PRODUCTO INTERIOR, BRUTO
De vez en cuando, a mí también me ataca el clásico vértigo "dios mío, ha pasado un día entero y no he hecho nada productivo". Por supuesto, ahora habrá que matizar qué entiendo por "productivo". No sé. Llevo años sin cruzarme por la calle con ese adjetivo. Lo único que sé es que en los lejanos tiempos en que pasaba los días con Adriana y la cubría de besos o hacía el amor con ella o le escribía dieciséis eseemeeses por minuto (en aquella época me habrían cogido para la selección española de eseemeeses), no hubo ni un solo momento de crisis de productividad. ¿Y dónde queda ahora tanta productividad?, me preguntarán ustedes, y yo les responderé que no lo sé, que seguramente en ninguna parte, pero a lo mejor debajo de unos periódicos viejos en una esquina de alguna habitación sin muebles de la memoria de mi exnovia. La esperanza es lo último que se pierde.
1 comentario:
Mi palabra de verificación para este "comment" es "guhsmi", y creo que algún pakistaní debería elaborar un plato con ese título, en nombre de la productividad.
Los pakistaníes producen una venta de 2648 cervezas por minuto en las calles de Barcelona, sin estar regulados, ni tener seguridad social y creo que ni siquiera se mandan eseemeeses.
Si conocieran a Adri se iban a enterar de lo que vale un peine.
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