11.8.11

V. & M.

Hoy hace exactamente tres años (11/08/2008) que conocí a Violeta, la preciosa pintora de quien escribí profusamente y que los lectores más veteranos de este blog (ja, ja) recordarán bien. Era el final de la tarde y había dulces brisas que pasaban por encima de mí, como decía Nick Drake. Primero la conoció mi perra, en el jardín al que solíamos ir a pasear, en aquella época. Después me senté a su lado.

Últimamente he estado recordando ese final de verano y ese otoño, profusamente. El sabor de los guisos que preparaba, el olor del óleo, etcétera. También y sobre todo el sexo. El sexo y el amor producen una memoria de un tipo especial: la memoria táctil. Conozco exactamente y para siempre la resistencia y la tersura de su vientre, cuando colocaba encima la palma de mi mano. La exigua fuerza periódica de su aliento en mi nuca: te la digo en kilojulios, si quieres, porque me la sé. Sus uñas en mi espalda, obvio. Las exactas solidez y humedad de sus labios. Y también la amplia gama de humedades de sus otros labios contra mi lengua, ya que estamos. Hostias. Si cierro los ojos puedo sentir todo esto, tres años después. Y oler, también. A amor. Luego abro los ojos y todo desaparece. La primera imagen que aparece (esta pantalla con la pared detrás, por ejemplo) es extraña: como si yo estuviese arriba, cayendo, y el monitor abajo.

Es mi religión. Se llama 2008. Mi lista de Schindler. Fuera de ella, fuera del altar, todo está en decadencia, en tinieblas. Y corre el mes de Agosto, y han pasado tres años. Y cierro los ojos, y rezo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ostia! yo también recuerdo leyendo tu historia, para mí también han pasado unos cuantos años, ya sin blog ...
Un saludo
AniZ