17.5.13

UN AÑO CHECO, 4X10

RITO DE PASO


Lo he hecho. He dado el paso. He quedado con mis amigos por fin. Con Jesús y Olgaga, al menos. Paulo está en el barco y las Miralles ilocalizables. Les he dicho que tengo planes para todos, nuevos planes tras la aventura checa. Luego me he hecho un powerpoint. En el powerpoint, que he rellenado de datos que he copiado de internet y de otros inventados, demuestro la relación entre crisis económica y autoayuda cruzando la tasa de paro desde 2010 con las ventas de "Tus zonas erróneas", de Wayne W. Dyer (un clásico de 1976 editado en castellano por Grijalbo, entre otros, y por DeBolsillo  en 2010). Luego enlazo un artículo de La Vanguardia que da por buena mi tesis. Y mi tesis es: que cuando vienen mal dadas y te has quedado en el paro o corres el riesgo de perder la casa o no tienes para pagar la universidad de los niños o eres interino docente o algo así, la culpa es tuya por no funcionar como tu primo Pablo, que tiene una empresa que pita bien y este verano se va con su mujer (que está mucho más buena que tú) y sus niños a la jodida Riviera Maya. Y mi tesis sigue: así las cosas, una vez que has aceptado que la culpa es tuya y has completado ese proceso de revelación y contrición, lo primero que vas a hacer es buscar ayuda. Para readaptarte. Para limar esas aristas incorrectas que impiden tu fluido deslizamiento por el tobogán del éxito, ése que disfruta la gente superior. Pero cuidado. Ayuda sí, pero a ver cuál. Amigos, familia y conocidos no, porque lo último que queremos, en este momento, es perder aún más puntos. La ayuda que vale es la que no te obliga a identificarte. Coño, claro, cómo no lo había pensado antes: la autoayuda.

He mencionado el libro de Dyer: en él puedes enterarte de que 

Las zonas erróneas son las siguientes:
  • Cualquier pensamiento que provenga de una autoestima insuficiente.
  • Culpabilidad o preocupación.
  • Necesidad de aprobación externa.
  • Postergación al obrar.
  • Necesidad de justicia.
  • No hacerse responsable de sí mismo.

Es decir, que atenerse a normas morales, retrasarse en la producción o achacar al jefe algún problema que hayas tenido es erróneo y está mal y así no vas a pisar la Riviera Maya en la vida. También puedes hacerte con Inteligencia emocional, de Daniel Goleman (Kairós, 1996), donde aprenderás que

La inteligencia emocional nos permite:-Tomar conciencia de nuestras emociones. -Comprender los sentimientos de los demás -Tolerar las presiones y frustraciones que soportamos en el trabajo -Acentuar nuestra capacidad de trabajar en equipo -Adoptar una actitud empática y social que nos brindara mayores posibilidades de desarrollo personal

O sea, que para ser inteligente hay que soportar todo lo que te pase en el trabajo sin perder espíritu de equipo ni ganas de pelotear ("actitud empática") a tus superiores., porque de esa manera vas a tener mayores posibilidades de forrarte el riñón desarrollarte personalmente.

Y el powerpoint sigue. Demostrando con datos aplastantes que éste es el proceso normal. Un estudio de mercado que arroja resultados muy positivos sobre la masa de consumidores potenciales y su tendencia expansiva. Y que a continuación da un salto para hablar de redes sociales. Relacionando el uso creciente de Facebook con los datos negativos del empleo. Estamos hablando de un estudio serio, bien argumentado, coherente e informado. No solo cuantitativo: ahí mismo me remango y entro a analizar las tendencias de uso de Facebook susceptibles de ser relacionadas con el paro, aportando como prueba los resultados de una entrevista que he hecho, de forma totalmente ficticia, a quinientos usuarios de la popular red social. Y esos resultados son claros: los usuarios en paro no solo usan Facebook mucho más, sino que se orientan hacia la autoayuda, hacia la difusión de mensajes de motivación sobreimpresos junto al jeto de Paulo Coelho o Alejandro Jodorowsky, hacia la multiplicación de contenidos anodinos de carácter pseudopsicológico y hacia la adopción de la jerga correspondiente. Según mi estudio, los desempleados de Facebook utilizan los términos "empatía", "paz interior", "liberación personal" y "chakras" hasta un 75% más que los usuarios con trabajo. Muchos de ellos afirman "estar aprendiendo mucho de sí mismos y de la vida" desde que perdieron su empleo, aunque no pueden acreditar ninguna lectura seria ni ningún curso de formación. Madre mía: se refieren a lo que leen y comparten en Facebook. Se refieren a los posts monguer de páginas como "Amor Incondicional En Accion" (sic), "Aprendiendo a Sentir", "•**•.Remedios Para El Alma.•**•" (sic) o "YO ESCUCHO!!! "LA VOZ DE LA MADRE TIERRA"" (sic, sic todo el rato). Están totalmente indefensos. Es el momento.

