22.9.08

MASTRONARDI EN LA ESTRATOSFERA

Violeta no trabaja. Vive en casas de amigos, por temporadas. Viaja en autoestop y ha recurrido muchas veces a mendigar comida, cosa según ella para nada traumática siempre que esto se haga con las formas correctas y en el contexto adecuado, como por ejemplo en restaurantes a la hora del cierre (y a los camareros, nunca al encargado), o en huertas rurales. Violeta no tiene móvil, ni dirección, ni cuenta en el banco. Su fuente principal de ingresos consiste en pintar cuadros (aún no he visto ninguno, así que no puedo juzgar) y venderlos por las tiendas de regalos. Aunque no hace esto de manera regular. Ahora mismo, por ejemplo, no se siente inspirada. Además, algún problema le ha hecho perder su material de pintura en casa de un ex-amigo. De hecho, ha perdido de esta forma todo lo que tenía, a excepción de lo que carga en una mochila negra del tamaño de las que usan los chavales para ir al instituto. Sí, miré dentro: dos pares de bragas de algodón, negras, unos vaqueros azul oscuro, una camisa marrón, una camiseta roja de tirantes, una agenda negra de 2005 llena de números y un libro de Jesús Aguado. Más lo puesto.

Esto que estoy pintando probablemente les parecerá el colmo de la perroflautez, pero me ha resultado agradable comprobar que, a tales niveles estratosféricos de perroflautez, los tópicos se difuminan, y Violeta no siente la menor necesidad de añadir más factor p.f. a lo que ya se ve a simple vista. No tiene grandes (y fláccidas) opiniones sobre todo. No fuma porros (es más, no fuma) ni le gusta la cerveza. Adora ducharse y lavarse el pelo, estar en casa, ver películas y dormir la siesta, como ahora mismo. Le encanta aprender cosas y estas semanas le estoy enseñando lo que sé de la güé dospuntocero: blogs, redes sociales, yotuve, feeds, menéame y similares, p2p y copyleft.

Es muy valiente, Violeta. Más todavía porque no parece vivir como vive en pos de ninguna filosofía oriental radical ni ninguna militancia altermundista-antiglobalización-perroflautista. Actúa movida exclusivamente por lo que le sale de la seta, como dicen en mi pueblo. Ahora bien, para examinar, investigar y obedecer este dictado hay que a/ ser muy listo b/ tenerlos de cemento armado y c/ autoquererse y autorrespetarse hasta un límite, otra vez, estratosférico. No puedo dejar de pensar en ese origen supraatmosférico de mi niña, como ven.

Se pueden imaginar que sospeché mucho de ella, cuando se instaló en casa. Por todas partes creía ver que se estaba aprovechando de mí, utilizándome como hostelero gratuito. Eso ya no me pasa. Creo que solo a un gilipollas de mi calibre se le ocurriría pensar que un ser tan luminoso se está aprovechando de él, teniendo en cuenta las cosas en que, mes tras mes, me gasto el dinero con toda naturalidad. La adsl de Timofónica, por ejemplo. O el porno digital. O la ropa de Springfield. O el pescado africano del puto, puto Mercadona.

Es verdad: temí que solo quisiera de mí poder quedarse en mi casa. Un mes después, lo que temo es que quiera irse. Hasta que eso pase (que pasará), ya puedo decir que voy a disfrutar de cada día. Como si yo también estuviera en las nubes, o algo así.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Es impresión nuestra o usted se está volviendo incluso buena persona? Teme, ama, observa y adora...
El solipsismo vencido por una flor itinerante.

Anónimo dijo...

Son ustedes un par de afortunados
Salu2