5.12.10

YO ADIVINO EL PARPADEO




¿Hay alguien ahí? Seguramente me he quedado solo en la blogosfera, pero seamos serios, me lo venía mereciendo. Casi dos años sin escribir matan la comunidad de lectores de cualquiera. La mía, que se podía calcular en dos visitas a la semana, no habrá podido resistir el impacto de la ausencia, mi rollo pasivo-agresivo, el castigo de mi indiferencia.

En este tiempo han pasado cosas que no creeríais, etcétera. Si por casualidad aún queda algún viejo lector, le haré saber que

a/ tras la marcha de mi muy perroflauta novia en el invierno de 2009, sufrí una crisis monopolar aguda. Es decir, que me deprimí. Del verbo (clínico) deprimirse. No llegué a intentar suicidarme, pero dejé de hacer muchas cosas que el consenso define como necesarias. Sí, asearse, limpiar la casa y salir a la calle entre ellas. En un par de meses ya habían actuado mis astutos progenitores, pero esta vez no como solían, es decir, alojándome a desgana en la casa del pueblo una temporada. No, esta vez me internaron en una residencia para enfermos mentales. Nos pusimos todos totalmente leopoldomaríapanero con el tema.

b/ Mi padre, a cargo de la administración de mis bienes en esta época en que a mí me venía importando todo aproximadamente tres leches, me iba poniendo papelitos delante para que los firmara. Si tienes la imperiosa necesidad de saber qué eran, salta directamente al punto d/

c/ En la residencia conocí a una chica, muy flaca, de la que no voy a contar casi nada, salvo que era -y sigue siendo- la luz de mis ojos. Ni pseudónimo le voy a poner. Pasamos millones de años hablando, escribiendo (cosas de la terapia), cantando también, por qué no. Siempre sentados. Gracias a ella me recompuse lo suficiente como para enterarme de que

d/ mi señor padre había vendido uno de mis pisos y se había embolsado los dineritos. Además había iniciado el trámite para incapacitarme y ya tenía incluso fecha para la vista con el juez. Tuve que contratar a un abogado. Este abogado le escribió, a mi padre, comunicándole que el poder de representación que yo le había firmado acababa de quedar sin efecto. Esta carta es el último contacto que he tenido con él. El abogado estaba obsesionado con actuar contra él por la venta del piso, pero bah.

e/ A continuación pasé otra corta crisis. Mi amiga también empeoró: la química no lo es todo, o no nos la proporcionaban adecuadamente. De la residencia psiquiátrica me he llevado la impresión de que somos muy poca cosa aparte de química, y ésa demoníaca e inestable y en última instancia desechable. La impresión de que tenemos nuestra identidad apostada al seguro perdedor de esa pelea, y que nos vamos a llevar estopa hasta en el carnet de identidad. Es decir, que de la residencia me he llevado más fantasmas.

f/ Llegó el momento en que me propusieron ir a vivir a un piso tutelado. Éramos cuatro: tres esquizofrénicos y yo. Pasaba gente comprobando que nos hubiéramos tomado las pastillas, pero era invierno y con las ventanas cerradas se hacía necesario un machete para ir avanzando entre la espesa capa de humo de tabaco que continuamente alimentaban mis tres compañeros.

g/ Pasé allí menos de una semana. Llené mi mochila (como la de la foto, sí) y dejé lo que no me cabía. Ha pasado casi un año y aún no he parado de moverme. Ahora ya menos, pero sigo dando vueltas. Alquilo pisos en la playa en temporada baja, y en comarcas interiores en temporada alta. Cumplo a duras penas la máxima de no arrastrar nada más que la mochila. Le escribo (le escribía) correos a mi amiga. Porque sí, porque igual en terapia tienen razón y la operación de narrar la propia vida consiste en una traducción: del idioma de los impulsos, la química, los deseos y la cloaca interior al idioma de la ficción. Que es un idioma mejor donde las palabras y el tiempo están medidas a tu favor.

h/ Por todo lo cual reanudo el blog, queridos amigos.

4 comentarios:

Fundación Rara Avis dijo...

Hoy, un poco menos huérfanos de ficción, le deseamos una feliz reentrada en la blogosfera.

Fundación Rara Avis

Leni dijo...

La mía se quedó vacía. Ansioso por leer las cosas que se vaya sacando usted de su mochila.

lagarto, lagarto... dijo...

Andrajos de mochila, palabras de terapia... ¿para qué ha vuelto, señor solipsista? ¿para restregarnos lo realmente feliz que es usted frente al desastre? Espero que de su mochila salgan secretos aun más relevantes que los de wikileaks...

Anónimo dijo...

...has regresado, pero te fuiste?

en ocasiones abría para ver...y hoy te vi (feliz navidad aunque te desagrade)