OCÉANO
Ahora sí. Ahora sí que hace frío. Incluso al repugnante Miami ibérico en que resido últimamente ha llegado la bendita lengua fría siberiana y lo ha congelado todo. Ahora me abrigo y me lanzo a la calle a las tres de la mañana y me cruzo con yonquis y taxistas ateridos que no saben qué pensar de mí: si me tapo la nariz con la bufanda provoco un vaho que me empaña las exquisitas gafas sin montura. No limpio ese vaho. Camino entre la niebla y el frío en condiciones de escasa visibilidad, pero no adecuo mi velocidad a las circunstancias del tráfico. Patino sobre el Tiempo y soy feliz.
Soy un pez. No me gustaba estar en la pecera. Esto es el frío para mí. El Océano.
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