18.11.08

LA POÉTICA DEL SILENCIO

He pasado todo el fin de semana y el día de ayer escribiendo un relato. Al principio todo iba bien: Violeta me miraba escribir de vez en cuando mientras releía La sociedad del espectáculo (qué perra le ha dado) o escuchaba discos. Pero me fui acostumbrando a la sensación, al soplo en la vanidad, hasta que fueron neutralizándose. Y el relato deshaciéndose. Anoche tenía un buen montón de párrafos informes y pretenciosos entre las manos, y el veredicto condenatorio de Violeta me decidió a pasarlos por el Supr. ¿Por qué me jode? ¿Qué deseo oculto acaba de frustrarse? No sé, pero será mejor hacerle caso a mi novia y controlar estos venazos de escritor maldito, no vaya a ser que acabe bajándome un tubo de pastillas o algo parecido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todos tenemos un punto de vanidad, unos más otros menos. Es normal ...
Las buenas críticas son las constructivas,y por lo que cuentas de ella así habrá sido. Y si no, no hay nada como pegarse un ostión contra el suelo para darse cuenta de nuestros errores. Un saludo!