

Mete ahí una lata de habichuelas con el agua y todo.

Remueve esa mierda.

Añádele un poquitín de pimienta de cayena para recordar que tienes un par de cojones.

Pon esa mierda a fuego lento.

Ya está hecho el arroz.

Ponle el sofrito encima.

Eres el puto amo.

Te tienen que salir al menos dos comidas de cada lata de habichuelas, y si tienes suerte puedes conseguir dos por 1 dólar. Si le sumamos el precio del ajo, el Sazón y la cebolla todavía te sale una comida sabrosa, sustanciosa y relativamente sana por menos de 1 dólar.

Ahora. Eres un chavalote que está creciendo. Necesitas CARNE.

Oquei, primero de todo, que le den por culo a eso de comer labios y agujeros de culo. Existe una opción muchísimo más sabrosa que ha mantenido vivos a millones de boriquas (?) hambrientos durante generaciones: EL HOMBRO DE CERDO.

En mi barrio de Brooklyn, el hombro de cerdo está a 79 céntimos la libra. Sí. No me he equivocado. 79 céntimos. Un paquete de salchichas a 2 dólares 50 te sale por más del doble y lleva despojos y todo tipo de mierdas infames.

Cómprate un buen hombro de cerdo. De 5 libras está bien.

Mete ese hijoputa en casa y saca un cuchillo largo y estrecho.

En un pilón (eso es un mortero, gringo de mierda), machaca unos cuantos dientes de ajo, un poco de Sazón, sal, pimienta y un poco de aceite. Machácalo todo BIEN. Ya eres dueño de otro sofrito del gueto.

Coge el cuchillo y pínchale unos cuantos agujeros en el cochino. Retuerce el cuchillo para que los agujeros se abran bien.

Ahora coge un poco de sofrito y mételo en los agujeros. No seas tímido, blanquito, llena eso bien. Usa lo que te quede para más o menos envolver el chino por fuera. FRÓTALO. ACARÍCIALO. Este chino murió para que pudieras comer. Salpimenta esa mierda bien por todas partes, también.

Pon el horno a 300 grados (F).

Mete el cerdo dentro y ESPERA.

Va a tardar unos 45 minutos por libra.

Advertencia: El olor te va a poner DEMENTE DE LA HOSTIA. Pero tienes que esperarte. Lo mejor que puedes hacer es trabajar en una granja mientras.

Después de una hora y media, apuñálalo con un termómetro de carne, pero ten cuidado de no ponerlo sobre el hueso, porque daría una mala lectura.

Tiene que estar a uno 150-160 grados. Ahora viene lo divertido. DALE CAÑA al horno hasta 400 grados. Esto te va a proporcionar una piel crujiente que va a hacer que tus cortezas de cerdo sepan a cartones viejos en comparación.

¿Está ya a 170? Saca ese hijoputa, pero NO lo partas. Todavía tienes que esperarte por lo menos diez minutos, porque si no todos esos dulces, dulces jugos porcinos se irían a tomar por culo. ESPÉRATE.

Felicidades. Acabas de cocinar un Pernil. Un Pernil de cinco libras te tiene que durar al menos una semana. SABORÉALO, HERMANO, SABORÉALO.

Añadido: ¡Se me olvidó la mejor y más barata puta receta!

¡¡¡¡¡TOSTONES!!!!!

Me cago en la hostia. ¡¡Te dan como cinco bananos por un puto dólar!!

Aquí va la receta de mi mamá:

Sofríe un poco de bacon, y resérvalo. Guarda esa deliciosa y reluciente grasa.

Abre un banano sin romperlo, metiéndole un cuchillo por el lado. Esto necesita un poco de práctica.

Córtalo en rodajas de 1/3 de pulgada, y échalas en un bol de agua con hielo.

¿Tienes una freidora, papito? Tú si que sabes, mano. ¿No? Echa media pulgada de aceite en una sartén. El aceite de maíz funciona mejor, porque el de oliva suelta humo enseguida. ¡Calienta esa mierda! Añádele tu grasa de bacon.

Saca tus rodajas de banano del agua fría y sécalas bien.

Fríelas hasta que estén doradas.

Mételas en el frigo diez minutos.

Ahora es cuando de verdad te conviertes en un HOMBRE: pilla un vaso con el culo plano y una tabla de cortar. Espolvorea harina por la tabla. Aplasta las rodajas de banano con el vaso. Puede que necesites una espátula para despegarlas de la tabla.

Fríelas OTRA VEZ hasta que estén doradas y crujientes.

Hazte estas tres cosas y tendrás una comida increíblemente deliciosa y barata.

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