En ese momento, cierro el portátil y miro directamente a los ojos de Olgaga y Jesús, quienes, visiblemente impresionados, aún no han podido decir nada sobre el asunto ni yo se lo he permitido. Y repito: Es el momento. Imaginad esas masas de gente sin trabajo que pasa hasta cinco horas al día mirando la interfaz del feis y esperando que le llegue al correo alguna oferta de empleo vía Infojobs y alimentando la creencia subnormal de que "están creciendo como seres humanos" o alguna babosada parecida. En ésas están cuando les aparece nuestro anuncio, bien posicionado arriba a la derecha: "Sanación online. Ayuda a otros y déjate ayudar". Sabéis tan bien como yo que le van a dar. Y que en cuanto entren en nuestra página, son nuestros. Tendrán un espacio para seguir compartiendo fotos de Coelho en blanco y negro con idioteces sobreimpresas, pero se desaconsejará vivamente el empleo de nombres y apellidos y fotos claras. Esto no les importará, porque ya conocen por Meetic y Badoo el mundo de la suplantación de identidades. Probarán la experiencia de ser aconsejados seis o siete veces, y a continuación no podrán vencer la tentación de ponerse a los mandos. A 49€/año más 15€ cada pedeefe de basura que les podamos colar "para mejorar sus ratings".

Y en ese momento vuelvo a abrir el portátil para mostrar las expectativas económicas del proyecto. Manejo, basándome en ficciones absurdas, tres escenarios. Les muestro unos datos: 25.000 usuarios premium y 200.000 estándar en los primeros ocho meses de funcionamiento, con veinte mil copias digitales de libros vendidas, y una recaudación bruta un poco por encima del millón quinientos mil euros. Y añado: y éste es el escenario más conservador. Y entonces me callo, para amplificar el efecto deslumbrador.

Olgaga se ha encendido un cigarro, el primero de la tarde (me doy cuenta ahora de lo raro que resulta verla un rato sin fumar, y ya de paso me doy cuenta de otros cambios: su cordura, para empezar, su evidente pérdida de peso, su retorno a la zona alfa de la especie, su aire calmado e irónico), y Jesús mira con media sonrisilla el fondo de su taza de café. No tienen prisa en romper su divertido silencio. Se miran. Estoy sudando. Olgaga suelta a bocajarro:

- ¿Cuánto tiempo hace que no sabes nada de las Miralles?

- Mucho, ¿por qué?

- ¿Quieres ir a verlas?

- ¿Al pueblo ése hippy? ¿Reciben visitas?

- (Con sorna) Sí, he oído que sí, amor.

- Ah.

- Vámonos. Ven con nosotros. Ahora mismo.

Partimos rumbo norte a través de una tarde eterna. Cuando llegamos, aún es de día.

