14.5.13

UN AÑO CHECO, 4X09

MEFISTÓFELES


Mi periplo por estos establecimientos terapéuticos de los que tanto hablo en esta cuarta temporada me ha robado los restos de estabilidad mental que me quedaban, amén de cuantiosas sumas de dinero y tiempo, sin obrar a cambio sanación espiritual ninguna, pero al menos he tenido una idea para un negocio.

El negocio es una empresa en internet, una red social basada en intercambios terapéuticos: yo te cuento mis problemas y tú, con tus conocimientos en psicología divulgativa, me orientas. Luego tú, a tu vez, vas y le cuentas tu mandanga a un tercero, y así sucesivamente. Todo el mundo evalúa a todo el mundo, y los terapeutas estrella pueden llegar a cobrar por sus consejos andado el tiempo. Por supuesto, para evitar previsibles problemas con los colegios de psicólogos me llevaré mucho cuidado de no llamar a esto "terapia" ni "ayuda psicológica", sino más bien "consejo independiente" o "guía externa".

También hay un manual de estilo cuyo incumplimiento podría llevar a la eliminación de la cuenta. En él, proscribo el empleo de etiquetas diagnósticas: ni "neurosis" ni "depresión" ni "ciclotimia" ni nada parecido. Sin diagnósticos. Esto no solo para ahorrarme problemas con esos jodidos psicólogos colegiados, sino para hacer más atractivo el producto. Mis terapeutas online no recurrirán a diagnósticos cliché: harán sentir a sus pacientes escuchados y únicos. Programas robots rastrearán los chats en busca de términos prohibidos y expenderán automáticamente las amonestaciones.

¿Y de dónde saldrá la pasta? De varias fuentes: para empezar, solo se puede acceder al perfil de usuario "terapeuta" si se tiene una cuenta premium, que costará para empezar 49€ al año. Hay más requisitos para acceder a esa cuenta premium, como aportar algún diploma de algún curso de mierda de gestalt (con el tiempo los impartiré a través de otra web a módicos precios) o aprobar un examen online cuyo temario pienso vender en .pdf. ¿Y por qué iba nadie a invertir tiempo, dinero y esfuerzo en una cuenta de terapeuta online? Por dos promesas: la de "acumular experiencia terapéutica" y la de "cobrar por sesión si se alcanza un rating superior a 90/100". Por supuesto, pienso manipular los ratings.

En realidad, las dos promesas se resumen en una: la de convertirte en alguien sin necesidad de dejar tu silla frente al grasiento pc de casa de tus padres. La de llegar un día a tomar café con tus amigas y soltar a bocajarro: ya soy algo, soy terapeuta online, hoy me han ingresado mis primeros veintiocho céntimos. La de convertir tu tendencia a manipular a los demás, inversamente proporcional a tu capacidad de solucionar la mierda que inunda tu vida, en una profesión. En una identidad.

Ah, bueno, y también cobraré por publicidad. Habrá un montón de anuncios de libros de (para)psicología divulgativa con los que ampliar tus conocimientos y mejorar tus ratings. La gente hará clic. No sé si cerrar la posibilidad de encargar esos libros a los usuarios no premium. Esto igual reduce las ventas, pero me estimula la idea de hacerle sentir basura a alguien simplemente impidiéndole su derecho al consumo.

¿Y lo mejor de todo? Que será increíblemente terapéutico. Para mí, claro. Que cobraré mi venganza sobre las herramientas de sanación de que dispone mi sociedad para sus miembros enfermos, y solo porque no ha habido sanación para mí. O bueno, en realidad no. No sé por qué saco la tontería ésta del despecho, cuando ni siquiera he buscado en toda mi vida un profesional serio que me ayude. Demasiadas películas. Será terapéutico porque la disolución de estas herramientas me divierte. Porque puedo, por eso. Porque quién pagará por un psicólogo cuando se pueda piratear uno sin salir de casa, sin pasar vergüenza, sin que nadie detecte que mientes como un bellaco (o al menos casi nadie), sin necesidad de obedecer ese totalitarismo de ser tú, siempre tú, y tener problemas, siempre los mismos problemas. Porque a Olgaga le habría gustado, ella que entregó su cordura a la tarea de llenar el mundo de ficción, y también a Jesús. Porque por qué no.

Los necesito a ambos, a Olgaga y a Jesús. A ella para que se siente tras el teclado y haga de terapeuta en las primeras fases, mientras alcanzamos la masa crítica de usuarios necesaria. A él para que diseñe la arquitectura de la web y guíe su construcción. Quiero ir a lo grande. Voy a intentar convencerlos de que vendan su participación en los Kafka Weekends para financiar esto entre los tres. Habrá fases, y en la tercera nos internacionalizaremos. El mundo dejará de dar melifluos megustas a las fotos de los gatos de los demás, para entrar con sierras mecánicas en el mundo interior del prójimo. Y ahora imaginad una malvada carcajada con bien de reverb, para cerrar este capítulo mientras se apaga su eco.

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