16.12.10

LA BALADA DE EMIL ZÁTOPEK

Corro. Corro mucho, ahora. No llevo mp3, porque no tengo, ni pulsómetro, ni siquiera reloj. No tengo un recorrido fijo ni controlo la distancia ni la velocidad. Cuando lo hago, no sé bien dónde estoy, porque no es mi ciudad, ni decido muy conscientemente por dónde ir en cada momento, pero sobre todo porque no retransmito. Mi voz interior guarda silencio, vaya usted a saber por qué motivo fisiológico. Atravieso horribles avenidas con la mitad de las tiendas en traspaso, y la sensación es la de ser un hombre rana y recién haber sacado la cabeza del agua. La sensación es la de la superficie silenciosa. Y eso es lo que me mantiene corriendo, una hora, dos horas: la ausencia total de prisa por volver adentro, a la profundidad amniótica donde mi voz no tiene barrera, ni mi tiempo marcadores.

No hay comentarios: