¡I ANIVERSARIO!
Y por último: ¡I aniversario de la pereza y las ensaladas! Bueno, en realidad es mañana día 24 (¡feliz cumpleaños, amigo Horacio!), pero como preveo que me encontraré en un lugar mejor que éste y (dios me oiga) follando como un león, vamos adelantando.
Por increíble que parezca, este blog cumple un año. Hago memoria y apenas puedo encontrar en mi biografía cosas que haya hecho, sin estar obligado a ello, durante tanto tiempo. El amor con Adriana, supongo, y poco más, jugar con los coches, que diría el amigo Ferreiro, tal vez.
Ustedes podrán pensar que es una gilipollez (lo sé porque, antes de ser un misántropo depresivo, yo también lo habría pensado), pero creo que escribir por aquí me ha aportado un montón de cosas buenas y muy pocas malas. Le recomendaría esta terapia a cualquier afectado por una sobredosis del yo, porque, paradójicamente, al escribir sobre uno mismo, se convierte uno en un personaje, se altera de alguna forma y los niveles de yo en sangre se regulan un poco. Ni siquiera esa obsesión que consiste en ver las circunstancias de la vida de uno como materia para algún post es del todo negativa, porque diluye un poco las grasas poliinsaturadas que el excesivo solipsismo de los que son como yo acumula en el organismo. En este momento emplearía la metáfora de un yogur bio si tuviera que describir metafóricamente la literatura blog y sus efectos en mi anodina vida.
Echando la vista atrás me doy cuenta de que a lo largo de estos doce meses me han pasado muchísimas más cosas que en los veinticuatro anteriores, fenómeno de dinamización que achaco a las virtudes del cronismo bloguero. Así son las cosas y así se las hemos contado:
Me confesé: Hola a todos y Por qué pereza.
Me enamoré platónicamente: Placeres baratos.
Leí a Kenneth Rexroth: Mastronardi y la poesía
Pasé unas navidades espeluznantes: Feliz año nuevo
Nina se vino a vivir conmigo: Lo mío con Nina
Soltaron a Orhan Pamuk: Hay un Orhan Pamuk dentro de todos nosotros
Soñé el nombre de Adam Zagajewski, y a continuación lo leí, y me encantó: Adam Zagajewski y yo
Saqué a la luz mi penosa poesía: Mastronardi poeta en exclusiva mundial
Lancé una campaña a nivel mundial que no secundó ni dios: Campaña "Llama a un buitre por su nombre"
Leí a Fernández Mallo: Joan Fontaine Odisea
Creé un manual de autoayuda basándome en un episodio de la guerra fría: Todos los minutos de tu vida se los debes a Vasili Arjipov
Leí a Foster Wallace: Leyendo a David Foster Wallace
Desclasifiqué los secretos de mi propia arte marcial: Artes marciales
Alto el fuego de ETA: La reacción del reaccionario
Me puse a dieta: La invasión de los ultramastronardis
Se murió Stanislaw Lem: Stanislaw Lem que estás en los cielos
En una epifanía opiácea, me reconcilié con mi novia prófuga: Visión Lab
Me pegué una panzada de llorar viendo una peli de Molly Ringwald: Molly Ringwald, Marisa Monte y un bloguero gilipollas
Ligué, pero me inhibí como Garzón: Comedia romántica del lunes por la tarde
Descubrí a Blonde Redhead: Blonde Redhead
Firmé un manifiesto para celebrar el aniversario de la República: 14 de abril
Odié a Forges: La caída del coloso
Me enamoré platónicamente (otra vez): Love is in the blogosphere
Empecé a acusar los efectos del blogueo compulsivo: Cálmese, Mastronardi
Me atacó el insomnio: Charlie Darwin que estás en los cielos
Puse una consultoría filosóficopoética: Filosofomático Mastronardi
Creé un decálogo revolucionario que al final se quedó en tetrálogo: Consejos para revolucionarios perezosos (I, II, III y IV)
Me salté mi boicot a la Rockdelux pero volví a proclamarlo inmediatamente después de leerla: Más boicoses
Me peleé con mi padre: Cosas que en ningún caso se deben contar en un blog
Descubrí a Melting Holidays: Vacaciones fundidas, o lo que sea
Tuve una recaída: Otra cueva submarina
Conmemoré los veinte años de la muerte de Borges: Jota Ele Borges que estás en los cielos
Se me fue la chola con los porros: Otra tarde líricopiácea
Enlacé una imagen de Paz Vega que atrae el 90% del tráfico de este blog: Mi retrato en la prensa
Operación Malaya: Operación malaya: no en nuestro nombre
Confesé mi culpabilidad en que alguien no se muriera: San Juan en las afueras
Ensayé una taxonomía de los cascos en mi post favorito hasta la fecha: Cascos y cascos
Homenajeé a los prófugos, y también y sobre todo a mi tío abuelo Aníbal en el aniversario de la Guerra Civil: Dos homenajes
Guerra del Líbano: El punto de no retorno, Un sintagma devaluado y vuelto a valuar y Por si importase, que no sé
Fui (por fin) al psicólogo: Mastronardi azote de supervillanos
Me hice un balance de ésos que llaman profit & loss: Mastronardi: profit & loss
¡Follé! y me pegaron una somanta de hostias y perdí la cámara y el mp3: Ida y vuelta
Volví a ligar en el chat (pero no follé): Mastronardi por el camino de las hormonas
Ligué por tercera vez mediante el chat y ¡follé!: Conceptos inconexos al volver a casa
Compilé unos infalibles consejos para ligar en los chats: Cómo ligar en los chats
Ligué otra vez, me emborraché, lloré en público y tuve una mañana gloriosa (pero no follé): Crónica murciana
Leí a Gopegui: Lo real
Descubrí que, de no usarlas, se me había atrofiado la letra minúscula: Mayúsculas / Minúsculas
Conseguí (o mejor, consigo) otra cita con la murciana: Para hacer bien el amor hay que venir al sur
No está nada mal.
2 comentarios:
Lèzard:
E increíblente se fue yendo la pereza y desaparecieron las ensaladas. Gracias por un año de cercanía lejana, de insufribles proclamas y sensibilidad postpoética.
felicidades, ma(e)stronardi!
un auténtico placer leerte!
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