MASTRONARDI CONTRITO Y SENTIMENTAL
Siempre me ha puesto tristísimo el final de un viaje, da igual qué viaje. Para postre, está lloviendo y hace un frío de cojones, a diferencia de Murcia y de Laura, de quien, no se impacienten, me he despedido hasta siempre jamás.
Ya dije que me estaba esperando para representar lo que yo llamaría la comedia de la pareja, es decir, pasear con Nina cogidos de la mano, ir a cenar, quedar con sus primas en aquel bar de nombre pintoresco, El Ahorcado Feliz. Hasta tal punto me empachó la representación que, para cuando nos metimos en la cama, ya no podía continuarla ni un minuto más. No se impacienten, que ya lo digo: no hemos follado.
Sin embargo, para mi novia el hecho de meternos, después de tanta batalla, en la cama y que no ocurriese nada no significaba el fin de ninguna representación, con lo que la continuamos con fluidez y casi sin hablar hasta ayer mismo.
¿Era esto lo que yo quería? ¿Por todos esos paseos en silencio por esa horripilante ciudad me llevaban a mí los demonios hace dos semanas? Pero bah, qué más da. Por mucho que me pregunte y le dé vueltas a todo no voy a llegar a ninguna conclusión, porque toda esa angustia no es un mensaje en este lenguaje de palabras y silogismos, sino en el otro, en el idioma de la piel. Y ahí no hay indagaciones que valgan.
Laura, aunque sé que no vas a leer esto (ni te llamas así, ya que vamos), se me ocurre que no estaría mal decirte que siento mucho todo lo que he hecho mal estas semanas, que me duele cuando me acuerdo de tus manos, que si cierro los ojos siento tu mano entre los dedos de la mía.
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