23.11.11

LA CLÍNICA DE LA RADIO Y LA TELEVISIÓN

Llevo exactamente seis años con este blog. ¿He mencionado en este tiempo que empecé animado por mi psicólogo de entonces, gran fan de la escritura terapéutica a quien seguramente le re-chi-na-rían los dientes de placer si viese todo esto, todos estos síntomas puestos en fila, este desastre y este solipsismo? Y sin embargo, he sido capaz, en algunas ocasiones, de (re)crear belleza describiéndola, en un círculo retroalimentado conmigo en medio. Para que haya cárcel no basta con los muros y barrotes: hace falta un prisionero. Un prisionero solipsista que crea la cárcel con su mera presencia. Huelga decir que la puerta está abierta. Huelga decir que no hay puerta en absoluto.

También hay muchas chicas que también he creado yo, muy hermosas, muy vivas y temblorosas, que huían todo el tiempo de mí como exigen las convenciones del género realista. Muy listas. A algunas las he querido de verdad. Lo sé porque cuando se largaban empezaba el invierno.

¿Me estoy mirando en el espejo, me estoy describiendo ahora mismo? No. Eso lo hago todo el tiempo. Lo que estoy haciendo ahora es mirarme mirándome en el espejo. Veo una peli en la que solo salgo yo viendo una peli. Llorando a ratos, como una nenaza.

Sigo sin saber qué es lo que tengo roto. Los tubos, supongo. Como en esa vieja canción de Sergio Algora, necesito una clínica. Soy una tele y cada vez me veo peor. Pero os quiero mucho a todos.

1 comentario:

Maria dijo...

yo también te quiero Mastronardi! ahora solo puedo decirte esto, volveré a decirte más, espero que sigas ahí!