6.9.12

UN AÑO CHECO, 2X04


EL PRIMER DÍA DE CLASE


Paulo: una perorata. Bajo los efectos de: una botella de vino blanco “Antonio Barbadillo” y dos porros de polen de calidad: media-alta. Proporción de la mezcla hachís/tabaco: moderada a intensa. Lugar: bar-terraza “La tasca de los cubos”, Murcia. Asistentes: el Club de la Tenia, al completo. Club de la Tenia: término que sustituye al de F*R*I*E*N*D*S y que designa a los seis personajes que ya conocemos. Hora de inicio: 23:12. Temperatura y humedad: Murcia en septiembre.

- ¿Qué clase de adolescentes fuisteis? ¿Deportistas, populares, aplicados? ¿No erais como yo, huraños e hiperestésicos? Del verano prefería septiembre, cuando todo el mundo desaparecía de la playa y caían trombas de agua que arruinaban la arena artificial y el cielo adquiría colores eléctricos y uno sabía que lo separaban galaxias de los chicos de su edad. Pero al menos el escenario era cósmico y todo refulgía y crepitaba y había auroras boreales en el patio de luces que me hacían llorar todo el rato. No sé por qué. Por ser un astronauta y no poder llegar ni volver. En invierno iba a nadar. En una piscina cálida y cubierta. Tenía el último turno, de diez a once. Era a través de mí mismo por donde nadaba. Allí conocí a mi primer amante. A veces estábamos solos en la inmensa olímpica, y éramos un sistema solar, planetas con órbitas que se alejan y aproximan, y que el deseo hace girar. 
Llamémoslo sense of wonder. En esa época en que apenas sabía atarme los zapatos, vivía a la intemperie bajo una tormenta emocional perpetua, como la mancha roja de Júpiter, por exagerar un poco. Todo muy cósmico, ¿no? Pero se borra. Se borra. Te acuestas hiperestésico y te levantas emocional. Te acuestas emocional y te levantas con resaca. En Murcia. Trabajando de camarero en un restaurante de centro comercial. Al menos tienes tu memoria. Te queda, como premio de consolación, una memoria sensorial cojonuda que te permite saber (y te impide obviar) que el mundo era una montaña rusa hace diez años, pero ya no.  
Llamémoslo sense of lack of wonder. Y en ese país vivimos todos, excepto tal vez las dos iluminadas rubias éstas. Sí, vosotras, marcianas, sí. Sense of lack of wonder. Muy útil si lo que vendes es droga. En realidad, muy útil para vender cualquier cosa: llena la pantalla de colores brillantes y gente sonriente y que se ama y todo el mundo se agarrará la cartera para comprarlos. Y luego variaciones: si tu objetivo son los treintañeros, pon música de los noventa por debajo, etcétera. Márketing: para qué coño hacen una carrera de algo tan sencillo. Es como ofrecer una Licenciatura en Respiración. Qué desperdicio. 
Mirad lo que llevo en el bolsillo, este papel tan bien doblado contiene cocaína. Este otro, metanfetamina. Éste, MDMA. Este estuche, polen de hachís. Ahora miradme los pies: son unas zapatillas Vans, pero un modelo exclusivo. Ex-clu-si-vo. 120€ que no tengo. Explicadme todo esto, por favor. Pero explicádmelo bien, porque estoy enfermo y empiezo a pensar que esta terapia me está poniendo más enfermo aún.
- Querrás decir -intervine- que te lo expliquemos bien para que puedas vendérselo a las chicas y chicos Kafka, claro.
- Quiero decir: no me expliquéis nada. Enviadme de vuelta a esa piscina. Al mes de febrero de 1994, por favor.

No hay comentarios: