18.4.11

LA PALABRA "NUNCA" ES RADIACTIVA

Abundan en la interné las declaraciones anónimas de amor. Para cerrar el círculo del anonimato, la declaración no se dirige a su destinatario-a, sino que se cuelga en el vacío ciberespacial sin más esperanza que generar comentarios bienintencionados. Esto no suele ocurrir. Los navegantes topamos con la declaración y pasamos de largo. Si es que pasamos por ahí en absoluto. Sin embargo, todo está lleno de tequieros más o menos elaborados, y a mí se me ocurre que a nuestra especie le gusta creer en la existencia flotante de declaraciones de amor que no son escuchadas por nadie. Aunque nuestra ciencia lingüística desmienta esa posibilidad. Creemos que las declaraciones de amor (y ya que vamos, el amor también) son entes fantasmales que pasan a través de nosotros, o que nacen de nosotros y están vivos. Platonismo, vaya. Pero un tipo de platonismo un poco cateto, un poco supersticioso, como la raza humana en esas pelis de ciencia ficción en que los extraterrestres vienen, hacen las pirámides, las utilizan como central nuclear o como pista de despegue o vaya usted a saber qué y luego desaparecen, dejándonos mirando la montaña de piedras y rascándonos la coronilla a la espera de una señal que nunca, nunca, nunca habrá de producirse.

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