20.7.12

UN AÑO CHECO, 1X09


 PERO ES QUE NUNCA TUVE UNA ENFERMEDAD MÁS DULCE


Tratamos de elaborar una lista de Spotify. Una lista no para una situación concreta, como una fiesta o un brunch o una reunión de fumetas, sino todo lo contrario: una lista deliberadamente inoportuna, que mezcle a Enya con los Dead Kennedys, a Pavement con Camarón, etcétera. Llevamos ya más de cien temas, y en uno de mis turnos, elijo uno de Los Planetas, de Super 8, llamado como mi amigo überfriqui, Jesús. Pretendía hacer un chiste malo con la letra de la canción y la personalidad, extrema y mesiánica, de Jesús. Y, además, adoro esa canción, como todas las de ese grupo, que tal vez es el único del que puedo decir: soy fan. Todos mis amigos me saltan al cuello con los caninos afilados, y sufro. Mientras pierdo el conocimiento debido a la hemorragia, tengo un último pensamiento: si hubiese puesto una de Andrés Calamardo no sería peor, o algo así. Olgagá y las Miralles me acusan de machista, Paulo de viejo llorón y Jesús de hipster (¿?). Todos odian a J con una pasión insólita, y por extensión a los seguidores de su grupo. De repente soy un viejo misógino que vive de glorias pasadas y se cree dios. De repente soy drogadicto, feo, un peter pan patético con un ego del tamaño de Arkansas que no tiene ni puta idea de flamenco ni de música ni de nada en absoluto. Olgagá coincidió conmigo en una fiesta de nochevieja en Cabo de Gata y no me saludó ni se acercó a mí, por cabrón que soy y lo subidito que me lo tengo (sic). Me siento como uno de esos católicos que conocen a una pandilla y adoran a todo el mundo y son aceptados en el grupo y ya se han enamorado de alguien y mantenido profundas conversaciones con muchos otros y hecho excursiones y llorado con alguien más y llega el momento de reconocer que son lo que son y sufren una reprobación inmediata y total, una reprobación de mártir, si se me permite el chiste fácil. En un momento dado, paso del asunto y me meto en Menéame. Sí: en Menéame. Ahí os quedáis.

Al día siguiente aparece Jesús y me saca el tema: que si estaba enfadado, que no me lo tomase tan a pecho, que él pasaba por eso todos los días (¿dónde? ¿con qué gente? ¿en qué página?), que en el fondo agradecía la dedicatoria, pero que no se atrevió a interceder por mí para no ser enviado a Siberia contigo XD, etcétera. Que lamentaba haberme llamado hipster pero que tuviese en cuenta que él no tenía ni idea de qué significaba tal cosa, en realidad. Que estaba a punto de perder su trabajo porque su jefe lo había pillado trasteando en los ordenadores de los clientes más allá de lo estrictamente necesario para repararlos. Que llevaba seis años sin follar y tal y cual. Y que qué podía esperar de él, si seguía escuchando Héroes del Silencio. Nadie como Jesús para ganarse simpatías a base de autohumillación. Un genio. Seguro que al final conserva el trabajo, con esos trucos. Hablamos. Le digo que creo en muy pocas cosas: en el verano, en la entropía y en Los Planetas. Le digo que me enganché a los 20, que los vi en directo con May Oliver, que era la bajista y tocaba de espaldas al público. Le cuento que para toda mi generación, que es la de los nacidos en los 70, las canciones de los Planetas son una de las columnas de nuestra educación sentimental, o al menos la de los machos no-alfa que empiezan a enamorarse, tener relaciones sexuales y comer calabazas en los años 90. Que era ésa una época en que las estructuras de género era especialmente movedizas, y que las chicas, que tampoco sabían a qué atenerse, oscilaban entre las buscadoras del novio-para-toda-la-vida y las hedonistas sexuales de la década de las raves. Que la violencia de género acababa de ser declarada injustificable, por suerte para todos, y que la música popular encajaba el cambio a diferentes velocidades. Que las sensaciones de frustración, de desorientación, de represión sexual y de debilidad de género son la materia con que están hechos los primeros discos de L.P., y que muchos reconocimos en ellos una forma de estar-en-el-mundo que no pasaba de puntillas por la rabia y la angustia, sino que las ilustraba (Ciencia ficción, Una nueva prensa musical, Vas a verme por la tele), aportando además un ideal emocional (Jose y yo, Pegado a ti, La cara de Niki Lauda), una utopía alcanzable o casi. En comparación con la música justo anterior, con el punk o el heavy metal o el grunge, ese imaginario indie que ellos modelaron equivale a la desaparición repentina de todos los clichés sentimentales y de género. Luego le pregunto que a santo de qué odiar a una ex es un rasgo machista. Y entonces el cabrón, cabrón de Jesús me responde hombre, pues cuando uno dice (cito de memoria): “Puede que no esté mal que alguien te rompa las piernas / o puede que uno de estos días aparezcas muerta”, entonces es un rasgo machista ;).

XXX

De entre las muchas manías insoportables de Jesús, destaca la de acercarse sigilosamente cuando estás sentado en un bar, en ocasiones por tu espalda, agacharse, cogerte la mano por sorpresa y olerte con fuerza las puntas de los dedos. A él le hace mucha gracia la reacción que esto suele provocar, y dice que eso demuestra que en nuestra vida diaria nuestras manos están en contacto privado con todo tipo de sustancias inconfesables. Paradójicamente, a las hermanas Miralles esta “broma” no les molesta lo más mínimo: la celebran haciendo leves palmas y emitiendo grititos de pequeño mamífero de peluche, todo lo cual me demuestra que ellas solo tocan nubes, algodón aromatizado, polvos de talco y agua de rosas. En efecto, no cruzan los brazos. Sentadas, mantienen las manos en el regazo, con una suavidad de insecto. Suelen utilizar pajitas para beber unos granizados bajos en limón, poco fríos, algo transparentes. Ay, dios. Estoy bien jodido. Irme a enamorar a estas alturas de unos seres de otra especie. A ver cómo coño le explico esto yo ahora a mi madre. A ver cómo me ayudan mis discos. A ver qué poeta ha tocado el tema, a lo largo de la historia de la literatura universal.

No hay comentarios: