4.5.13

UN AÑO CHECO, 4X08

SAY CHEESE


Practicar un arte que no le importe a nadie. Dedicarle tu vida. Pero no en plan zen. No con paz interior ni con ese sublime desapego por el fruto de los actos que caracteriza a los santos orientales. Con impaciencia. Con ansia de escenario. Con ínfulas, también. Decir todos los días al menos una vez "sin mi arte mi vida no tendría sentido", y darle un tono como de amenaza. La persona a quien acabas de dirigir tu perla debe mirarte en ese momento como si ya supiera que tu vida no tiene el menor sentido, independientemente de si sigues o no esculpiendo setos. Y esa mirada te hace necesitar un cigarrillo.

Luego te contratan como escultor de setos decorativos en una urbanización de lujo y te pagan bien y ya puedes volver a permitirte fumar. Vives en un almacén de productos de limpieza que hay en la urbanización, gratis.A tu disposición la mejor podadora del mercado y kilómetros de setos de color verde profundo. Qué feliz serías.

Si no fuera por esa sensación de estar prostituyéndote. Bebes. Te cortas una oreja con la podadora. Estás desahuciado pero te levantas con el sol, día tras día, más que nada porque las ventanas de tu cuarto de escobas no tienen persiana. Tampoco tienen cristal, ya que vamos. Durante catorce horas practicas tu arte y fumas con una tensión sobrehumana. Los entendidos pueden apreciar el Sturm Und Drang interior que tienes montado con solo fijarse un poco en el escorzo de los perros de seto que te salen ahora. Pero no lo hacen.

Los jugadores de golf no parecen quejarse de nada de momento. ¿Qué hacer? ¿Decidirás expresarte un poco, salirte del patrón determinado de perros, espirales y dameros? Uno llega a un punto en que la maestría ya no es suficiente, en que el oficio ya dominado por completo se queda pequeño, y hay que innovar. ¿Lo harás? ¿Esculpirás una polla de seto en homenaje a tu adorado Basquiat? ¿En el lateral del hoyo 15? Oh, sí, lo harás. Incluso esculpirás un chorro de semen de hojas verdes.

A continuación serás expulsado y tendrás que volver a dejar de fumar. Puedes acceder a contratos temporales con el ayuntamiento como auxiliar de parques y jardines, pero solo a través de un programa de inclusión social. Deberás demostrar que no tienes amigos ni familia, ni ingresos, ni casa ni pertenencias. Antes de llegar al asunto de los jardines, tendrás que hacer cursos de doscientas horas de habilidades sociales. En muchas de esas tardes jugarás con la idea del suicidio. Si pudiéseis ver en el interior de vuestras cabezas, os daríais cuenta de que la mitad de vosotros está pensando en suicidarse, y la otra mitad está drogada. La profesora habla sobre gestualidad corporal y pone ejemplos sobre cómo mostrarse decidido.

Yo vi la polla de seto verde que esculpiste en el lateral del hoyo 15 y me pareció una visión sobrecogedora. Y eso que no sabía que contenía todas esas tardes de jugar con la idea del suicidio. Ahora lo sé. Ahora sé que contiene también tu renuncia al tabaco y un informe de los servicios sociales de tu ciudad donde se te declara excluido y una oreja cortada y un invierno durmiendo en una cama Restform en el centro de una habitación sin cristales en las ventanas. Ahora la visión es sublime.

Eres un jodido poeta maldito de los setos. Una leyenda que los miles de jardineros de urbanizaciones de lujo de esta región se cuentan unos a otros en torno al fuego. Visualiza a esos jardineros. No han podido llegar a ser camareros ni croupiers. Sus miserables vidas cortándoles el césped a todos esos norteños tan exigentes. Qué sería de ellos si no tuvieran tu historia, tu apuesta al 0, tu declaración de independencia.

Ahora colocas mazos de azaleas delante del ayuntamiento, para que las vean los policías que acordonan la entrada. De vez en cuando te escondes un cartón de Don Simón en el plumífero y te lo plimplas a lo largo de la mañana. Te pones expansivo. Les cuentas a tus compañeros del programa de inclusión el momento cumbre de tu vida, la realización de un falo ornado con sus correspondientes testículos en el momento de la eyaculación, y todo en seto verde, cerca del green del hoyo 15 de la urbanización Hacienda Pelada Golf Resort. Tus compañeros se ríen a mandíbula batiente. Les faltan tantas muelas como a ti.

Luego empiezan a contar anécdotas. Tu cartón de Don Simón empieza a rodar de mano en mano, y ya atrae la atención del capataz y de los numerosos policías locales que acordonan la entrada del ayuntamiento. Las anécdotas versan sobre un único tema: la reproducción de pollas. Todos tus compañeros han reproducido inmensas pollas erectas en un lugar u otro. Como adolescentes revolviéndose contra los muros del colegio. Entonces llega el responsable de la cuadrilla acompañado de un policía municipal, preguntando por el dueño del cartón de vino.

Justo cuando no podías caer más bajo en tu triste trayectoria de podador desorejado, te enteras de que algún gilipollas alemán vio tu obra maestra mientras echaba unos hoyos y le gustó. Le gustó mucho, a este gilipollas teutón. Le gustó tanto, que la compró. Le salió barata: solo tuvo que pagar la reposición del seto en ese fragmento de linde. Luego se la llevó a Alemania y la plantó delante de la puerta de su galería de arte, en Colonia. Él se ocupa personalmente de podarla periódicamente para que se mantenga fiel a su forma original, que es la que tú le diste. Además, el tipo te nombra. Junto a la obra hay una plaquita metacrilatizada con tu nombre y este texto, que le redacté yo. También, fotos del emplazamiento original y un comentario la mar de Kultur sobre la ingenuidad de la resistencia aborigen en la España sometida al imperio del Golf. Este crítico, el fotógrafo y yo cobramos bien por nuestras aportaciones. Tú, nada.

Aunque míralo por el lado bueno. Has expuesto tu obra en el extranjero. Has logrado entrar en el circuito comercial, orejitas. Te veo en los jardines del Ludwig. Te veo Trascendiendo el Paradigma. Te veo en los brazos de las mujeres, fumando cigarrillos liados y vino embotellado. Quién es la puta ahora, orejitas. Quién es la puta.

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