MÁS MARMOTA, ES LA GUERRA
Un lector anónimo me invita, en un comentario a mi última anotación, a salir a la calle y abandonar temporalmente mi pseudoreclusión reticular.
Tal vez este lector escriba desde un lugar donde no esté lloviendo ahora mismo.
La lluvia favorece la introspección, como la sal un aumento de la tensión sanguínea o el mes de septiembre la felicidad, o el polen de olivo las alergias. Seguramente ya he comentado por aquí que en mi caso cualquier catalizador de la introspección está absolutamente contraindicado. De modo que.
Yo, el cristal de la ventana, yo, la lluvia, yo, mi exnovia, yo, los charcos, yo, mi vida, yo, el humo de esto que me estoy fumando, yo, el frío, yo, mi juventud, etcétera etcétera.
Es como ver Groundhog Day una, y otra, y otra, y otra vez: una repetición dentro de otra. Demasiado.
Mientras tanto, en Pakistán, casi ciento treinta personas vuelan por los aires. Protegían a la candidata Bhutto, o pasaban por allí. Seguramente, querido lector, es mucho mejor no poner un pie en la calle. De todas formas, haré lo posible por seguir su consejo.
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