Las Miralles han transformado San Joy. Antes de ellas, la aldea era un proyecto muy crudo de rehabilitación libertaria rural, con una población máxima de quince personas en permanente conflicto y con un déficit insuperable de suministros básicos, incluyendo en esta categoría el agua para beber. Ahora es un asentamiento estable con unos quinientos residentes permanentes y doscientos más los fines de semana. Todas las casas del pueblo han sido rehabilitadas y un buen número de barracones nuevos las rodean. Hay una clínica, una escuela, unas letrinas y una zona techada polivalente, un pozo y una farola que funcionan con el mismo generador, un refrigerador comunal y unas cocinas, y plantaciones nuevas por todas partes. Además, según un mapa gigante que hay en el centro del pueblo, la población está rodeada de enclaves enigmáticos: "el prado de la comunión", "la llanura azul", "el viejo granero de las sonrisas". Ellas van desnudas de cintura para arriba, descalzas. Tienen la piel más bronceada y el pelo más rubio. No hacen absolutamente ningún ruido ni es posible saber dónde están en ningún momento.

Hay guiris por todas partes que saben exactamente el mismo español. Un español decente pero medieval, que solo se extiende sobre lo rural y lo espiritual, y nada más.

Los guiris, y todos los demás excepto nuestras amigas, pagan por estar allí. Mucho, mucho dinero. Además de pagar, trabajan muy duro durante muchas horas, también de forma obligatoria. Ahora andan excavando una fosa séptica.

De forma altruista, emplean su escaso tiempo libre en ofrecer talleres para el resto de la comunidad. Los  anuncian en un tablón en el que no cabe una palabra más.

¿Y qué los lleva a San Joy, a cagar en letrinas y excavar fosas sépticas y dormir sobre jergones rellenos de paja seca y comer los peores arroces del universo, sin wifi ni cobertura de móvil ni teléfono, sin poder fumar ni comer carne ni beber ni drogarse? La posibilidad de aprender "el arte de la sanación" de las famosas terapeutas cósmicas Miralles, fanales de la humanidad. Las muchachas, en virtud de una suerte de mayéutica marca de la casa, no enseñan directamente, sino que se acercan de vez en cuando a escuchar a la gente que, en parejas, se pregunta mutuamente por "las heridas del alma" y aplica sus conocimientos a tratar de cauterizarlas. Cuando alguien lo hace bien, recibe como premio una sonrisa de una de las hermanas, que levita sin prisa hasta la siguiente pareja de aprendices.

La sonrisa, al parecer, engancha.

Olgaga y Jesús, que pasean entre los descalzos con cigarrillos y botes de cerveza, me proponen participar en la empresa. Paulo también está dentro. Me como el orgullo y digo que sí. ¿Qué tengo que hacer? Algo habrá. El pueblo se desarrolla solo, y por el momento no necesitamos aumentar el número de clientes a base de márketing. Es mejor dejar funcionar el boca a boca y que siga siendo muy difícil llegar aquí. En principio, con asistir a las reuniones ya cumpliría, pero eso sí, al menos una vez a la semana hay que pasarse por el pueblo para vigilar a las gemelas, tratar de que coman algo y mitigar tal vez alguna excentricidad demasiado alienígena, como hoy mismo, que han empezado a cazar grillos y a plantarlos en los caballones junto a las calabazas, para alarma de la numerosa población crudivegana de San Joy. Olgaga me dice que si les doy una papilla de sémola y maíz a cucharadas, como si fueran niñas pequeñas, a continuación me dejarán cepillarles el pelo un rato. Por si no estaba yo ya bastante convencido de participar.

Ya casi todos los aprendices están yéndose al catre y nos disponemos a volver al coche. La noche se ha cerrado y es posible ver el brazo de enfrente de la vía láctea en el cielo. Olgaga da el contacto y suena lo que había puesto al parar el motor, que es la cuarta canción del Loveless, de My Bloody Valentine. Ahora suena muy diferente, como si llegase de otra región del tiempo y del espacio. Mientras nos alejamos de San Joy y empiezo a rendirme a la somnolencia se me ocurre preguntar qué es de los guiris una vez que completan el "curso" de "sanación" de las gemelas. ¿Se vuelven a su casa, ponen consultas, qué?

- ¿Estás tonto, tío? Cuando acaban aquí los mandamos a Praga, hombre.

Nunca me entero de nada. Esto es así.

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