29.9.08

(AMOR-)DISCOS

Violeta no tiene ni puta idea de música. Esto me reconforta, puedo dármelas de algo poniéndole tal o cual disco y metiéndole rollos teóricos cogidos con alfileres sobre el technopop y el post-rock y lo referencial y tal. Me pide el cuerpo hacer de Pigmalión con ella, llevarla de la mano a enseñarle mis descubrimientos sobre el terreno, clásicamente ruinoso y desértico, de cinco años de solipsismo neurótico. Escuchamos a los Cardigans, a Astrud y a Keren Ann, a Kings of Leon y a Cat Power con su poquito de silencio reverencial después de cenar (Violeta me ha obligado a poner la tele de cara a la pared), pero yo lo que escucho es otra cosa, no estos discos que tengo ya tan rallados: una banda sonora propia, música para ascensores lanzados a toda velocidad hacia el último piso, hacia la luz del sol, hacia la vida. Una vez allí, cielo, voy a necesitar que me cojas de la mano.

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