12.7.12

UN AÑO CHECO, 1X07


 NOMENCLATURA


Un día se levanta Paulo con el pie punki, todo testosterona, y nos sacude de tortas de una red social a otra: pero esto de F*R*I*E*N*D*S qué coño es. Esto no se puede ni deconstruir. ¿Estáis intentando ser irónicos? ¿Nostálgico-irónicos? Por dios. Solo os falta aparecer un día con la camiseta metida por dentro. Jesús intenta un patético contraataque: A ti te jode la serie porque los seis son hetero y se gana esta colleja: sí, bueno, tampoco sale ninguna ameba pajera y me consta que tú te has visto todos los episodios de seis a doce veces, con la mano metida dentro de los gallumbos. Es “gayumbos”. No, es “gallumbos”. No, es “gayumbos”, con 227.000 resultados en Google frente a 177.000 de “gallumbos”. ¿Es que te jode escribir “gay”? ¿Perdona, Jesús? ¿Estás intentando meterte conmigo utilizando mi orientación sexual? Si sí, responde. Responde algo, si tienes cojones, paramecio de mierda. Jesús, obviamente, nada respondió. Y nosotros no volvimos a utilizar lo de F*R*I*E*N*D*S nunca más. Y a mí me fastidió, porque estaba medio planeando una reunión temática en mi casa cualquier fin de semana en que mi madre no estuviera, e íbamos a disfrazarnos, y obviamente a mí me iba a tocar hacer de Ross, y a las Miralles de Phoebe y de Rachel, y ya tenía pensadas un par de bromas en las que yo ponía la voz del pibe y trataba de abrazar a Rachel, que seguramente se iba a reír un montón y a dejarse abrazar y empujar hasta el sofá. Todo sea dicho, tenía hasta la gomina comprada.

XXX

Un día sí que quedamos los seis en el MundoReal™, y nos plantamos en un inmenso centro comercial de nuestra ciudad llamado Nueva Condomina. Alguien lo dice de broma en Facebook la noche antes, pero por supuesto lo hacemos, nos presentamos con bolsas de basura llenas de bollos de papel de periódico. No nos quitamos las gafas de sol. Llevamos ropa spam, es decir, con el nombre de la marca lo más grande y llamativo posible. Gana Jesús, con una camiseta de tirantes del mercadillo, negra y con un inmenso EMPORIO ARMANI de color dorado. Nos hacemos fotos Tuenti todo el rato. Un guardia de seguridad nos sigue desde que entramos, pero es lunes por la mañana y algún supervisor decide que quiere ver por las cámaras qué hacemos, antes de dar la orden de echarnos. Decidimos jugar a ese juego. Entramos a Primark y nos probamos ropa andrajosa encima de nuestra propia ropa andrajosa, tratando de parecer sospechosos. ¿Qué llevamos, en realidad, en nuestras bolsas de basura? Nadie lo sabe. Aparece una encargada con fuerte acento anglosajón y nos ordena que abandonemos la tienda. Las Miralles le sonríen, se ponen una a cada lado y Olgagá les echa una foto Tuenti. La mujer, cuyo rostro probablemente ilustra la entrada bitch \ˈbich\ en el Merriam-Webster, llama a seguridad con un walkie talkie muy cutre, muy Primark. Nos vemos en la calle, pero no es una calle en realidad, sino un inmenso pasillo cubierto plagado de tiendas. Tal vez ahora va a venir un segundo segurata a ponernos en la calle de verdad (pero tampoco es una calle de verdad, es un parking). Pero no viene. Alguien ha decidido espiarnos. Alguien que se aburre.

Entonces yo hago algo. Entro en una tienda de deportes y me compro una gorra Adidas blanca, con la insignia en negro. Salgo con ella puesta y me reúno con mis F*R*I, este, con mis amigos. Me estaban medio buscando, y de repente me planto ante ellos. Me miran. No me dicen nada. No se ríen, como yo creía que iba a ocurrir. Bueno, en realidad no lo creía. Empiezo a explicarme: que si la presión de estar siendo observado me ha empujado, que si que me ha parecido que me faltaban logos, que si por hacer el chiste. Me callo y los miro a ellos, de vuelta. ¿Qué acaba de pasar? Y ahí está nuestro salto al universal, el final trascendente a nuestra intrascendente performance. La duda.

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