27.10.08

LUZ Y TAQUÍGRAFOS

He estado releyendo las últimas entradas a éste su blog y he notado varios cambios. El primero es evidente: que la llegada de Violeta ha cambiado el tono, los objetivos, el contenido y el alma de la página, hasta tal punto que ya no debería llamarse Solipsistas del mundo, porque quien la escribe ya no lo es. Iré buscando un nombre. El segundo, y relacionado con el anterior, es el del aumento exponencial de baba y cursilería. Suelo escribir aquí a la hora de la siesta, mientras Violeta la duerme. Normalmente acabo de quedarme solo y me meto en esta habitación inundada de luz, y enciendo la máquina. Me planto ante el recuadro en blanco y compruebo que también mi paisaje interior, que es lo que está a punto de transmitirse de una u otra forma, está inundado de luz. En ese momento sé que no voy a poder retozar en mis errores ni en las lagunas barrosas de mi pasado, como solía. Que no voy a poder solazarme retratando al monstruo del espejo. Que el material que está a punto de aparecer va a estar compuesto de un solo metal: el presente feliz, porque éste va a sepultar todo lo otro, como si fueran impurezas que uno sopla al cortar con la sierra. El tercer cambio, por último, consiste en que probablemente esto ya no es tan divertido. Lo sé porque el otro día me animé a contarle a Violeta mis aventuras con las chicas de los chats y no paraba de reírse ni en los momentos más dramáticos, como cuando la tipeja aquélla me corrió a sopapos y se quedó con mi ropa, mi cámara, mi mp3 y otras cosas. Pero a ella se lo consiento. Si solía usted venir, amable lector, a carcajearse de mis desgracias, vayan por delante mis disculpas y a continuación mi muy amable patada en el culo. Hombre por dios.

Esta mañana, esta frase de Violeta: -esto no puede seguir así, M. Tendremos que empezar a hacer planes. -¿Qué tipo de planes? -Pues no sé, tío, planes. No podemos quedarnos aquí haciendo el vago para siempre jamás. Esto de los planes me ha conmovido. Somos un exsolipsista del mundo y una pintora que no pinta. Ni en mil años se me ocurriría ningún plan adecuado para nosotros, pero es hermoso. No la ausencia de planes, sino pensar por un momento que podemos tenerlos, es lo hermoso. Pero quién te dice. Igual desarrollamos superpoderes, yo ya no doy nada por sentado. De momento voy a contemplar cómo mi niña se despereza poco a poco, que aunque no sea del todo un plan, ya es algo. Un comienzo.

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