2.4.13

UN AÑO CHECO, 4X06

LORD JIM


En Los Olivos Rehab In Spain pasé unos días más. Gareth me agobiaba con su terapia basada por así decir en el sexo oral. Empecé a inventar historias y a analizar las reacciones de G. Le conté tres versiones distintas de mi primer encuentro, una de ellas de carácter homosexual. Le describí fetiches y parafilias. Me convertí para él en el protagonista de una pequeña fábula sobre alguien que sin quererlo ni beberlo acaba practicando formas menores de la prostitución, inspirándome para ello en los años salvajes de Paulo. Gareth, sus ojos muy abiertos, su boca haciendo esfuerzos para adoptar una expresión relajada.

Empecé a pensar en salir de la clínica en medio de una gran traca final. Salir al pueblo y volver borracho y tratar de repartir cervezas entre los residentes, y ser expulsado. Decir "la tengo pequeña, mira", en una dinámica grupal y enseñar el miembro, y ser expulsado. Saltar sobre Gareth de improviso y morderle la mejilla. Fuerte. Arrancar un trozo de carne de la mejilla de Gareth, separarme de él y contemplar su expresión extática. Y ser expulsado.

Pero no tenía fuerzas. Pensé en hacerme la maleta, pero tampoco. Salí por la puerta y me dirigí a Alcaucín, y allí esperé el autobús. Me senté junto a la ventanilla en el trayecto hacia Málaga. Sentía una leve melancolía y un poco de dolor de cabeza, de muelas. Como siempre al volver de todos los viajes. Turismo. Turistas.

Adoro el turismo. Esos paisajes mentales. Esa energía infinita aplicada a la ingenuidad y el atrezzo. Ese empeño agotador en ver lo que pone en la Lonely Planet. Esa capacidad de convertir el Montmartre contemporáneo en un escenario romántico o modernista por el que pululan genios bohemios que acaban de decidir hacerte un portrait porque tu cara tiene unos rasgos muy interesantes (80€). La hollywoodización voluntaria, a pulmón, del mundo. Los japoneses nos ganan. Los japoneses son capaces de embarcarse en vertiginosos tours europeos de un mes de duración para visitar quince capitales, explorar Andalucía, bañarse en los fiordos noruegos, esquiar en los Alpes y comer pescado en Santorini antes de subir al avión de vuelta. Superad eso. Solo las guías ya pesan dieciocho kilos. Imaginad tener que fotografiar cada monumento, escuchar al guía de cada excursión, identificar a cada rey a caballo durante treinta días. Superad eso.

Me dedico al turismo yo también. No solo vendo las emociones: vendo la gimnasia mental necesaria para albergar esas emociones. Mi producto no es para todo el mundo: es para egonautas expertos, para artistas del hambre, para fieles.

Deseo esa capacidad, la del turista. Pero no la tengo. Por eso elijo viajes minuciosamente guiados, como éste de Los Olivos Rehab In Spain. No solo quiero visitar, no solo quiero que me expliquen lo que estoy visitando: quiero que me obliguen a sentirme como alguien que genuinamente descubre, que genuinamente explora. Y eso es caro. Y nunca funciona.

Hablemos de la otra opción.

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