LA NAVAJA DE OCCAM
La figura de la navaja de Occam nos hace ver que, para explicar cualquier fenómeno, el camino más fiable es el que menos curvas tiene, es decir, si para un hecho determinado se postulan varias hipótesis, la más fiable es la más sencilla.
Ejemplo número uno: Miguelito tiene caries. Hipótesis a: Miguelito come muchos dulces y no se lava los dientes. Hipótesis b: Miguelito ha sido maldecido por una bruja muy malvada de la que se mofó y ha sido condenado a perder los dientes y comer sopas hasta que se muera. Para una persona desprovista de un instrumento racional tan poderoso como nuestra navaja (y tal vez algo drogada), sería difícil decidir cuál de las dos hipótesis es la correcta. Afortunadamente, y gracias a este monje inglés del siglo XIV, la mayoría de la gente puede decir, sin coger el comodín de la llamada, que la buena es la a.
Ejemplo número dos (ya sabían ustedes que iba a haber un ejemplo número dos, y seguramente ya se barruntaban de qué iba todo esto): un atentado con bombas en unos trenes de cercanías de Madrid mata a casi doscientas personas y hiere a muchas más. La policía detiene a una banda de terroristas islámicos y acorrala (provocando que se inmolen) a unos cuantos más. Un juez de la Audiencia Nacional instruye el caso, inculpando a la mayoría de los detenidos y ordenando la busca y captura de otros yihadistas relacionados con ellos.
Hipótesis a: Un grupo terrorista organizado, dentro del movimiento de Al Qaeda, es el responsable. Quieren hacernos pagar nuestra participación en la invasión de Irak con un atentado salvaje en la línea del de Nueva York, Londres o Calcuta.
Hipótesis b: El líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero, en contacto con la banda terrorista vasca E.T.A., grupos yihadistas españoles y un esquizofrénico que trabaja en una mina, planea y ordena la colocación de las bombas en los trenes para obligar al gobierno a mentir sobre la autoría del atentado y que, como reacción, muchos ciudadanos se sientan engañados y acudan masivamente a votar socialista. A cambio, Zapatero tendría que conceder la independencia a Euskadi, Ceuta y Melilla a Marruecos, la libertad a los autores de la matanza, un Mercedes al esquizofrénico y una cinta de la orquesta Mondragón a la policía madrileña (por encubrirlo todo).
Efectivamente, si nuestro querido Guillermo de Occam examinara el caso, no tardaría en inclinarse por la hipótesis a. No obstante, la radio de la Conferencia Episcopal española y el periódico del compañero de pádel del expresidente Aznar repiten una y otra vez que cómo podemos ser tan borregos, que la hipótesis correcta es la b. ¿Acaso estos medios, dirigidos por experiodistas reconvertidos en escritores de ciencia ficción, no conocen la famosa figura lógica de la navajita? Permítanme plantear dos hipótesis que explicarían tan curioso fenómeno:
Hipótesis a/ Ni Federico Jiménez Losantos ni Pedro J. Ramírez han oído jamás hablar de ninguna navaja de Occam. Creen sinceramente que el hombre nunca ha llegado a la Luna (que fue un montaje de los americanos), que la Teoría de la Evolución es una paparrucha ideada por ateos y que cada vez que te masturbas pierdes un poquito de médula espinal. Por supuesto, no conciben que Al Qaeda pueda perpetrar un atentado en ningún tren. Hombre, por dios, qué cosas tienes, si está claro que han sido los socialistas.
Hipótesis b/ Tanto Losantos como Pedrojota dicen que el culpable es Zapatero para perjudicarlo. Mienten como bellacos y lo saben, pero creen que pueden extender esa mentira para influir en la opinión pública.
Por mucho que me guste, a título personal, la opción a, creo que sir William se inclinaría por la b. Qué pena que no pueda decírselo personalmente a este tipo:
¡Pedrojota, que vas sudao!
(foto vía Escolar)
2 comentarios:
El Doctor House tiene también varios ejemplos al respecto que podrían ayudar a esos dos, pero no creo que visionen televisión comunista.
Este tío, el tal Occam, es también famoso por interpretar a Sean Connery a una memorable película.
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