THERE AND BACK AGAIN
La cabra tira al monte, dicen por ahí. Tras una larga temporada de apatía (lógica teniendo en cuenta el mal cuerpo que me dejó aquella aventura murciana) y otra, no tan corta, de patía creciente pero nulo éxito, el que suscribe ha vuelto a concertar una cita. Con una chica que conocí en un chat, según se describe en mis famosas instrucciones. Y sin transacción económica de por medio, se entiende.
La llamaremos Mónica. Vive en Madrid y trabaja en el casino. Su problema (suelo preguntarle a todas las chicas que conozco por esta vía, medio en broma medio en serio, qué problema tienen con la gente para verse abocadas a relacionarse por el chat) es según ella que a/ trabaja la mayoría de fines de semana y hasta casi las siete de la mañana, lo cual, como le ocurre al resto de sus colegas de profesión, le lleva a uno a relacionarse cada vez más casi exclusivamente con sus compañeros de trabajo, y b/ que ya se ha tirado al ochenta por ciento de sus compañeros de trabajo [¡bien, Mastronardi, bien!], lo cual es un porcentaje bastante alto si tenemos en cuenta que uno de cada cinco croupiers es gay. Todo esto lo cuenta sin ninguna chulería, no crean. Es bastante desafectada. Tiene 27 años. Es rubia. Tiene una voz horrible pero no está nada mal.
Como yo ya soy perro viejo en esto de las aventuras transfronterizas entre este mundo y el digital, le he hecho a sus fotos la prueba del nueve, que consiste en pedirle por ejemplo una de perfil y con el ordenador detrás, que no me creo que seas tan guapa. Pero sí, sí que es tan guapa, vean:
1 comentario:
Muy bien, míster, mucha suerte y al toro.
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